El PP paga mejor

Doy mi más efusiva bienvenida al circo del politiqueo a esa panda de chusqueros resentidos y ególatras que atiende por Vox. Y ya que lo acabo de escribir, señalo la decepción que me provoca tan melifluo nombre. Cuánto más juego nos daría una denominación rimbombante que incluyera al natural o en forma de derivados las palabras España, Nación y/o, por qué no, Patria. Por no hablar, claro, de ese color verde moñas que han elegido como distintivo, cuando lo suyo era el rojo y el gualda o, en plan finura y sutileza, oro combinado con grana. No sé yo cómo va a acoger tal claudicación de saque la parroquia a la que pretende vender la moto el grupúsculo neonato.

Sí, de momento, grupúsculo y hasta excrecencia menor, como se evidenció clamorosamente en el debut con picadores ante la prensa. En la mesa, una individua con tres mil seguidores en Twitter, un ser humano convertido en mascota, un simpático caradura locuaz que ha picado en todas las flores de la derecha, un exjoven cachorro verborreico que no ha pegado sello en su vida y una momia (muy bien conservada) del liberalismo tardofranquista. Haciendo de claque, señoronas empeletadas de Serrano y dos o tres antiguos portavoces de hipersubvenciadas asociaciones de víctimas del terrorismo. Ni siquiera el deseado Vidal Quadras hizo acto de presencia.

¿Y los otros? ¿Dónde estaban los extremocentristas vociferantes del PP, esos que llevan años amagando su salida ante no sé qué supuesta traición? Pues dónde iban a estar: cada cual, en su bien remunerada canonjía. No están los tiempos para renunciar a pastizales y embarcarse en aventurillas de vaya usted a saber qué recorrido. Que una cosa es ir de boquilla con la dignidad y los principios, y otra, arriesgarse a aligerar el bolsillo. Si la cosa saliera medio bien, como el invento de Rosa de Sodupe, ya se vería. De momento, Génova paga mejor, incluso a los molestos pero en el fondo inocuos michelines.

47 kilos

Ahora Grande-Marlaska, al que piropeaban Enorme-Marlaska y le cantaban mañanitas llenas miel y baba, se ha convertido en otro enanito cabrón del jardín filoetarra. Quién iba a esperar hombría de este, jo, jo, jo, se ríen la gracia unos trogloditas a otros en lo más profundo de la caverna. Ídem de lienzo, el mediano imitador de José Luis López Vázquez que atiende por Alfonso Guevara. Cómo le aplaudían con las orejas cuando elevaba su voz de flauta travesera desde el estrado para que los malosos supieran quién mandaba en la sala. Un tipo con las puñetas bien puestas, lo lisonjeaban. Desde anteayer, es un mingafría que se va de vareta por los pasillos de la Audiencia Nacional.

Porque claro, de los otros dos togados —Martínez Lázaro y Sáez-Valcárcel—, progres de cuna y agentes dobles al servicio del Satán rojoseparatista, ya se sabía que se iban a alinear con la traición. Ese escozor estaba amortizado. Pero, ¿y ellos? ¿Por qué un par de campeones de la tolerancia cero se ablandan como una galleta María en un baño de natillas y mandan a agonizar a su albedrío (condicional, pero albedrío al fin) al carcelero-de-Ortega-Lara? ¿Qué tenían en la cabeza para birlarle al Estado de Derecho y a los demócratas de toda la vida el excelso placer de monitorizar cómo se consume hasta el último estertor? ¿Cómo se les ha podido olvidar de un día para otro que la justicia no sabe a nada si no se le añaden encima unas buenas lonchas de venganza? ¿Es que ya no se ponen verracos ante la perspectiva de ver hecha realidad la deliciosa expresión “que se pudran en la cárcel”?

Si quienes se plantean estas preguntas disfrazándolas de exhortos a la dignidad no fueran tan pero tan cerriles, tendrían la respuesta. Marlaska y Guevara no han traicionado nada. Su decisión no ha sido sobre un despiadado terrorista, sino sobre 47 kilos de piel y huesos que ya no podrían ser una amenaza… salvo convertidos en símbolo.