2016, tiempo para la paz

Este blog se estrena con el comienzo del año 2016. No es casualidad. Este nuevo año debe ser el tiempo en el que debemos consolidar la paz y la convivencia en nuestro país, Euskadi, y a ello quiere contribuir Para Pacem. Sin grandes expectativas, sin exageradas ambiciones, más allá de ser un granito de arena para «preparar la paz» en toda su dimensión.

getxoPor de pronto, y a modo de recordatorio de TODO lo que nos ha ocurrido (es decir, de todo lo que hemos permitido como sociedad) irán apareciendo cada día, coincidiendo con su aniversario, los grandes acontecimientos violentos (actos terroristas en sus diversas formas, graves vulneraciones de derechos humanos, atentados a los derechos a la vida y a la integridad física y psíquica, víctimas…) que nos han marcado en los últimos años. Día a día, sin excepción del «tipo» de vulneración injusta. Siempre con la referencia del valor de la defensa de los derechos humanos, único canon al que podemos (o debemos) atenernos en este asunto.

Hay múltiples listados de víctimas. Pero la inmensa mayoría (por no decir todos) miran solo a un lado, reconozcan o no otras violencias o vulneraciones de derechos humanos. O, en el mejor de los casos, no recogen algunas violencias o víctimas, por ejemplo las causadas por las Fuerzas de Seguridad, no en el legítimo ejercicio de su función sino en la extralimitación, el abuso o, en su caso, el propio terror parapolicial. La vocación de Para Pacem, tras un cruce de múltiples listas, es recogerlo todo, siempre bajo el prisma de las víctimas de violaciones injustas de derechos humanos.

Como acertadamente declararon los autores del Informe-base de vulneraciones de derechos humanos en el caso vasco (1960-2013) -Manuela Carmena, Jon Mirena Landa, Ramón Múgica y Juan María Uriarte-, elaborado a instancias del Gobierno vasco:

Ninguna idea, ningún proyecto político, ningún amor patrio, ninguna razón de Estado pueden anteponerse al núcleo intangible de los derechos humanos: la vida, la integridad física y psíquica, la dignidad moral de la persona humana. Asesinar, mutilar, torturar, secuestrar, envilecer, corromper a un ser humano no tiene justificación moral en ninguna circunstancia.

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