El precio de la conciencia

Socialistas díscolos. Lo veo una y otra vez en los titulares y sigue sonándome a grupo de música indie, como Love of Lesbian o Supersubmarina.

Perdonen que me lo tome a guasa. Ya sé que debería ser algo serio, incluso grave. ¡Joder, que estamos hablando de la conciencia, la sagrada facultad del ser humano de permanecer fiel a sí mismo! Buen intento, y quizá hasta colaría si no fuera porque el precio de la cosa no alcanza ni al de un Iphone 7. Cotiza —y eso, por la banda alta— a 600 euros, que es la cantidad máxima que el Grupo Parlamentario Socialista, supongo que a falta de autoridad mayor en el desvencijado partido, podría imponer a los quince jabatos que el otro día gritaron ‘No’ donde la partitura decía Abstención. Si lo comparan con los emolumentos de sus revoltosuelas señorías, estamos hablando de una ganga. Eso, sin mencionar los baños de ego que se han pegado a cuenta de su gesta. El o la que menos, tres docenas de entrevistas y su careto a todo trapo en esas composiciones fotográficas para señalar, según cada medio, a los héroes o los felones del día. Ofende que algunos vayan mentón en alto diciendo que volverían hacerlo. Si fueran dependientas de una tienda de Amancio y cobrasen al mes la cuantía de la multa, ya veríamos.

Todo es muy poco creíble. Por el lado de los castigadores, porque si de verdad la actitud es tan inadmisible, lo menos que cabe es la patada sin más contemplaciones al Grupo Mixto del Congreso. Y por la parte de los castigados, porque si tan zaheridos se sienten, ellos mismos y ellas mismas deberían haber tomado la puerta. Pero claro, fuera hace mucho frío y 600 pavos son un chollo.

Ministro Alonso

Hay primeras rebanadas del pan de molde con mejor currículum que Alfonso Alonso para hacerse cargo de la cartera ministerial de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Cierto que, en ese sentido, en poco se diferencia de la mayoría de los integrantes del estrafalario gabinete de Rajoy, a cada cual más incompetente. A estas alturas de la legislatura, ya nos ha quedado claro que el presidente plasmático no escoge a su guardia de corps por sus capacidades, sino atendiendo a razones más retorcidas. Le sirven especialmente los de piel y mollera duras, con ego de talla triple XL, sentido legionario de la disciplina y disposición ciega a parar con su cuerpo las balas dirigidas a su amo y señor.

Todas esas son facultades que adornan, hasta por exceso, a Alonso, un tipo que desde su más tierna infancia soñaba con ser lo que le acaban de nombrar: ministro, lo de menos era de qué. Es gracioso que sin distinguir una aspirina de una onza de chocolate y fumando —también en público— como un carretero o un personaje de Mad Men, el señorito le haya encajado justamente en Sanidad. Simplemente, las cosas se han dado así. Era la vacante que había. Si en lugar de Mato, hubiera caído otro pichón gubernamental, el vitoriano también habría sido el repuesto.

Por ese lado, la elección contiene algo así como la declaración de últimas voluntades del PP. Intuyendo que no queda casi nada para ser desalojado de Moncloa, Mariano —se dice que con la intercesión de Soraya— ha querido premiar a título casi póstumo a su más abnegado, entregado y sumiso servidor. La lección es que en política la forma más efectiva de trepar es reptando.

Hombro de militante

Si el codo de tenista —o epiconditis*, en la nomenclatura científica— es una de las peores jodiendas físicas que te pueden caer encima, no le debe de ir a la zaga otra dolencia que aún no está descrita en la literatura médica: el hombro de militante compromisario. ¿Se han parado a pensar cómo se les ha tenido que quedar el omóplato, el cuello y el costillar a los abnegados levantadores de cartulinas amarillas con un “sí” estampado en negro que hemos visto estos días en el congreso a la búlgara del PP? En cada sesión les ha tocado subir y bajar el brazo derecho (cuál si no) no menos de cuatrocientas veces para mostrar su adhesión inquebrantable a lo que sea que les propusieran los guardianes de la ortodoxia gaviotil. Normal, que a la hora del recreo, además de a fino y manzanilla, oliera a Reflex y linimento. Es el precio de la obediencia debida y de no perder el favor de quienes hacen las listas o reparten las poltronas, ahora que las tienen casi todas.

¿Qué ha ocurrido para que los que apenas anteayer estaban a navajazo limpio y zancadilla sucia acaben bailando al mismo son? La explicación más obvia es que han conquistado el poder o, mejor dicho, los diferentes poderes de casi toda la piel de toro, y no hay argamasa que una más que la aspiración a pillar cacho o, aunque sea, cachito. Pero para que eso haya sido posible, se tuvo que dar en el PP un fenómeno que es el que de verdad ha provocado la milagrosa transformación de jaula de grillos en rebaño de dóciles corderos: la laminación sistemática de casi toda la vieja guardia.

Ha sido una jugada tan hábil la de Rajoy, que se ha permitido dejar a Fraga (ahora ya espíritu) como tótem inofensivo y a Aznar como animador folclórico para que suelte esas cosas que entran por un oído y salen por el otro. El resto de los dinosaurios han pasado a la reserva y los díscolos han aprendido que, como dijo Guerra, el que se mueve no sale en la foto.

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* Una amable lectora con conocimientos de biomecánica e ingeniería de rehabilitación me ha enviado una correción técnica que comparto aquí:

«En tu último artículo aparece «epiconditis», en lugar de «epicondilitis» (o más técnicamente epicondilitis lateral o humeral). Esta patología afecta preferentemente a individuos que someten a sobrecarga funcional los músculos del antebrazo y realizan una repetición continua de movimientos, con lo que la etiología corresponde a traumatismos de tracción repetitiva o contracción muscular reiterada. Con esto quiero decir que por la analogía que expones, en realidad te querías referir a la «tendinopatía del manguito rotador» que es una lesión degenerativa localizada a nivel del tendón supraespinoso, cuyo estado agudo es característico de esfuerzos físicos repetidos de elevación anterior o hiperutilización del miembro superior por encima de la horizontal».

Ya veis cómo se puede patinar cuando se pretendía hacer una simple comparación. Mi agradecimiento a la lectora y a todas las personas que me ayudan a mejorar con sus aportaciones.