Hace poco más de un año, en junio, os presentamos el último proyecto de Amazon, un smartphone con sistema operativo propietario, unas prestaciones medias y un precio de lanzamiento libre bastante alto. Sobre todo si pensamos que la gran baza era que nos permitía entrar, pantalla táctil mediante, a la enorme tienda de Jeff Bezos.
El terminal se nos antojaba una apuesta lógica después de la incursión de la empresa en el mundo de las tabletas y también un intento por marcar distancia frente a Google y su sistema de ventas en línea. Sin embargo, oficialmente, cuando se agotaron las unidades del terminal Amazon decidió cerrar el proyecto (a finales del mes pasado The Wall Street Journal anunciaba el despido de doce ingenieros de la sede de la empresa en California que se dedicaban al teléfono).
Sabedora de su desventaja frente a los gigantes del sector Amazon planteó el terminal de una forma arriesgada pero diferente. Al principio la invitación a comprarlo contaba con el aliciente de un libro infantil de regalo -el favorito del propio Jeff Bezos-. Para aligerar su precio se vendía vinculado a un contrato de permanencia de dos años con AT&T. Y, como es norma de la casa, nunca se supieron sus cifras de ventas (tampoco las publicas con sus exitosos Kindle).
El gancho del terminal, sin duda, era su almacenamiento gratuito ilimitado de por vida en la nube de Amazon. Otros detalles como la forma en la que presentaba los contenidos -simulaba 3D gracias a que un sensor seguía los ojos del usuario y daba perspectiva a las imágenes, algo muy espectacular cuando miramos mapas, por ejemplo- o que solo se ofreciera en Estados Unidos dejaba claro que era algo muy experimental.
Era la puerta de entrada a Amazon. Sin disimulos: se regalaba durante un año la suscripción Premium que permite recibir todas las compras en tiempo récord, así como ciertas ventajas al entrar en el catálogo de música y otros contenidos multimedia.
Solo estaba disponible en una tienda física que la empresa tiene en la zona comercial de San Francisco donde los clientes pueden ir a probar todo el catálogo de dispositivos de la empresa de Seattle. El mismo periódico estadounidense entrevistó a algunos de sus empleados y confesaron que, con suerte, las ventas podían ser de una al día, muy alejadas de cualquiera de sus otros dispositivos en forma de eReader o tableta.
Ahora tanto los inversores como los analistas se preguntan qué ocurrirá con la estrategia de hardware de la compañía respecto a otros equipos como Fire TV (que ahora tiene un rival mucho más fuerte en Apple TV) o Dash su revolucionario sistema de compras mediante botones y voz.
En cualquier caso, el fallido proyecto deja unas pérdidas en las arcas de la empresa de unos 170 millones de dólares y la incógnita de si Bezos se arriesgará, pasado un tiempo, a lanzar un nuevo dispositivo de este tipo -a un precio racional- o se centrará en los rumores que hablan de la llegada de una nueva familia de dispositivos de bajo coste para el mercado de tabletas.