Pasionaria: la gran olvidada.

A veces sueño que vivimos en un mundo donde las personas no son pobres ni ricas. Un mundo en el cual hay empleo para todas, donde mientras la corrupción sale por la ventana, el buen vivir entra por la puerta, donde cuidamos y amamos a nuestro planeta, y donde mujeres y hombres viven en perfecta Igualdad. Cuando despierto me doy cuenta de que lo que soñaba era definitivamente un mundo al revés, como aquél que cantaba tan bonito y tan bien Paco Ibáñez.

Y si alguien soñó algo completamente distinto y un mundo al revés fue la legendaria e histórica dirigente del Partido Comunista Dolores Ibárruri, vizcaína nacida en Gallarta en 1895 a la que se dedicaba apenas unas líneas en algunos medios el pasado noviembre con motivo de la conmemoración de los 25 años de su muerte. Mujer apasionada y controvertida que a su lucha política, unió la de los derechos de las mujeres para demostrar que  éstas, fuesen de la condición que fuesen, eran seres libres para elegir su destino.

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Hija de mineros pronto tuvo que abandonar muy jovencita los estudios. Ya había superado el curso preparatorio para entrar en la escuela de Maestras para estudiar Magisterio, cuando tuvo que ponerse a trabajar como sirvienta y costurera porque su familia no tenía recursos económicos para pagar sus estudios. Sólo tenía 10 años. Santiago Carrillo diría mucho tiempo después: «Pensó en hacerse maestra y acabó siéndolo de millones de seres.»

Con 20 años se casa con un líder minero socialista y empezó a introducirse en el Marxismo adoptando dicha ideología para luchar por la clase obrera. En 1917 triunfa la Revolución Rusa y le produce un gran impacto ideológico. Así que de alguna manera empieza a desarrollar su vocación política. Es en 1918 cuando utilizó por primera vez el seudónimo Pasionaria que eligió ella misma para un artículo publicado durante la Semana Santa de aquel año en la prensa obrera: “El minero vizcaíno”.

Gran oradora dicen que embelesaba a la audiencia cuando arengaba a las masas en sus mítines.Una oratoria que sedujo a milicianas y milicianos, al proletariado y a toda persona que la escuchaba. Seguro que tuvo detractores, pero su personalidad y forma de dirigirse a la gente eran fascinantes y de una fuerza tremenda. Tenemos la gran suerte de poder acceder, a pesar de su escasa calidad, a diferentes testimonios de su voz.

Deslumbrada por la Revolución Rusa, que para ella significaba la verdadera revolución obrera y del proletariado, participó junto con la agrupación socialista de Somorrostro en la escisión del PSOE que dio lugar al nacimiento del Partido Comunista de España (PCE) en 1920. Un PCE del que llegó a formar parte de su Comité Central en 1930; un año más tarde se trasladó a Madrid para trabajar en la redacción del periódico del Partido, Mundo Obrero.

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Su militancia combativa le llevó a la cárcel varias veces y eso acrecentó aún más su fama. Había sido recién proclamada diputada por Asturias en 1936, cuando estalla la Guerra Civil. Y fue durante la misma que desplegó toda su actividad de propaganda a través de su oratoria apasionada y coherente, convirtiéndose así en un símbolo de la España republicana:

Tras perder la guerra, se exilió a Rusia desde donde dirigió el partido durante 18 años, hasta que Santiago Carrillo la desplazó en 1960. A partir de entonces ostentó el cargo honorífico de Presidenta del Partido hasta su muerte. Regresó a España después de la muerte de Franco, cuando sus ideales pro-soviéticos, apenas tenían respaldo. Ella siguió fiel a sus ideas.

Fue sin duda una mujer que merece estar en primera línea de la historia aunque realmente ha sido una gran olvidada de la misma. Una mujer valiente y brillante con una vida que no fue fácil desde muy pequeña. Además, llegó a tener 5 hijas y un hijo. Las chicas, excepto Amaia, murieron muy pequeñitas. Rubén en la Batalla de Stalingrado. Un sufrimiento que como madre le acompañó toda su vida.

Su papel de símbolo popular la convirtió en protagonista de poemas y canciones de Pablo Neruda, Miguel Hernández, Rafael Alberti, entre otros. Este último escribió esto tan bonito para ella:

¿Quién no la quiere?

No es la hermana,

la novia ni la compañera.

Es algo más: la clase obrera,

madre del sol de la mañana.

Murió a los 94 años en Madrid rodeada de su familia y de miembros del PCE. Siempre fue muy respetada en el Partido. Un partido netamente masculino, donde fue admirada y posiblemente envidiada porque fue la única mujer en un mundo de hombres. Decia Irene Falcón: “siempre había un respeto tremendo hacia Dolores, por su carácter y por su inteligencia también. Es decir, que ninguno se ha atrevido a reprocharle algo, o de haber dejado al marido… eso, en aquella época no. El machismo vino después”.

Ese machismo que vino luego, debe ser el que nunca se termina de marchar, y en política, si cabe, un poco más. Así que en honor y recuerdo de tantas mujeres que en aquellos duros años pelearon con coraje por un mundo mejor, tantas Rosarios, Ana Marías, Cármenes, Begoñas, Josefas… y tantas Lolas y Dolores, le pido permiso a Pasionaria para dedicarle desde este post, el himno por excelencia de las Lolas… estoy segura de que a ella le hubiera gustado…

¡Recordarte ha sido descubrirte! También puedes oirlo en nuestro programa de radio «No somos recién llegadas» dedicado a visibiizar mujeres a lo largo de la historia.