Euskadi ¿la más machista?

Este titular afirmando que así lo es, aparecía esta semana en un diario vasco a propósito de que con respecto a la Igualdad de género en los puestos de decisión de mayor relevancia política después de las elecciones del 24 de Mayo, Euskadi no es que suspenda, es que saca un cero más que patatero. Así, ni en Bilbao, ni en Donosti, ni en Gasteiz, hay alcaldesas ni las ha habido en los últimos 40 años desde que el reloj de la democracia se puso en marcha. Pero es que ocurre lo mismo con respecto a Diputaciones y al Gobierno. Es decir que en cuatro décadas, ni Diputadas Generales ni  por supuesto, una mujer Lehendakari. Es triste pensar que hay personas que no han conocido más que hombres en estos puestos durante toda su vida… Es un interesante punto de partida para reflexionar sobre cómo se construyen (o no) referentes, y como se «normalizan» determinadas situaciones, sobre todo si tiene que ver con el poder.

40 años sin mujeres

Menos mal que estamos en un país, Euskadi, que va por delante, supuestamente, en las políticas institucionales de Igualdad con respecto al resto del estado. Emakunde ha sido un referente en el estado, al menos lo fue durante mucho tiempo y su encaje dentro del organigrama político de dependencia directa del Lehendakaritza, siempre ha sido motivo de admiración y reconocimiento por el resto de Institutos de la Mujer estatales. Pero me temo que no es suficiente. Creo que no se puede vivir de las rentas y lo que hace falta es que de una vez por todas se pongan en marcha políticas feministas que transversalicen el resto de políticas; es lo que yo llamo que se tiñan de morado, y en esto es fundamental contar con el movimiento feminista. Y ha de hacerse desde el Gobierno hasta el último Ayuntamiento… y en las escuelas, sobre todo en las escuelas.  Sólo así se conseguirá una total participación de las mujeres en  todos los ámbitos por una razón fundamental: se logrará neutralizar la sempiterna forma de hacer y pensar masculina que sin lugar a dudas es uno de los mayores frenos a la incorporación de las mujeres a la vida pública.

Las mujeres cada vez aceptamos menos los modelos masculinos en cualquier ámbito, pero en el doméstico, el laboral y el político,  mucho menos. Los hombres acostumbran a dar órdenes, a hablar creyendo que su opinión «vale más» y mostrando muy a menudo una condescendencia machista  cuanto menos insoportable. Y a todo esto hay que ir poniendo freno día a día… hay que pararles los pies. Esto me temo no es fácil y encima a veces te juegas  mucho. Por supuesto, si quieres entrar en esta dinámica acostúmbrate a que te llamen «la pesada feminista dando la chapa». Pero nos da igual,  porque  creo que esta, nuestra lucha diaria, estemos donde estemos, esta forma de insistir y al mismo tiempo resistir,  aporta ese granito de arena, ese «infinitésimo moral» de novedad que dice Amelia Valcárcel para que las cosas cambien, para que el statu quo dominante deje, de una vez por todas, de serlo.

Así, que aunque a las feministas nos acusen de que no hacemos otra cosa que contar mujeres y hombres, en el caso de la foto anterior ni tenemos que hacerlo porque el resultado es cero para nosotras. Y en esta foto que pongo a continuación de un acto de la izquierda progresista, nos quedamos en un 1-8: hay que apelar aquí, sin remilgos, a esa deuda que la izquierda tiene con el movimiento de las mujeres y que nunca termina de pagar, porque errores, se siguen cometiendo los mismos.

RP Grecia

Pongamos el Feminismo por tanto en el centro de las políticas, porque ni es contar, ni es resentimiento, ni es sólo reivindicar. El feminismo es parte de la agenda de acción política ya que es un potente instrumento netamente transformador hacia una sociedad más justa y más igualitaria. Igual por eso da tanto miedo… y por ende, también las feministas. Resistamos e insistamos. No queda otra: combativas!

Publicado por

Carmen Muñoz

Feminista. On Fire!

Un comentario en «Euskadi ¿la más machista?»

  1. Soy mujer y también considero que la mujer ha de tener más protagonismo en el entramado institucional. Pero no ha de ser ni por la fuerza ni por decreto. Que las mujeres decidan libremente si quieren asumir ese tipo de cargos. Y en Euskadi ya hemos tenido alcaldesas célebres. Recordemos a Ana Urchueguía. No se destacó por ser ni transparente, ni buena gestora, ni buena persona. Ser mujer no es mano de santo. Entre las mujeres, hay excelentes, mediocres, buenas y brujas.
    Si me dan a elegir entre la medianía y la excelencia, elijo lo segundo independientemente de si viste calzoncillos o bragas.

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