Madrid es Madrid

Durante la campaña, en muchas ocasiones hemos visto cómo se confundían la capital con la autonomía. Y por supuesto, hemos asistido a cómo querían confundirnos con que lo que suceda en Madrid afectará a España. Así será… Si así lo quieren. En el PP el objetivo es desestabilizar a Sánchez, pero parece que en el PSOE era desestabilizar a Podemos y en Podemos, al PSOE. Un cruce de caminos en plena capital desde el que se observa una centralidad jacobina y difícilmente justificable que empezó con un salto hacia atrás de Iglesias y puede acabar en un efecto arrastre en otros parlamentos y en plena crisis.

Y esta política frentista es una mierda

Ismael Serrano tiene todo el derecho del mundo a ser de Podemos, a decirlo en público y a hacer campaña por su partido. También tiene todo el derecho del mundo a reclamar que el respeto que pide y pedimos para él se tenga a otros artistas que se declaran de otros partidos. Esta es la base de la democracia. Una base que está siendo socavada con fiereza por lo que Serrano llama “trolls” que intentan “intimidar” y coartar la posibilidad de expresarse. El frentismo vive hoy un momento dorado y los cobardes de pseudónimo y dedo señalador están en su salsa. Este aspersor de guano lo paramos entre todos u olerá peor.

Por ejemplo

Pablo Iglesias cree que la política es un pulso constante. Está equivocado. Pero su error no es excusa para el maltrato que él y su familia reciben más allá de la crítica política normal. Un personaje repugnante como Alvise Pérez, que de algún modo obtiene un beneficio por su tarea, le difamó el pasado domingo con supuestos audios exclusivos, y una troupe de cuentas falsas tuitearon el mismo mensaje con el que se hacían pasar por votantes de Podemos que esta vez no votarían. Qué asco. Pero, ¿hay interés real en articular que estos generadores de desinformación puedan ser detenidos, incluso por vía judicial o policial?

Esta es una cagada

Insisto: Pablo Iglesias ha sido objeto de una serie de persecuciones intolerables durante la campaña. Punto. Además de eso, es cierto que el líder de Podemos entiende la política de una manera poco recomendable y a veces da la sensación de que su entorno ni siquiera la entiende: la detención hace solo unos días de dos personas que habitualmente ejercen labores de Seguridad en Podemos por participar en una trifulca con la policía durante un mitin es, en sí misma, grave. Y el entorno mediático (La Última Hora) se equivoca cuando intenta aclararla. Colocar fotos de Villarejo para ilustrarlo roza el insulto a la inteligencia.

Y esta, la realidad

Por supuesto, he escrito la columna antes de que cerraran los colegios electorales, por eso no comentamos ni los resultados ni las reacciones. Tenemos el resto de la semana para hacerlo. Pero sí conozco, a la hora a la que junto estas letras, que “Madrid registra la peor situación de España en sus hospitales con alta ocupación en las UCI” (El Plural). Como viene siendo habitual, “el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso no ha facilitado datos”. Y cuando lo hace, como hemos visto en los últimos meses, son parciales y los completa (siempre para mal) meses después, cuando ya no es noticia. Y todo ello sin dar la cara.

Sí, la hostelería es un factor

La hostelería no tiene la culpa, aunque son pocos los que mantienen la guardia alta ante el virus: la culpa es de las y los usuarios, que nos relajamos con una cerveza. Y con tres, ni te cuento. Pero es evidente que la hostelería es un factor relevante para la expansión del virus. Y si no fuera suficiente leer una curva u observar lo que salta a la vista, en El Confidencial recogen el resultado de varias investigaciones que concluyen: “El cierre de locales de hostelería es una de las medidas más eficaces para frenar la incidencia y mortalidad por covid-19” (EE.UU. y España), y que este cierre afecta a la actividad económica (Escocia).

¿La libertad es un bar? ¿En serio?

