La ablación del clítoris: un horror silenciado

El 6 de febrero, es la fecha elegida por las Naciones Unidas para celebrar el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF), una práctica reconocida internacionalmente como una violación de los Derechos Humanos de mujeres y de las niñas en todo el mundo.

mutilacion-genital-femeninaEsta práctica que consiste en la ablación del clítoris*, tiene consecuencias gravísimas para la salud física y psicológica de las mujeres no sólo en el momento que se realiza, sino de por vida. De hecho, estos actos han sido considerados desde la comunidad internacional como un grave atentado a la integridad de las mujeres que lo sufren. 

Bajo el manto de la tradición disfrazada de ritual, que sirve de justificación para las culturas que lo realizan, se esconde una única realidad: privar a las mujeres de placer a la hora de tener relaciones sexuales. Es decir, coartar su independencia y libertad y en definitiva, controlar su sexualidad. Un tema que ha preocupado siempre a las sociedades patriarcales que no aceptan bajo ningún concepto que las mujeres decidan por sí mismas qué tipo de sexualidad quieren y cómo desean vivirla. Hay muchas formas, todas denunciables, de coartar esta libertad pero si cabe, esta es una que urge erradicar. Las sociedades más arcaicas, muchas veces basándose en la religión (cada cuál la suya, aunque todas hostiles con las mujeres) siempre han defendido todo tipo de subterfugios para que las mujeres no puedan ser dueñas de sus vidas y sus cuerpos. Es una sintonía tan repetida que si sólo aburriera no estaría mal, pero es que MATA. Piensen también, en la prohibición del aborto que condena a las mujeres que lo practican en malas condiciones, a una muerte segura o a efectos terribles para su salud. Todo va de lo mismo.

Se piensa, o mejor se quiere creer que esto ocurre en lugares lejanos donde la gente carece de cultura. Por ejemplo, en Kenia la prevalencia de la ablación del clítoris es del 70%. Yo fui testigo en unas vacaciones en dicho país de tal hecho. Estábamos visitando una aldea masai, cuando me llamó la atención una choza cerrada a cal y canto con dos guerreros masais, lanzas en alto, custodiando la puerta. Pregunté qué pasaba allí dentro porque el resto de chozas estaban completamente abiertas a la panda de guiris que andábamos por allí haciendo fotos y comprando pulseras. Cuando me explicaron que dentro había dos niñas a las cuales se les había practicado la ablación hacía unos días, sentí una especie de arcada vital que me tuve que marchar. Pero nadie más lo hizo. Por supuesto, me tacharon de feminista loca y trataron de convencerme de que hay que respetar las tradiciones de las culturas que visitas…¿culturas que matan? me preguntaba. No pude hacer nada evidentemente, excepto quejarme y decir que era inadmisible. Pero lo que tenía que haber hecho es quitarles las lanzas a los supuestos guerreros, abrir la puerta y llevarme a esas niñas a un hospital… Todavía me pesa no haberlo hecho consciente de que probablemente no me lo hubieran permitido, pero no hay día que no me pregunte si aquellas niñas consiguieron salir vivas de su secuestro o quizás murieron en el intento, como les ocurre a tantas mujeres cada día.

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El problema está en que además de en estos lugares, ya no tan remotos, este tipo de prácticas se detectan a la vuelta de la esquina de donde vivimos. Según la Organización Mundial de la Salud, entre 100 y 140 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a la mutilación genital. África y Yemen son los principales países, pero las cifras están aumentando en Europa, Australia, Canadá y los Estados Unidos, principalmente entre los inmigrante procedentes de África y Asia Sudoccidental.

En el Estado español, son 17.000 las niñas que pueden estar en peligro de sufrirla, y en Euskadi, donde Emakunde ha puesto en marcha un programa de prevención, son 800. A mí, pensar en tantas mujeres sometidas a estas salvajes prácticas me hiela el corazón, pero sobre todo, me sigue quedando la terrible frustración de si podemos hacer algo más. Como cuando estuve en Kenya. Mientras, ¡mucho dolor!

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* Existen tres técnicas para la ablación del clítoris. 1) La escisión: resección parcial o total del clítoris y de los labios menores, con o sin recorte de los labios mayores.2) La clitoridectomía: resección parcial o total del clítoris, sin tocar los labios. 3) La infibulación: estrechamiento de la abertura vaginal (coserla) para crear un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores.