Antzasti Euskaldunon Etxea, un museo en Artaun (Dima)

Por si acaso nos cerraban perimetralmente el municipio, como así ha sucedido 5 días después, el pasado 20 de enero decidimos desplazarnos a Artaun para visitar el Antzasti Euskaldunon Etxea, un interesante museo etnográfico dedicado al paso del siglo XIX al XX y al tránsito del mundo rural al urbano. Si utilizáis Google Maps como GPS os recomiendo no poner Antzasti como destino, pues es mejor utilizar la ruta habitual pasando por el centro de Dima (Ugarana), para de allí ir al barrio Artaun. Junto al museo no hay aparcamiento, pero podéis dejar el coche en el habilitado junto a la ermita de San Vicente, desde donde tenemos menos de 300 metros hasta el museo, pasando por Azurmendi Jatetxea. He comentado en varias ocasiones que cuando viajo por el mundo, siempre que tengo ocasión me acerco a los mercados y a los puertos pesqueros, pues es donde mejor se conservan las tradiciones, pero todavía no había dicho que el tercer lugar que procuro visitar son los museos etnográficos, para ver cómo era la vida en los lugares que visito.

Las hermanas Cristina y Elena Amezaga crearon hace tres años este interesante museo. Es esta última quien nos recibe en el jardín del caserío con vistas a las cumbres nevadas del macizo de Gorbeia. Con Elena, licenciada en Sociología y extrabajadora de ETB realizamos la visita. En una caseta allí existente se paga la entrada y puedes comprar productos de cosmética natural y queso, cuando hay. Empezamos a ver objetos de otra época, como el peso o la mesa en la que sirven el hamaiketako si lo has contratado. Creo que entre todos podemos apoyar iniciativas como ésta, máxime con lo mal que lo están pasando en los tiempos que corren. Pensad que por 14 € (2 entradas) Elena tuvo que venir a abrir el museo a la hora que le indicamos, poner luces y vídeos en marcha y atendernos durante más de una hora con continuas explicaciones. Veo quejarse mucho a la hostelería, pero sólo en el sector del turismo hay otros muchos afectados: transporte, hoteles, agroturismo, autobuses de alquiler, museos, máxime si son privados como éste y no digamos nada las agencias de viaje que, además de no vender nada, han tenido que devolver las ventas efectuadas con anterioridad a la pandemia.

Bueno, dejo de enrollarme y voy al grano. El museo que vamos a visitar se encuentra en el interior del caserío Antzasti, que más me parece una mezcla entre casa-torre y palacete, pues en nada se parece a la idea que tenemos del caserío vasco. Enseguida Elena nos aclara que es de planta típica arratiana, con tejado a cuatro aguas, como otros que podemos ver en los alrededores. Con las explicaciones de Elena pronto nos damos cuenta que valora más el concepto antropológico que el etnográfico y que las protagonistas son las mujeres, las etxekoandres, quienes realizaban casi todas las actividades.

Accedemos ahora al interior de la planta baja del caserío, aunque antes de entrar Elena nos muestra un pequeño habitáculo situado a la izquierda de la puerta. Es el txarritokia, el lugar destinado a los cerdos. La planta baja del caserío se dedicaba a la cuadra, donde se guardaban los aperos y los animales, que a su vez proporcionaban calor a la planta superior en donde se encontraba la vivienda. En la parte trasera se encontraba el pajar. Hoy es un enorme rincón expositivo de aperos y utensilios de labranza. Hemos empezado con fuerza la visita, pues es probablemente lo que más me ha gustado.

Enfrente tenemos otro lugar lleno de encanto, la reproducción de una cocina más moderna, pues procede de una casa de Bilbao. En esta amplia cocina vemos gran cantidad de menaje y utensilios, además de la chapa o cocina económica, una gran innovación que permitió a las mujeres poder cocinar de pie. En lo que era el pajar, un vídeo y una pequeña reproducción nos acerca a la historia del tranvía, que funcionó entre Zeanuri y el Arriaga bilbaino entre 1902 y 1964. Para los baserritarras supuso un lugar de socialización y la forma de trasladar sus productos al mercado de Bilbao. También fue con posterioridad la forma de desplazarse a las fábricas del Gran Bilbao. Para la incipiente burguesía bilbaína también supuso el medio de transporte ideal para acudir al balneario de Areataza o para subir al monte Gorbeia.

Por una escalera exterior subimos al primer piso, el dedicado a la vivienda en el caserío. Lo primero que encontramos al acceder al interior, a nuestra izquierda, es la sala, que cuenta con varios objetos decorativos y una amplia mesa de comedor con bancos corridos. El habitáculo que tenemos enfrente es la cocina, más rústica que la anterior, pues es de fuego bajo. Era el centro de la vida de la familia baserritarra del siglo XIX en Arratia. En la cocina vemos la artesa para amasar pan, grandes cazuelas, numerosas sartenes y variopintos objetos. En una esquina está la pila para lavar.

Seguimos avanzando por el pasillo y a la izquierda encontramos la humeen logela, habitación de los niños, en la que dormían unos cuantos. Enfrente se encuentra la alcoba principal, en la que vemos un maniquí del propietario del caserío y un primitivo kakaleku que empleaban para las deposiciones, que no es otra cosa que un agujero que da a la huerta. Observamos también una antigua alboca y unas abarcas, antes de entrar en el siguiente espacio, la botica que tiene anexo un cuarto de baño más moderno. Concluye la visita a la primera planta en un comedor que nada tiene que ver con el caserío, pues procede la casa de una familia burguesa de Bilbao de la misma época. ¡Menudo contraste!

Subimos a la última planta, en la que se situaba la ganbara, antiguamente utilizada para guardar y secar la cosecha. Hemos cambiado de ambiente. Dejamos la vida en el caserío y pasamos a la Belle Époque bilbaína de finales del siglo XIX y comienzos del XX y, más en concreto, al mobiliario de una vivienda burguesa situada cerca del Teatro Arriaga, al lado de donde concluía su ruta el tranvía de Arratia. Nada más subir las escaleras vemos el espacio Club, con cantidad de objetos de esas clases acomodadas, como libros, sombreros, lujosos artículos de escritorio y copas de coñac. Frente a él encontramos los espacios Ciencia y Viajes, donde contemplamos antiguas cámaras de fotos, enormes maletas y mapas de Michelin. Fue un tiempo en el que empezó a ponerse de moda el viajar.

La siguiente cita la tenemos en el espacio más amplio y femenino de la segunda planta, llamado Moda. Llaman nuestra atención los vestidos de época, especialmente dos de ellos, y la variedad de sombreros y tocados. También se percibe que no es un lugar de ocio, como el de los hombres, sino de trabajo, pues también encontramos la máquina de coser y utensilios para bordar, artilugios con los que las mujeres pasaban mucho tiempo trabajando.

Concluimos este recorrido por finales del siglo XIX y comienzos del XX, que nos ofrece Antzasti Euskaldunon Etxea, acercándonos a los tres últimos espacios expositivos, destacando la alcoba de la casa burguesa situada cerca del Teatro Arriaga de Bilbao, junto al que se encuentra un elegante baño de comienzos del siglo pasado. Al lado tenemos un pequeño espacio llamado Rincón mujer. La visita ha concluido. Ha resultado muy interesante y hemos aprendido mucho de esta época gracias a las explicaciones de Elena, así que, en cuanto nos lo permitan, os recomiendo su visita. Además Artaun está a tan solo 41 km de Leioa.

INFO: Dirección: Artaun Auzoa, 35. Dima (Bizkaia). Precio: 7 €. Niños de 6 a 11 años: 4 €. Se puede hacer la visita con hamaiketako incluido. Es necesaria cita previa en los teléfonos 628322275 / 657704207. Más información en https://www.antzasti.eus.

