Wall Street frutero….

Mercabilbao, en Basauri,  es la prueba de la evolución de una ciudad y de la adaptación de sus necesidades a una realidad actual. Las tiendas de ultramarinos –que bonita palabra- han existido toda la vida y su suministro se efectuaba desde los almacenes situados en la calle de Ronda.

Paseando hoy en día por esa calle, me resulta casi imposible de reconocer lo que en su día fue “el Wall Street frutero” de Vizcaya. Me resulta muy difícil el imaginarme la calle llena de almacenes de fruta, de camiones, de carros tirados por burros, de isocarros.

Los que hemos tenido la suerte de haberla conocido en plena actividad, recordamos aquellos camiones Pegaso –entonces me parecían gigantescos- subidos en las aceras descargando las naranjas, el bullicio que se armaba a primeras horas de la mañana, el ruido de los isocarros cargados con los ramos de plátanos envueltos en papel y paja. Era una locura. A mediodía pasaban las brigadas de limpieza y quedaba la calle perfecta para que los niños fuéramos a comprar golosinas al único oasis que existía en el centro de la calle: Casa Galindo.

Había otro almacén de frutas, el de Urréjola, pero este estaba en la otra parte del puente de San Antón en la calle Urazurrutia.

El silencio, no era precisamente la virtud de la que podían alardear los habitantes de la zona. Al ruido de los camiones había que añadir el de los carreteros que pedían paso a viva voz, el de los descargadores con su saco de esparto al hombro y demás personal necesario para que “aquello” funcionara. Menos mal que a esas horas de la mañana solo aparecían los profesionales, la gente de “miranda” no acudía, era lógico, podían haber aparecido con una coliflor en la cabeza y unas naranjas a modo de lentillas. La tecnología no había llegado y se hacían todas las maniobras de carga y descarga con el único sistema que se conocía: “la tracción a alubias”. Recuerdo, que por la tarde quedaba en la calle un olor ácido, debía ser de la fruta que caía al suelo y acababa machacada.

Cuando paseo por la Ronda los recuerdos me obligan a ir más despacio, aquella infancia….

Agur