¡Ni Fátima ni Mariano!

Muy a pesar de Fátima Báñez que dice lo contrario o de M. Rajoy que no quiere ni hablar del tema, la desigualdad salarial es literalmente “el mayor robo de la historia”. Así de rotunda ha sido Naciones Unidas en su afirmación al respecto de la brecha entre salarios de hombres y mujeres, en la celebración del Día de la Igualdad Salarial que se celebra anualmente cada 22 de febrero. Para más inri, la brecha salarial no es que solo sea un lacerante problema en pleno siglo XXI, es que además, lejos de desaparecer sigue aumentando. A Rajoy lo que le debe dar vergüenza es reconocer que los empresarios se ahorran 42.000 millones en nóminas por efecto de «birlibirloque», que en este caso  no es magia sino la brecha salarial.

Y es que un mismo trabajo debe tener un mismo sueldo, así de sencillo… y así de complejo. Lo contrario  es ilegal y por tanto, profundamente antidemocrático. Está prohibido y que la ley no se cumpla es responsabilidad de quienes tienen que velar por su cumplimiento y en este caso, poniendo recursos para que a través de las inspecciones se pueda sancionar de forma taxativa a las empresas que cometan dicha ilegalidad. No hay leyes que sean efectivas sino van acompañadas de sanciones por su no cumplimiento. Y para ello hace falta una decidida voluntad política.

Pero la laxitud de las leyes a este respecto y su carácter meramente declarativo, entre ellas la Ley Vasca para la Igualdad entre Mujeres y Hombres de 2005, es un claro ejemplo: buenas intenciones pero poco cumplimiento, y es que el caso que nos ocupa, ni siquiera nombra en su extenso texto, la  brecha salarial. Acaba de cumplir 13 años y como otras similares cumplieron su misión hace unos años pero esa Ley, como otras muchas, debe ser actualizada para que pueda ser efectiva y para que de verdad se cumpla. Ya es hora de que haya voluntad política de transformación y sobre todo, se pongan los medios para ello.

La proposición de la Ley de Igualdad Retributiva presentada por Unidos Podemos en el Congreso ha salido adelante con el apoyo de todos los partidos excepto el Partido Popular, porque tal y como expuso su diputada Celia Villalobos (¡portavoz de Igualdad del PP!) en el debate para aprobar su trámite “es una iniciativa voluntariosa pero carece de realidad”. Sinceramente, creo que hay mucha gente que vive  en los mundos de Yuppi. De todas formas, y muy a su pesar ha salido adelante.

En el Parlamento Vasco a petición de Elkarrekin Podemos y esta vez sí, con el acuerdo de todos los partidos del arco parlamentario, se ha aprobado una resolución para que  el Gobierno Vasco  elabore en un plazo de seis meses un plan de acción con medidas específicas para combatir la brecha salarial. El miércoles pasado se celebró una Mesa de Diálogo convocada por el Gobierno y que ya ha empezado con problemas por la negativa de algún agente social a acudir. Hay desconfianza.

Veremos qué da de sí y si de verdad hay voluntad política efectiva para que la brecha salarial desaparezca de una vez por todas,  porque es posible. Es posible evitar que el 67% de los empleos menos remunerados de Euskadi estén ocupados por mujeres… es posible porque es nuestro deber hacer lo imposible para remediarlo, con leyes, con sanciones, con recursos… porque si hay algo cierto, es que la discriminación salarial lo que provoca es que se perpetúe la desigualdad entre mujeres y hombres… ¿queremos estos para las mujeres del futuro?

Miremos en este sentido a Islandia que desde enero ha prohibido por ley la ilegalidad de las diferencias salariales decretando que un mismo trabajo debe obtener una misma remuneración sin importar el sexo, la identidad de género, el grupo étnico, la identidad sexual, la nacionalidad o la religión.

Mientras, tenemos que seguir aguantando a los negacionistas, que ponen el grito en el cielo y en tela de juicio una verdad que los datos, no hacen más que corroborar. A nivel global, las mujeres ganan de media un 23% menos que los hombres, “No hay un solo país, ni un solo sector en el que las mujeres ganen los mismos salarios que los hombres”, afirma con rotundidad la asesora de ONU Mujeres, Anuradha Seth.

En Euskadi la brecha salarial se estima en un 25%.  Las trabajadoras vascas cobraron 7.500 euros menos que los hombres. Así que las mujeres a partir de noviembre, trabajaremos gratis.

¿Razones?, una: sólo por ser Mujeres. No busquen más. No se me ocurre ningún adjetivo lo suficientemente contundente para describir tamaña inmoralidad.