SANTO DOMINGO (República Dominicana), Patrimonio de la Humanidad

Seguimos en el Caribe, pero retrocedemos dos años cuando realizamos el primer crucero por esta parte del mundo, quedándonos luego una semana en la francesa isla de Guadalupe, estancia que hicimos coincidir con los vistosos Carnavales que celebra. En la noche del 31 de enero nuestro barco, el Costa Favolosa navegó en paralelo a la costa de las norteamericanas Islas Vírgenes y Puerto Rico, antes de atracar a las 13:30 h del día 1 en La Romana, moderno centro turístico en la costa sudoeste de la República Dominicana. Como anochece pronto y la ciudad estaba alejada de donde atracamos, optamos por salir tan solo a un chiringito del puerto a tomar una piña colada. Era éste un destino de playa, pues al día siguiente el barco se desplazaba hasta la cercana isla Cristina, permaneciendo anclado 8 horas cerca de su costa. Como he comentado en otras ocasiones lo mío no es la playa. Si no voy a la que tengo a 3 km de casa, no me voy a ir a la otra parte del mundo para pasar el día en una, así que nos apuntamos a una excursión en francés para conocer una interesante ciudad, Santo Domingo, la capital del país, cuyo casco colonial forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

2 de febrero de 2016. Toca madrugón y breve desayuno, pues tenemos que abandonar el barco antes de que zarpe a las 7 de la mañana. Por delante tenemos 123 km en autobús, algo más de hora y media de viaje por la autovía del Este, para llegar a Santo Domingo. Antes de detenernos, desde el autobús contemplamos el Faro de Colón, un monumento en forma de cruz  que mide unos 800 metros de largo por 36,5 metros de alto. Frente a él se encuentra el papamóvil con el que Juan Pablo II recorrió la ciudad. La primera breve parada la efectuamos para fotografiar el Palacio Nacional, inaugurado el 16 de agosto de 1947, como sede del poder ejecutivo del país.

Desde el autobús observamos varios anuncios sobre pelucas antes de pasar bajo el puente Ramón Matías Mella, que salva el río Ozama. Enseguida llegamos a nuestro destino, bajando del autobús vigilados por un miembro de CESTUR, la policía turística, ya que somos un reclamo para los delincuentes pese a estar en un país relativamente seguro. Caminamos por la plaza Patriótica Coronel Caamaño, bordeamos las Atarazanas y pasamos ante la Casa de la Rectoría, del siglo XVI, el primer edificio que vemos del casco colonial, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el 8 de diciembre de 1990.

A partir de ahora toca caminar. La calle El Conde esquina con la de Las Damas nos da acceso al casco colonial, por el que circulan algunas calesas. La ciudad de Santo Domingo fue fundada seis años después del descubrimiento de la isla por Cristóbal Colón en 1492, por lo que sirvió de modelo a casi todos los urbanistas del Nuevo Mundo. De nuevo con la vigilancia de agentes de CENTUR, efectuamos la primera visita, pasando previamente por los servicios que hay a la entrada. Se trata de la Fortaleza Ozama, el fuerte más antiguo construido por los europeos en América. Fue levantado entre 1502 y 1508 para proteger a la ciudad de los diversos ataques de los piratas y conquistadores ingleses, franceses y portugueses. Desde el fuerte contemplamos otro barco de Costa Cruceros y la estatua de Gonzal Fernández de Oviedo. Nuestro recorrido continúa pasando ante la Casa de Diego Caballero, del siglo XVI.

La siguiente visita se encuentra muy cerca y es la más interesante, pues se trata de la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana de Nuestra Señora Santa María de la Encarnación o Anunciación. ¡Vaya nombre rimbombante! Construida en estilo gótico en el siglo XVI, es también la Catedral más antigua de América. En su interior destacan las bóvedas de crucería de la nave principal, los retablos y cuadros. En la catedral se albergaron durante un tiempo los restos de Cristóbal Colón, que se trasladaron en 1795 a la Catedral de La Habana y finalmente, entre 1898 y 1899, a la de Sevilla. Contemplamos también un monumental nacimiento y, ya en el exterior, el busto del arzobispo Meriño.