Los bares de Madrid molan. Claro que sí. Son espacios que disfruto cada vez que voy a la capital española y hasta preparo una lista de los que quiero visitar. Pero la libertad es mucho más que un bar o que todos ellos. Así que el spot de Isabel Díaz Ayuso que titula “Madrid es libertad” y solo se ve a cocineros y camareros, es otra pantomima más de la presidenta de la Comunidad. Otro ejemplo de populismo de brocha gorda y pintura a chorretones: su empeño en mantener abierta la hostelería y obviar lo evidente, que facilita la transmisión del virus entre la clientela, solo es avalado por su capacidad para ocultar datos terribles.

Pues me parece bien. O casi

Ícaro Moyano tiene un blog estupendo sobre hostelería madrileña, y además tuitea muy bien: “El matrimonio Iglesias Montero ha amasado en 7 años algo más de 1.5 millones de euros. Oficialmente ganaban 3 salarios mínimos. Podemos va camino de ser una parodia, o una fábrica de millonarios a costa de la clase obrera que confió en ellos.”. Que el líder de un partido, europarlamentario, diputado, vicepresidente y ministro, y una diputada y ministra que, además, es su pareja, ganen dinero me parece muy bien. Pero que renegaran de hacerlo e incluso hayan mentido con las cifras cambia mucho la cuestión.

Es un logro de todas y todos

Así que, sí, me parece bien que Pablo Iglesias, Irene Montero y el resto de los representantes de Podemos ganen mucho dinero. Y me parece mal que con sus sueldos hayan hecho populismo hasta el punto de mentir (es evidente que no ganaban tres veces el SMI). Claudi Pérez lo explica en Twitter: “Sobre la polémica del patrimonio de los ministros, me parece populismo populachero. La política debería estar estupendamente pagada, algo que no sucede en España. Que nos vaya bien como país depende en parte de que haya incentivos para dedicarse a ese oficio”. Y que no haya que ser rico para ser político es un logro de todos.

De dónde venimos y a dónde vamos

Las noticias sobre el último estudio sobre la singularidad genética de la ciudadanía vasca me generaron cierto recelo. Y me alivió ver en Twitter que no era al único: Juan Ignacio Pérez también lo comentó. Su tuit fue criticado y el director de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU decidió explicarse en su blog en DEIA: “Cuando se habla de vascos no se habla, en realidad, de quienes vivimos en Vasconia hoy, sino de un subgrupo de los que vivieron hace unos sesenta años o antes. Y en el caso que nos ocupa hoy, a personas que hablan euskera”. Además, critica el habitual uso político de los resultados.

Mis dos minutos de odio

Escribo esta columna profundamente enfadado, conmigo mismo y con todo lo que veo. Somos imbéciles, no hay otra explicación: la pandemia avanza porque se lo ponemos fácil y no cumplimos las normas. Y quien me venga con que los gobiernos criminalizan a la ciudadanía se puede ir a la mierda: si todos hiciéremos caso a las obligaciones y recomendaciones estaríamos mejor. No es menos cierto que hay normas que nadie comprende: “La ministra Maroto considera que la llegada de turistas de la Unión Europea ‘no es un elemento de riesgo’”, tuitean en El País. Pues ya me lo puede explicar con dibujos sencillos.

La asquerosa pelea política

A Bildu se le apaga el foco y no deja de agitar la farola para que siga alumbrando: su doble estrategia de acoso y derribo al gobierno vasco durante la pandemia y de facilidad absoluta al español está más que agotada. Pero siguen intentado rascar el fondo: Maddalen Iriarte habla ahora de colocar a una alcaldesa de Bildu en el LABI. Ahí están los de la pureza, preocupados por las cuotas y por meter un caballo de Troya nada menos que en el espacio en el que se toman las decisiones para frenar la pandemia. Porque todo vale si le vale a la izquierda abertzale, lo sabemos bien en este pequeño país.