Trabajemos por tanto sin descanso para contribuir a la desaparición de esta injusticia discriminatoria, que mina nuestra empleabilidad, precariza nuestros empleos, recorta nuestros derechos y esquilma nuestras pensiones.

 

 

 

 

 

 

UnidOs Podemos ¿quién?

“El lenguaje crea imágenes y para cambiar las imágenes hay que cambiar el lenguaje” esto decía el insigne escritor y humanista, José Luis Sampedro.

En estos últimos años el movimiento feminista ha reclamado una “reflexión política” sobre el lenguaje, un lenguaje que no es neutro, como dice Francesca Graziani “la impronta patriarcal se ha inscrito en la estructura gramatical y ha influido en gran medida en los usos lingüísticos de mujeres y hombres (…) la estructura sexista de la lengua es el resultado más de hechos de orden cultural que estrictamente lingüístico…”

Mafalda

Es cierto que una lengua, en este caso la que nos ocupa el castellano, no es machista pero el uso que hacemos de la misma puede serlo y como sí que es cierto que el lenguaje refleja a la sociedad que lo habla, es hora de que reflexionemos sobre la utilización del mismo de forma que no discrimine, para que también las mujeres seamos  visibles y protagonistas.

En la Política, en general, se hace poco esfuerzo por utilizar un lenguaje inclusivo de género, y como resultado tenemos discursos cansinos donde sólo se habla en masculino. A mi evidentemente me chirría. Es verdad que últimamente se hace un poco más de esfuerzo, sobre todo algunas fuerzas entre las que nunca está el PP, por decir por ejemplo: trabajadores y trabajadoras, compañeras y compañeros y terminología parecida que son el «abc» de cualquier mitin que se precie pero poco más, de forma que podemos afirmar que en el lenguaje hablado poco se ha avanzado. Sin embargo, en el escrito se tiene más cuidado, sobre todo en los programas de los partidos ya que me temo son revisados con tiempo por expertas en lenguaje inclusivo para no meter la pata y que las feministas no pongamos el grito en el cielo. Pero en el discurso diario, queda mucho por hacer.

cartel

Reconozco que no es una tarea fácil y a todas se nos escapan de vez en cuando, sobre todo en el lenguaje oral, términos poco inclusivos (han sido demasiados años de colonización machista) pero es cierto que esto ya no es admisible. Ya no hay justificación para que esto no se cuide y se trate con rigurosidad. Hay que exigir que se nos nombre. No hay otra.

UNIDOS PODEMOS

Por ello hoy más que nunca no es de recibo y es absolutamente criticable que partidos de izquierda hayan elegido un nombre para su coalición que sólo hable de ellOs: en masculino. Desde esta tribuna lo criticaría de cualquier formación pero es que para más inri, si alguien está todavía en deuda con el movimiento feminista esa es la izquierda en su totalidad: siempre ha habido cosas más importantes que la lucha de las mujeres, siempre se nos ha dicho aquello de «ahora no toca», siempre en segundo lugar… Y la hora de la reparación de todo ello no es que haya pasado, es que si seguimos así, no va a llegar nunca. Deuda histórica, creánme!

felpudo

Lo sabemos, hay resistencia al respecto: argumentos tan simples como “pero si siempre ha sido así” o algo peor “pero si cuando hablas en masculino es porque es genérico y ya se entiende que se refiere a las mujeres”, son utilizados muy a menudo. Sinceramente me río para ridiculizar estos argumentos… ¡reír por no llorar!

Dice Mercedes Bengoechea, figura internacional en el estudio del lenguaje y su relación con el género,»dado que la lengua es el medio por el cual se transmite y comunica el pensamiento, al estar nuestra sociedad construida sobre estructuras de carácter jerarquizador y discriminatorio contra las mujeres, es inevitable que transmita y comunique, como lo hace, tácticas para preservar dicha jerarquización, es decir la invisibilidad, la exclusión del género femenino y el manifiesto afán de que esté implícito, a la hora de hablar y escribir, el masculino.»

Por todo ello, critico muy a menudo en este y otros foros que mientras la política siga tan masculinizada es difícil que las mujeres formen parte de la misma, y peleo día a día para que se feminice y para que los hombres dejen  paso a las mujeres olvidando sus privilegios. Pero este «zas en toda la boca» solo me hace reafirmarme en que no es posible una democracia sin feminismo y que no es posible luchar si de una u otra forma se sigue invisibilizando a las mujeres y tratándolas de «segundonas». Y esto cuando se elige un nombre o un discurso es vital.

Ahora sí, unidas, juntas e ilusionadas para de una vez por todas dejar de preguntarnos ¿dónde están ellas?