¡Desnudas más elegantes!

Una piensa que el pudor y una poquita de vergüenza ajena a menudo debiera contagiarse. Pero pasa el tiempo y veo sorprendida que esto no es así. Durante el año pasado, y si no recuerdo mal también en verano, los alcaldes de Valladolid y Málaga hacieron gala de ser unos machirulos de cuidado. Hoy el de Granada, sin haber aprendido nada al respecto, hace alusión a que las mujeres con “menos ropa, son más elegantes”.

Me pregunto cómo somos capaces de escuchar tantas machistadas y que no se nos remuevan las entrañas. A mi se me remueven y mucho… y están bien las disculpas, pero lo que exigimos es que declaraciones así no vuelvan a producirse. Decía yo hace poco, en este mismo espacio, que estos sarpullidos contínuos de micromachismos cotidianos nos dejan el corazón lleno de ronchas y añado ahora que con el tiempo estas heridas, si no mejoran, se convierten en postillas de esas que dejan marcas… y no se borran jamás.

Es tan cansino este discurso que lo mejor sería no hacerles caso, taparse la nariz y dejar que el aroma testosterónico que se respira por todas partes, nos de un poco de tregua, pero el caso es que el día a día no hace más que demostrarnos que cañetes (si, con minúsculas), y demás líderes políticos muy a menudo hacen flaco favor a las Mujeres y a la Igualdad de Género.  Y me refiero tanto a los de nuevo cuño como del antiguo, porque como llevo denunciando aquí hace mucho tiempo, aquí ninguna sigla se salva. Y sinceramente si no fuera por las mujeres que militan en todas ellas, y las denuncias que día a día llevamos a cabo, volveríamos unos cuantos siglos atrás… ¿Creen que exagero? Puede, pero por si acaso estemos alertas! 

¡Aquí huele a Varón Dandy!

No sé si os está pasando a vosotras, pero últimamente a mi todo me huele a colonia testosterónica, de esa que si tienes la mala suerte de que si te toca alguien al lado con ella puesta en un largo viaje, prefieres no respirar a morir oliendo tales efluvios. No exagero. Últimamente huele mal, muy mal porque hay demasiadas malas noticias para las mujeres: un rebrote espectacular de la violencia machista se está convirtiendo en el pan nuestro de cada día y un sarpullido continuo de micromachismos cotidianos nos deja el corazón lleno de ronchas. No, no creáis que estoy exagerando. Estos últimos meses se han convertido en una pesadilla para las mujeres y niñas como así lo demuestran las cifras que atañen a la violencia de género y que crecen sin parar.

INVISIBILIZADAS

Las buenas noticias, ésas que debieran hablar de los logros de las mujeres, o simplemente de mujeres que trabajan y ponen en valor su talento, son muy escasas. Y cuando hablo de trabajo no sólo me refiero al ámbito profesional. Hay actividades que se desarrollan en la sociedad civil que tienen que ver con el asociacionismo, con el voluntariado, con la política de base y con tantas y tantas cosas en las que las mujeres desarrollan un trabajo invisibilizado y de las que apenas se habla. No digamos ya el trabajo doméstico y de los cuidados en los que ellas siguen, desafortunadamente, siendo las dueñas y señoras, porque mientras ellas limpian la casa y cuidan a toda aquella persona que entra por la puerta, la corresponsabilidad salta por la ventana.

Y no exagero, sólo hay que hacer una pequeña búsqueda en las estadísticas del INE, en un apartado que se denomina Encuesta de Empleo del Tiempo y te saltan los datos a la yugular: “las mujeres dedican cada día dos horas y cuarto más que los hombres a las tareas del hogar y sigue habiendo una diferencia de participación en el trabajo no remunerado de 17 puntos porcentuales a cargo de las mujeres (74,7% los hombres y 91,9% las mujeres)”. Sírvanse profundizar ya que estamos en la cocina.

PASEMOS A LA ACCIÓN

Presidentas no princesas

Pienso que a lo largo de la historia si alguna vez ha tomado relevancia el Feminismo y han resurgido con más fuerza sus reivindicaciones, ha sido en los momentos de transición hacia formas sociales más justas y liberadoras. Éste es uno de esos momentos históricos que no podemos dejar pasar. De lo contrario, me temo que el olor a Patrick, a Varón Dandy y a Brummel se quedará impregnado para siempre en nuestras vidas. Así que abramos las ventanas, respiremos, salgamos a la calle, tomemos los puestos de decisión y seamos protagonistas de la revolución social… Sin nosotras, me temo, ¡no es posible!

Este artículo es parte de una publicación de esta autora en Doce Miradas @docemiradas