Somos unos irresponsables

Mi profundo cabreo lo provoca el cansancio, la incoherencia, el oportunismo y, sobre todo, la irresponsabilidad. La de la ciudadanía, la del periodismo y la de la política ante la pandemia. Empiezo por incluirme en todas las categorías en las que encajo: como ciudadano tomo malas decisiones. Y como periodista me enfada saber que nos colaron el riesgo de AstraZeneca, y que eso influyó en las decisiones de los políticos, a su vez, agotados del acoso de oposición o sindicatos y las críticas públicas. Ahora nos toca remontar y recuperar la confianza en la vacuna de la que llegarán millones de dosis hasta verano.

Como para no ciscarse en algo

Insisto en que lo que más me enfada es la irresponsabilidad en medio de toda esta mierda. Porque ya no se trata de un cúmulo de errores, del desconocimiento o de que ha tocado un o una incapaz para gestionar algo tan grave. La irresponsabilidad hoy es una opción, es un modo plenamente consciente de enfrentarse a la pandemia, y ante ella tenemos que revelarnos con saña: “Las elecciones en Madrid vuelven a parar la renovación del CGPJ y se congelan las negociaciones de todas las instituciones”. Si este titular en Público no es para ciscarse en la política española, sus protagonistas y sus asesores, ¿qué lo es?

¡Lo que nos faltaba!

Los que trabajamos desde casa lo hacemos muchas más horas que antes de la pandemia. Es un mal global. Las pocas opciones de salir a la calle y las distracciones cotidianas del hogar nos empujan a estar más accesibles, a pasar más horas delante del ordenador, a cabrearnos (en mi caso) y a engordar (también, en mi caso). Lo que nos faltaba era esto de Pymes y Autónomos (por lo general, un blog recomendable): “Aprender a trabajar desde casa y en un entorno siempre conectados es imprescindible”. No. Lo que es imprescindible es aprender a desconectar aunque estemos en casa o con cobertura.

¡A la mierda todo!

Si algo no necesitábamos a estas alturas de la pandemia es que las farmacéuticas nos chuleen como está haciendo AstraZeneca a todos los europeos. No me quiero ni imaginar el cabreo monumental que tuvieron ayer los grandes líderes de Bruselas a los que ninguna empresa les cancela una reunión importante con tan poca antelación y después de haber invertido miles de millones en ella. Pese al jarro de agua fría que he sentido sobre mi propio cuerpo soy optimista: habrá vacunas para toda la ciudadanía, solo es cuestión de tiempo. Pero también espero que AstraZeneca acabe pulverizada por la apisonadora europea.

“El editorial de Telva”

En la cuenta en Twitter del ministerio español de Interior colgaron un tuit con la firma de Fernando Grande Marlaska en el que deseaban la mejor suerte para Illa en las elecciones. Después lo borraron con otro tuit que Òscar Nin definió mejor que nadie: “Como si fuese el editorial de Telva”, pidiendo disculpas por “un error material que lamentamos profundamente”. Esto es fácil: si Twitter es, en sí mismo, un colector, lo que menos necesitamos son ministros o consejeros que vayan de tuiteros, o gestores de redes que no distingan lo más básico en política: la diferencia entre partido y gobierno.

Sistiaga lo describe bien

Jon Sistiaga es un periodista que se ha pasado toda su vida explicando conflictos: tanto sobre el campo de batalla, literalmente, como sobre el terreno emocional más cercano. Así que solo puedo tener en cuenta estas sencillas palabras suyas en Vozpópuli: “En los años 30, los nazis o los fascistas italianos decidieron utilizar la radio como nuevo medio de comunicación de masas alternativo a la prensa libre…o al menos ecléctica. Ahora, los radicales usan Twitter, Snapchat o Parler. Es decir, medios alternativos a los tradicionales”. Con un vínculo común: “Una necesidad de que haya mano dura para acabar con todo”.

Remunicipalización

Reconozco que cuando vi este tuit de Miguel Montejo no me lo creí: “Andrea Levy, concejala de Cultura, Turismo y Deporte del ayuntamiento de Madrid acaba de anunciar en el Pleno la remunicipalización de los toros, recuperando la gestión directa de la escuela de tauromaquia”. Pensé que sería una exageración, pero es cierto: PP, Ciudadanos y Vox han apoyado reabrir este centro. No tengo opinión sobre el hecho: es su cultura. Pero que justo la remunicipalización de servicios en plena pandemia empiece por ahí sí es llamativo y, cuando menos, descriptivo de cómo conciben la gestión en Madrid.

