¿Quién da la cara frente al paro?

A veces me asombro de la capacidad humana para escuchar determinadas noticias sin que se nos mueva un pelo. Escuchar que el 1% de la población mundial acumulará más riqueza que el otro 99% en 2016, suena tan terrible que a mucha gente le dará por pensar que esto es cosa de los países más pobres del planeta. Si fuera así, España puede alardear de estar en el banquillo de honor ya que según un informe de Oxfam, el 1% de la población española concentra más riqueza que el 70% más pobre. España además, está a la cabeza en desigualdad en Europa. Más que banquillo de honor, es cum laude.

Uno de los indicadores que evidentemente inciden en la pobreza de las personas es el nivel de desempleo de los países: en España son 5,5 millones las personas que no tienen trabajo. En Euskadi son 174.100. He escrito las cifras a conciencia. Estoy cansada de los impersonales porcentajes porque, aunque abultados, son perversos: esconden las cifras reales que oculta la terrible realidad de personas con cara, con cuerpo, con ojos… con esos ojos que muchas veces no nos atrevemos a mirar. Nos da miedo… el miedo a reconocer qué poco estamos haciendo por ellas, porque quizás estamos mayoritariamente sumidas en una nebulosa que envuelve la quimera de “las cosas están cambiando» o » las cosas van a ir mejor”. Mentira.

Y es que las cosas están muy mal… para quien están mal, ¡claro! Mientras paradas y parados de larga duración, sin recursos, sin ingresos, aceptan trabajos precarios donde son explotados, hacen largas colas para obtener una miserable ayuda económica y sobre todo, y lo que es peor, han perdido la esperanza, vas viendo como personas encuentran trabajo sólo por puro y duro clientelismo, no por méritos. Y además, si eres mujer el paro te golpea fuertemente: entre el segundo y último trimestre del 2014 en Euskadi el paro femenino se incrementó en 6.000 mujeres, el masculino en 500. Y ya no importa si tienes formación: al acabar el 2014 había 32.400 mujeres con educación superior en paro, hombres 25.600. Y debo nombrar, porque además formo parte de ese colectivo, a las personas en paro de más de 45 años. Un drama del que apenas se habla: son las y los grandes olvidados, personas a las que se está excluyendo salvajemente en vez de articular fórmulas para revertir su conocimiento en la sociedad.  La doble o triple, ya casi he perdido la cuenta, discriminación es tan apabullante que todavía no me explico cómo no hemos salido a la calle en una marea de no sé qué color y le hemos sacado los colores a los que nos gobiernan.

No me explico cómo con los datos que han salido hoy a la luz sobre el último trimestre del 2014 y que arrojan la bochornosa cifra de 700 personas más en paro en Euskadi, no se le ocurre a ningún responsable político dar la cara, no para darnos porcentajes que para eso ya están los medios de comunicación, sino para decir que se le cae esa misma cara de vergüenza, que pide perdón a la ciudadanía por no ser capaz de erradicar el desempleo ni de frenarlo, y que va a poner en marcha políticas activas de empleo, que se acaban las políticas clientelares de dar empleo con criterios partidistas, que se van a eliminar los coches, los últimos modelos de telefonía para la clase política, los viajes innecesarios, las dietas y las comidas y cenas, cuando hay gente que se muere de hambre… en definitiva, que van a rendir cuentas y si estas no salen, se van a su casita.

Mientras,  las personas que estamos en este vía-crucis personal, estamos hartas  de que nos digan que hay que ser positivas, que no hay que dejarse vencer, o lo que es peor, que hay que emprender. Y la “purita realidad”, ésa que a casi nadie le interesa, es que tenemos suficiente con levantarnos cada mañana, porque no es que nos vayamos a enfrentar al mundo, es que el mundo se nos cae encima como una mochila que te impide pensar, hablar y moverte. Si nos levantamos ya es mucho… y si nos organizamos mucho más: esa es nuestra tarea diaria cuando sentimos que el futuro no existe y que las miradas condescendientes de nuestro alrededor muchas veces nos dan asco y rabia, mucha rabia que por algún lado va a explotar. No tengo la menor duda…

La derecha y la iglesia, calladitas!

Llevo tiempo intentando escribir sobre la reforma de la Ley del aborto que nuestro “amigo” Gallardón se trae entre manos (él y sus amiguitos de la iglesia), y no me decido. Se está escribiendo tanto, tan bien y con tanta razón, que a una ya le quedan pocos argumentos que esgrimir en contra de la barbaridad que estos energúmenos carcamales están a punto de poner en marcha.

A la conclusión que llego es que realmente esto de la vida humana que tanto defienden, se la trae bastante al pairo. Si con la contrarreforma (sólo escribirlo se me ponen los pelos de punta) quieren proteger a los no nacidos, o lo que ellos consideran que son no nacidos, argumentando que la vida es vida desde que ellos lo dicen, simplemente porque tienen la razón por encima de todo, me pregunto qué pasa con los miles de mujeres que van a tener que abortar poniendo en peligro sus vidas, y posiblemente llegando a morir, porque las condiciones en que van a tener que hacerlo puedan carecer de las mínima garantías para su salud. Estas por lo que se ve, no tienen derecho a la vida!

