El bipartidismo vuelve a ganar

Como no podía ser de otra manera, se ha consumado el pasteleo vergonzoso del bipartidismo rancio en la renovación del Tribunal Constitucional. Los cuatro magistrados de cuota, propuestos a razón de dos por cabeza, han sido refrendados en las soberanísimas Cortes españolas. Cuentan los titulares gordos, siempre dispuestos a entrar al trapo de rigor, que en la (ruborizante) votación telemática presuntamente secreta ha habido entre siete y once díscolos de las formaciones que apoyan al Gobierno de Pedro Sánchez. Se añade, como si fuera una muestra de rebeldía del carajo, que Arnaldo, el señalado como más facha de todos, ha obtenido algún respaldillo menos que sus compañeros de plancha. Tremendo logro, ¿verdad?

Vamos a ver cómo le decimos con cariño y con el debido respeto al diputado Odón Elorza y al resto de los versitos sueltos de aluvión que su autocacareada dignidad por haber seguido los designios de su conciencia es justo lo contrario de lo que predican. En plata, una muestra de indignidad como la copa de tres pinos. Si de verdad te parece mal que tu partido haya aceptado en una trapisonda a un furibundo hooligan con toga, lo que tienes que hacer es entregar el acta. Hay que ser cobarde y tener rostro para apoyar tu decencia en la certeza de que tus compañeros de sigla van a apechugar con el grueso de la decisión. En el caso del exalcalde de Donostia, ya huele el rollito de eterno enfant terrible, pero solo la puntita.

Por lo demás, si ha habido un triunfador, es el ínclito Arnaldo, que se ha hecho ungir por sus rivales ideológicos y los ha retratado como lo que son: una panda de ladradores que a la hora de la verdad no muerden.

Fotocopia movida

Cría cuervos, o sea, versos sueltos. Odón Elorza llama a Patxi López “fotocopia movida y desdibujada de Pedro Sánchez”. Miren que habré dicho y, sobre todo, escrito lindezas del antiguo inquilino de Ajuria Enea. No creo, sin embargo, haberle faltado tanto al respeto como acaba de hacer su cada vez más deslenguado y —metafóricamente, se entiende— desmelenado conmilitón. Lo de fotocopia, mal. Movida y desdibujada, peor. Pero que tenga que ser justamente de Sánchez rebasa los límites de la desconsideración para situarse en el terreno del insulto.

Claro que la cosa no se queda solamente en exabrupto o, si quieren, en pago atrasado y nada elegante de cierta deuda que va a cumplir 15 años. También habla de la peculiar capacidad de análisis político del exalcalde de Donostia. Es cierto que tendrá más datos y lo vive desde dentro, pero cuesta trabajo ver las presuntas similitudes entre los, de momento, dos candidatos a las primarias del PSOE. Ni tienen la misma trayectoria, ni las mismas ideas, ni parecidos proyectos.

Por lo demás, está la situación como para hacer acopio de palomitas. Si los previos de la carrera por la secretaría general están siendo una notable mezcla de culebrón, astracán y psicodrama con su toque de auto sacramental, lo que viene por delante promete gran diversión para el respetable, siempre y cuando no se pertenezca al partido fundado por el Pablo Iglesias primigenio, claro. Y la trama se pondrá aún más sabrosa en cuanto Susana Díaz termine de batir el récord sideral de no decir absolutamente nada en sus actos dominicales de contraprogramación y anuncie oficialmente su candidatura.

Auge y caída de Odón

La canción del adiós de Odón Elorza no está, como seguramente él hubiera querido, en un disco de La Oreja de Van Gogh, sino en uno de Eskorbuto -qué diferencia- titulado Demasiados enemigos. Como a cualquiera que amenace con hacerse eterno en el poder, muchos le nacieron porque sí y otros le llegaron de la inevitable legión de agraviados que provoca la pura rutina de un gobierno prolongado. Sin embargo, la mayoría se los trabajó a pulso y casi con entusiasmo durante el tiempo que ha tenido en sus manos la vara de mando.

Creerse indestructible es el más clásico, el más tonto y el más humano error de los que van revalidando mayorías. Si, como parece ser el caso, la arrogancia ya venía de serie, el hundimiento estrepitoso es sólo cuestión de calendario. A él le tocó el pasado domingo a eso de las diez la noche, cuando el conteo de papeletas le desmintió cruelmente su condición de semidiós para dejarlo en otro político más arrojado a la cuneta por la fuerza centrífuga de las urnas.

Los hay que, llegado ese momento funesto y aunque estén que se coman las paredes, saben salir del lance con gallardía y dejan un cadáver bonito para la historia o, si se tercia, aciertan a dar el primer paso hacia una nueva vida en otro destino y con otros galones. No ha sido el caso de Odón, que optó por el enfurruñamiento del niño que no admite que se le ha escachuflado su juguete favorito. Su berrinche empecinado sólo ha servido para acrecentar la algarabía de la larga cola de acreedores que aguardaban cobrarse las muchas cuentas pendientes. Ha tenido que ser muy aleccionador para él ver que la comitiva de los que venían con la garrota la encabezaban sus propios compañeros de partido.

Tendrá que dejar que pasen unas lunas hasta que curen las heridas. Tras las fases del duelo -negación, ira, pacto, depresión y aceptación-, Elorza estará en condiciones de volver a la primera línea. Y será muy necesario.