En lo que ha quedado YouTube…

No soy un necio, no puedo negar la importancia de YouTube, pero tampoco trago con ruedas de molino: al final, la gran herramienta audiovisual se ha visto superada por TikTok (que no es otra cosa que un YouTube de consumo compulsivo) o Twitch (donde cobrar por contenido es mucho más directo), y YouTube, con sus millones de minutos de vídeo, de va quedando atrás también con su modelo de negocio: “Los anuncios de Youtube se han convertido en anuncios de teletienda de vendehumos piramidales”, denuncia Niporwifi en Twitter, y no es el primero que lo hace con pantallazos, links y razones.

Nadie se hará responsable de las consecuencias

Tres actores claros se enfrentan a la Ertzaintza últimamente, cada uno con un papel más vergonzoso que el anterior: primero está el colectivo que lo hace en las calles y que llevaba años esperando este momento. Que los detenidos el pasado fin de semana tengan 34 y 44 lo deja claro. Después están los políticos de la izquierda abertzale que alientan, como han alentado siempre, el enfrentamiento. Y finalmente están las de Podemos que, por no quedarse atrás, ceban al monstruo. Luego nadie se hará cargo de las consecuencias. Solo hay una actitud correcta ante lo que sucede: intentar atajarlo.

No todo es “kale borrika”, pero lo será

La de este fin de semana y la de los pasados no es “kale borroka”, es “kale borrika”, porque hay que ser asno para hacer casus-belli de las medidas para parar una pandemia… Pero con esos también convivimos. No obstante, no todos son enfrentamientos frontales alentados por partidos políticos que intentan desgastar al gobierno de turno: sigue habiendo, simplemente, actuaciones incívicas e insolidarias como botellones, reuniones fuera del toque de queda y excediendo los límites de reunión… Si a todos esos se les anima a enfrentarse a la policía los problemas se agravarán solos… Para alegría de algunos.

Así. Y punto

Este no es un problema local, igual que Osakidetza no es el único sistema de salud público desgastado, aunque en Euskadi, como en España, la politización de ambas evidencias es tan flagrante como vergonzante: las imágenes que hemos visto en Eindhoven son absolutamente inexplicables. ¿Cómo puede haber protestas violentas por unas medidas para frenar una pandemia mundial? Pues las hay, y allí la policía no se ha andado con excesivas precauciones: hemos visto chorrazos de agua que desplazaban a los manifestantes varios metros hacia atrás. Luego nos preguntaremos cómo en China han salido antes del atolladero.

A ras de suelo

El sábado por la mañana salí a hacer compras por mi barrio en Bilbao. Mi intención era coger un café para llevar antes de verme cargado de bolsas. Pero desistí: en el único bar que lo ofrecía estaban los parroquianos de siempre acodados en la barra exterior con las mascarillas bajadas, apurando sus cafés, fumando y criticando las medidas del gobierno. Ayer vi este tuit y volví a acordarme de la imagen: “‘Yo no salgo nada. Del trabajo a casa y de casa al trabajo’. Declaraciones de una señora sentada en una terraza”. Luego, que si la Ertzaintza repele las agresiones, los gobiernos lo hacen todo mal y yo cogería el virus en el metro.

Que sí, que yo también

Claro que yo me he tomado un café en una terraza con unos amigos, claro que comí con el resto de mi unidad convivencial en un restaurante de mi municipio durante las vacaciones de Navidad, y he ido al trabajo, y al gimnasio, y he cogido el metro y el autobús, claro que intento hacer las cosas bien… Y sé que alguna he hecho mal. “Todos creemos que hemos cumplido con las restricciones. Y que los demás no lo han hecho” (Magnet), igual que realmente nos alimentamos peor de lo que creemos. Pero como leí el otro día en Twitter: ¿qué habría pasado si todos hubiésemos respetásemos las medidas?