Ya, ya me sé la respuesta que me darían: que no aborten y si lo hacen, pues miren como que se lo merecen en cierta forma. Por tanto, mi conclusión es que lo que realmente está detrás de todo esto, es que no pueden soportar  que podamos hacer lo que nos dé la gana. No pueden con ello y se empeñan en ser ellos mismos los que quieren decidir, sobre nuestras vidas, sobre nosotras, sobre todo.

Ningún país en el que esté prohibido el aborto, ha conseguido que ninguna mujer aborte. Ningún país que ha restringido una ley del aborto creyendo que así se iban a reducir, lo ha conseguido. Esta cruzada que el ministro de injusticia está llevando a cabo para salvar su alma, imagino por muchos de los pecados que según su religión comete día a día, le reportará el cielo, cree él. A nosotras nos lleva derechas al infierno.

Al infierno de hace más de 30 años, donde a costa de la movilización de muchas mujeres y de los colectivos feministas, se consiguió allá por el año 1985  una ley que aunque ya venía llena de carencias, poco a poco ha ido ajustándose a la realidad de nuestros derechos reproductivos. Me viene a la memoria la vergüenza por la que tuvieron que pasar aquellas once mujeres de Basauri entre 1976 y 1982 en aquel vergonzoso juicio que se denominó “las 11 de Bilbao” y que sacó a la calle a todo el movimiento feminista y muchas mujeres solidarias, consiguiendo al final además de ser indultadas, sentar un precedente para que fuera aprobada la Ley del aborto por el Gobierno de Felipe González.

Igual lo que ocurre es que menosprecian nuestra capacidad de movilización y de reivindicación creyendo que el movimiento de mujeres está fragmentado y que no va a pasar nada… pero están muy equivocados. Hay cosas, y el aborto es una de ellas, con las que las mujeres no vamos a transigir, porque es nuestro derecho querer decidir sobre nuestro cuerpo, nuestras vidas y la de los hijos e hijas que vayamos a traer a este mundo. Porque estos elementos no entiende que lo que estamos reivindicando es eso, nuestro derecho a decidir, y que eso no significa obligar a que ninguna mujer  aborte si no quiere hacerlo.

Así que no, no  nos vamos a dejar… porque creemos firmemente en  lo que dice el cartelito que ilustra este post: las mujeres decidimos, la sociedad nos respeta, el estado garantiza y la derecha y la iglesia se callan. AMEN!

Carta a una amiga en paro.

 

Estos días ando de la ceca a la meca ya que se está celebrando, el Foro para la Igualdad en Euskadi. Es un Foro para la reflexión en el que se repite constantemente los niveles de desigualdad en los que todavía estamos, la precariedad y pobreza femenina y cómo no, siempre aparecen como estrellas invitadas los datos del paro femenino fruto de la desigualdad laboral que casi nadiequiere aceptar.

Tanto es así, que no puedo dejar de pensar en ti querida amiga que estás en paro y que muy a tu pesar, sólo eres un número más entre los que  conforman esa tremenda cifra que no va a dejar de crecer. Tú, amiga, que fuiste despedida con cuatro mujeres más y nadie dijo nada. Tú que con una carrera profesional brillante y una carrera académica, sacada a pulso de tus ratos libres igualmente espectacular, no te sirvieron para que alguien lo valorara. Ser mujer y estar cerca de los 50, no te ayudó, pero lo que es peor, me temo que vas ser invisible de aquí en adelante. Qué sociedad más ciega! En cualquier país europeo se valora la experiencia, el talento y la trayectoria de las personas y la importancia que ello tiene en la transmisión del conocimiento. Aquí, la mayoría de las veces sólo se les valora a los varones. Alguien que sabe mucho de esto me lo decía claramente hace unos días: si fuera un hombre sería un “fichaje”. Si eres mujer no te valoran. A nadie le importa. Eres una viejuna en el mejor de los casos, y una menopáusica en el peor  de ellos

Así que te he visto en pura desesperación por no tener eso, ninguna esperanza. Vagando alrededor de ti misma sin encontrar el rumbo. Pidiendo ayuda a gritos cuando pocos tuvieron la enorme paciencia de escucharte, porque si alguien pudo hacerlo pasó de largo y los que no podíamos hacer nada, nos moríamos de pena al verte llorar. Viajaste tan dentro de ti que estuviste a punto de perderte. Hasta tus amantes te dieron de lado. Siempre creíste que te querían por cómo eras, pero estabas equivocada. Posiblemente lo hicieron por lo que significabas en su imaginario masculino. Te dolió, pero no te sorprendió. Igual es que nunca esperaste nada de ellos. Y cuando tus propias lágrimas te ahogaron, el desencanto te había dejado paralizada y la decepción recorrió como una bala tu cerebro de lado a lado, empezaste a respirar, con dificultad. Apenas se te oye, pero respiras.

A veces, cuando estoy contigo no puedo evitar un sentimiento de compasión pensando que tú te crees que lo has superado, pero yo veo que la línea para volver atrás es tan delgada que siempre me estremezco. Otras veces, te admiro por tu esfuerzo titánico, por querer vivir y sobre todo, por querer cambiar de vida en una sociedad que te ha dado la espalda. Porque nadie que conozco es tan fuerte y tan vulnerable a la vez. Porque estás aprendiendo a mirarte tú misma y no a través de la mirada de los demás. Y no me queda otra que quererte. Aunque visto lo visto, lo mejor es que te quieras tú. Y no tengo duda de que estás en ello.  Larga vida, amiga, pero eso sí, siempre cerca de mí.