Sinceramente no le entiendo a Carmen Chacón. Le conozco y sé que actúa con la mejor de sus intenciones pero es como que alguien se imagine que Rubalcaba lleve en su candidatura a Barrionuevo y dijera que éste iba a abanderar democráticamente la lucha contra la delincuencia. No tendría la menor credibilidad.
De ahí que me parezca incomprensible que el eurodiputado y ex ministro de Justicia, Fernando López Aguilar, ante la presencia del primer ministro checo Viktor Orban en Estrasburgo, se atreva a opinar sobre las demasías constitucionales de este hombre al que no le ha quedado más remedio que rectificar, recular, y poner en valor democrático una Constitución como la checa que atentaba contra la libertad de expresión y la seguridad jurídica en su país. Y gracias a la presión comunitaria, cosa que está muy bien, lo ha hecho porque la Unión Europea es un club democrático.
López Aguilar le ha dado a Orban clases de democracia y le ha dicho que ésta se basa en el gobierno de las mayorías pero respetando a las minorías. Como teoría está muy bien, pero ¿qué hizo en la práctica López Aguilar siendo Ministro de Justicia con el asesinato del cámara, José Couso?.
El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz dictó en octubre de 2005, orden de detención internacional contra los tres militares norteamericanos acusados de matar a Couso.
Tras la resolución judicial, los entonces ministros de Justicia, Juan Femando López Aguilar, y de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se pusieron en contacto con el embajador norteamericano para tranquilizarlo.
López Aguilar le transmitió que el Gobierno «pondría todo su empeño en cuestionar la decisión del juez basándose en argumentos técnicos», mientras que Moratinos le aseguró que «si el magistrado arreglaba las cuestiones técnicas, el Ejecutivo pasaría a apelar la resolución».
Con esta información, el embajador envió un telegrama confidencial en el que señalaba que «los ministros españoles están trabajando para que no prosperen las órdenes de detención».
La fiscalía recurrió la resolución de Pedraz y en marzo de 2006 la sección segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional archivó el “caso Couso”.
Poco después, la entonces vicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega se reunió con el embajador y le dijo que Conde-Pumpido le había informado de la «excelente cooperación de la que había disfrutado por parte de la embajada y las autoridades norteamericanas para ayudar a concluir el caso».
Sin embargo, la familia de Couso recurrió al Tribunal Supremo y en diciembre de 2006 éste les dio la razón y ordenó a la Audiencia Nacional que reabriera el caso.
¿No es una inmoralidad que López Aguilar esgrima la bandera de los derechos humanos cuando engañó a la familia de José Couso, obstruyó a la justicia y movió la colita de perro faldero ante el embajador norteamericano?.
Carmen. Tu candidatura está muy bien, pero has elegido un pésimo compañero de viaje. Quien hace lo que hizo éste compañero tuyo apellidado López Aguilar no debería estar en tu candidatura. Conociéndole como le conocemos, me fío más del informe del embajador que de éste personaje tan ególatra y pagado de sí mismo. Y lo que hizo fue una inmoralidad.
No se puede unir Fraga con Vaclav Havel
Las noticias en el estado español siempre giran sobre lo mismo y es difícil romper el muro de silencio que hay sobre otras informaciones tan jugosas o más que las habituales.
De Fraga se ha dicho de todo y todo bueno. Solo la izquierda y algunos nacionalistas, entre ellos el PNV, se han condolido por la muerte de un ser humano pero han puesto las cosas en su sitio. Fraga no fue un demócrata, Fraga se ha ido al otro barrio sin rendir cuentas de sus excesos y Fraga no hay que rendirle semejante pleitesía.
Critiqué ayer al presidente del Parlamento Europeo por habar pedido un minuto de silencio y alabado a Fraga como un estadista europeo cuando impidió que España entrara en la Unión durante treinta años. Pero es que ha habido más.
La decisión del ya expresidente del Parlamento Europeo, Jerzey Buzek, de guardar un minuto de silencio en memoria de Manuel Fraga y de Vaclav Havel, fallecido el pasado mes de diciembre, levantó ampollas entre algunos eurodiputados que criticaron la «encerrona» de equiparar a ambos.
Para la eurodiputada británica Sarah Ludford, del partido Demócrata Liberal, “relacionar a los dos es un truco barato”. En un comunicado recuerda que “Fraga nunca renunció o se disculpó por los estándares represivos del régimen de Franco en el que él participó”, recalca Ludford, mientras destaca el compromiso de Havel a lo largo de toda su vida con la defensa de la democracia y los derechos humanos.
“La Unión Europea fue fundada como reacción a los horrores de la dictadura, es un insulto no sólo a la memoria de Havel, sino también a los millones de personas que murieron y sufrieron en manos de regímenes autoritarios como el de Franco”, sentenció la británica.
Por su parte, el diputado catalán Raül Romeva tildó el homenaje de “encerrona”. En su opinión hubiera sido absurdo negarse a guardar el minuto de silencio -también dedicado a las víctimas del crucero accidentado en Italia- porque “todo el mundo merece un respeto”, pero coincide en que Fraga y Havel “no eran figuras equiparables”.
Havel, que murió el pasado mes de diciembre en Praga, es conocido por liderar la Revolución de Terciopelo que logró acabar con cuatro décadas de dictadura soviética en la República Checa, país del que sería el primer presidente elegido democráticamente.
“Fraga, pese al importante papel que jugó en la Transición, tenía muchas sombras”, asegura Romeva, quien recuerda que el fundador del Partido Popular “nunca pidió perdón por los que hizo el franquismo y por las decisiones que él mismo tomó”.
Por su parte, el Partido Popular Europeo (PPE) expresó sus condolencias a la familia de Fraga y destacó su “extraordinaria trayectoria política” y su contribución a la redacción de la Constitución española, sin mencionar su papel como ministro de la dictadura franquista.
La delegación española del Partido Socialista no quiso hacer comentarios sobre la polémica. No nos extraña. Nunca marcan perfil democrático. Y luego quieren analizar el por qué pierden las elecciones.
Homenaje a Imanol Olaizaola
Imanol Olaizola, hijo del músico Olaizola, fue director de Cultura de la Diputación de Gipuzkoa. Cuando le veía le solía comentar que solo le faltaba el monóculo para parecerse al general Espínola, aquel militar portugués que encabezó la revolución de los claveles en su país. Culto, elegante, pausado, acaba de recibir un merecido homenaje.
Con las vibraciones de la percusión de Martin Grübinger aún resonando en el Auditorio del Kursaal, se le rindió un emotivo homenaje al fundador y primer presidente de la Orquesta de Euzkadi Imanol Olaizola, en el año en el que la OSE cumple su treinta aniversario. En el acto, participó la Consejera de Cultura, Blanca Urgell, y el lehendakari Carlos Garaikoetxea, entre otros.
Traigo a Imanol a colación porque es una pena que personalidades de este calado no hayan escrito sus memorias. Porque no solo hablarían de cultura sino también de lo que fue el franquismo. Recuerdo como en una ocasión me enseñó unas revistas en las que aparecía el viejo casino del Kursaal de Donosti sirviendo de exposición del armamento incautado por las tropas franquistas a los «rojo-separatistas» y de cómo aquella exposición, al meter tanquetas en aquellos salones rompió todos los mármoles del suelo de la sala.
Ojalá algún chaval que estudie periodismo o historia grabe una larga conversación a este interesante intelectual y testigo de la historia. No le defraudará.