Violencia de Género: ¿A quién le importa?

 “Si analizamos por qué las mujeres sufren agresiones, la multitud de formas de violencia que las mujeres padecen, ya sean los crímenes en nombre del honor o la mutilación genital, todos ellos se basan en la idea de que las mujeres no deben controlar su sexualidad”. Charlotte Bunch, activista y política feminista.

De nuevo un 25 de Noviembre como jornada de reivindicación del Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Y de nuevo, tenemos que hablar de las miles de mujeres que son víctimas de esta horrible lacra. En el caso de Euskadi, nada más y nada menos, 4.765 mujeres víctimas de la violencia machista reciben en la actualidad algún tipo de protección por parte de la Ertzaintza. Sí, lo han “leído” bien: casi 5.000 mujeres. ¿Se imaginan estas cifras en cualquier situación que tuviera que ver con el género masculino? Les aseguro que estaríamos oyendo al respecto, noticias y noticias en los medios de comunicación, todos los días.

punto.lila

Al igual que el 25N del año anterior, el contador no para; y lo que es peor, no baja. Si ya sólo una mujer asesinada es mucho, 45 lo han sido a día de hoy en el Estado español. Exactamente la misma cifra que el año pasado en estas fechas. Y los números duelen, porque detrás de las 45 asesinadas, de las 15.972 que llevan protección oficial porque se teme por su vida, y de las casi 125.000 denuncias que se produjeron el año pasado en el 016, hay una mujer apaleada física o psicológicamente. Y sobre todo, detrás de cada una de estas escalofriantes cifras hay un machirulo maltratador que aterroriza, un machirulo en definitiva, que se cree el dueño del destino de las mujeres. Y tal y como dice la campaña en FB, (Libre de violencias machistas)  #Almachistaledigo, yo le digo que NO, que las dueñas de nuestras vidas somos nosotras.

Foto 25N 2014

En todo este baile de números, fríos y sin caras visibles, que cada año se mueven en torno a esta fecha, se quedan en el tintero medidas claras y contundentes para erradicar esta lacra que lapida la vidas de las mujeres, y que como dice Charlotte Bunch tiene como objetivo que las mujeres no controlemos nuestra sexualidad. De otra manera, ¿cómo se entiende que no se actúe con contundencia (no ya con los asesinos y maltratadores, que también), en educación, y en el establecimiento de medidas encaminadas a la prevención y la transformación radical de la sociedad? Una sociedad que victimiza continuamente a las mujeres, en vez de tratarlas como seres autónomos capaces de tomar sus propias decisiones y ser dueñas de sus vidas.

Pero para eso hay que dejar de mirar hacia otro lado y no conformarse con una mini mención en los medios de comunicación cuando se produce un asesinato o cada 25 de noviembre. Tiene que ser un compromiso serio y no un maquillaje político: los lazos y puntos lilas están muy bien, pero son insuficientes a todas luces…Y que nadie se confunda pensando que esto es un problema de las generaciones de más edad. En 2013, sólo en Euskadi, 1.138 mujeres jóvenes de entre 15 y 29 años fueron víctimas de violencia machista… Si alguien ve estas cifras y no se estremece es que no es de este mundo; y si es un o una política menos… Llegan tiempos de cambio y la Violencia de Género ha de estar obligatoriamente en la agenda política. Tomen nota en campaña electoral a ver cuántos partidos se interesan sinceramente por el tema. Y después, decidan!

¡De arroces y relojes biológicos!

Reflexiono a propósito del artículo publicado en El País, No soy madre porque no quiero, porque llevo tiempo pensando en escribir sobre este tema y la publicación del artículo me ha servido de inspiración.

Me pregunto por qué a las mujeres que han decidido no tener hijos/as, se les pone tanto en cuestión. Además de soportar continuamente algunas de las famosas frases como que se nos pasa el arroz, o  que nos vamos a perder lo mejor que puede hacer una mujer, nos vemos sometidas a la consideración muchas veces de ser una mujer a medias”, es decir no completas. Como si la maternidad fuese la fórmula mágica que realmente nos hace ser mujeres de verdad.

Yo, como cualquier mujer cabal, entiendo la maternidad como una opción absolutamente libre. El problema es que muchas veces no lo es. Pero es que todo este discurso patriarcal responde a una sola razón, la de continuar siendo recluidas en nuestro papel reproductivo y doméstico mientras el ámbito productivo, el público, y con ambos los de mayor prestigio, siguen siendo predominantemente masculinos. Hace tiempo ya lo denunciaba en mi artículo [Enlace roto.], desde una perspectiva más económica, pero ahora quiero denunciar cómo sistemáticamente se nos acusa de egoístas y sobre todo se nos calla la boca al grito de “tú no eres madre y no puedes opinar” cuando participamos en este debate. Y es que tampoco soy política y hablo de política, y tampoco soy creyente y hablo de religión. Nada me desautoriza. Pero es que hablar de temas como la maternidad están actualmente sublimados y parece que otorgan un estatus diferente, por no decir superior, a las mujeres que son madres. Y todo este discurso androcéntrico es, desde mi punto de vista, una trampa. Una trampa reforzada últimamente con el discurso actual de la maternidad y crianza natural que puede derivar en una “mística de la maternidad” peligrosa.

Me canso de escuchar a mi alrededor y sobre todo en los medios de comunicación, expresiones como: ser madre es lo mejor que me ha pasado en la vida o la experiencia de ser madre es la más maravillosa que le puede pasar a una mujer, y se me ponen los pelos de punta. Y yo respeto, pero entiendo que cada mujer debe hablar de su experiencia y no se debe objetivizar lo subjetivo, contribuyendo a que parezca un valor universal. Con ello no se hace sino contribuir a fomentar los valores patriarcales que han creado una sociedad injusta y desigual, fruto de la cual las mujeres seguimos siendo ciudadanas de segunda, bajo el lema de que para ser una Mujer “como dios manda” (quién sino), hemos de ser buenas madres y esposas. Porque al final, el cuidado de los hijos e hijas, como el de todas las personas dependientes, cae mayoritariamente en las mujeres.

Este sistema nos necesita para seguir reproduciéndonos, y para ello elabora un discurso en torno a la familia tradicional que invisibiliza y repudia otras formas de entender la sexualidad, la familia y la propia autonomía personal. Miren sino como para “ser buenas” y no «raritas» hay que tener bebés, pero por otro lado, si dos lesbianas quieren tenerlos se les pone las trabas que hagan falta. La hipocresía rezuma por todos los lados en este sistema arcaico, mohoso y lleno de meapilas.

 Y además, y para colmo, dentro del imaginario colectivo existe la creencia de que las mujeres que además de haber decidido no tener hijos/as, han decidido no tener pareja, no practican sexo. Se convierten así en unas estériles sociales, porque en el fondo hablamos de lo mismo, de reproducir la familia tradicional. Que está bien, para quien lo quiera, pero que hay otras formas de relacionarse. Y a propósito del sexo, nada más lejos de la realidad: en general la actividad sexual suele ser prolija, enriquecedora y sobre todo libre, muy libre.

Detrás de todo ello, esta por supuesto el miedo que se tiene a la capacidad de decisión e independencia que tenemos las mujeres, cada vez mayor sin duda, porque no vaya a ser que se me “desmanden” y me den la vuelta a esta sociedad injusta e insolidaria y se acaben los privilegios para muchos. Pero eso es lo que hemos empezado a hacer. Y mientras tanto, déjense de arroz y de relojes biológicos. Nos aburre!