Frente a una de las puertas de la Catedral tenemos el pequeño parque Colón, presidido por la estatua del almirante, creación del escultor francés Ernesto Gilbert. Casi enfrente vemos el Palacio Consistorial, construido en 1504 como residencia del alcalde mayor, aunque en el siglo XIX fue completamente remodelado en estilo neoclásico. En 1913 se le añadió la torre de 29 metros de altura, en la que se puede ver el reloj. En nuestro deambular por el casco antiguo llaman nuestra atención alguna señal de tráfico y el rótulo de una furgoneta municipal. Accedemos a continuación a la peatonal calle El Conde, que cuenta con numerosos comercios y servicios turísticos.

Es una auténtica gozada pasear por la zona colonial y contemplar los edificios antiguos, pero es un rollo ir en grupo pues no podemos hacerlo con libertad, al no poder detenernos a tomar un café o un vino, pero siempre hay tiempo para las compras, en un lugar escogido por el crucero para llevarse su comisión. Eso sí, disfruto fotografiando los coloristas cuadros y otras artesanías, además de conversar con los comerciantes de otras tiendas de recuerdos que hay en la misma calle.

En la cercana y amplia plaza de España tenemos la visita a otro lugar de interés, el Alcázar de Colón o Palacio Virreinal de Don Diego Colón, un palacio majestuoso en el que vivió el primer gobernador de la isla Hispaniola e hijo de Cristóbal Colón. Fue construido entre los años 1511 y 1514 por más de 1.500 indios taínos sin usar un solo clavo, sólo con herramientas rudimentarias como sierras, cinceles y martillos. Se construyó en estilo mudéjar con rocas coralinas de la zona y contaba con más de 55 habitaciones. Vivieron en él tres generaciones de la familia Colón, alojándose otros personajes como Hernán Cortés.

En esta apresurada visita a la capital de la República Dominicana por fin tenemos un descanso. Se ha echado la hora de comer, cosa que hacemos en el cercano Restaurante Atarazana, el más antiguo de la ciudad colonial. De lo que comimos no me acuerdo pues, para hacerlo más rápido, fue en plan autoservicio. Si que recuerdo con agrado a los músicos que nos recibieron y al grupo folclórico que animó los postres y cafés.

Apresuradamente tenemos que regresar al autobús, así que sobre la marcha tomo algunas fotos de los lugares ante los que pasamos, como el Palacio de la Real Audiencia, del siglo XVI, convertido en Museo de las Casas Reales. Como el grupo camina despacio, puedo fisgar un poco el Panteón de la Patria, mausoleo donde se conservan los restos de personajes destacados de la historia de la República Dominicana. Una curiosa escultura, un vendedor de sombreros y la fachada del Museo Casa de Tostado, que ocupa una de las casas más antiguas de Santo Domingo, completan este reportaje.

Tenemos algo más de hora y media de autobús para regresar a La Romana y luego 45 minutos en un catamarán para llegar al punto en el que está anclado nuestro crucero, el Costa Favolosa, en un lugar paradisíaco frente a la isla Catalina, también denominada isla Ikiita, en la que la mayor parte de los pasajeros han pasado una agradable jornada. La isla Catalina es el único lugar de República Dominicana donde puede uno encontrarse cara a cara con mapaches y liebres salvajes.

A las 5 de la tarde partimos hacia Philipsburg, capital de St. Maarten. El viaje continúa, pero de ello os hablaré en otra ocasión.

GRENADA, Caribe pintoresco

Nos trasladamos al Caribe (¡quién pudiera ahora!), en este caso a la isla de Grenada, en la que estuve el 1 de febrero de 2018 en el transcurso de un crucero por el Caribe, que alargué con una semana de estancia en la francesa isla de Martinica. Grenada forma parte de las Antillas Menores y es el segundo estado independiente más pequeño del hemisferio occidental, tras San Cristóbal y Nieves. Grenada consiguió la independencia de Gran Bretaña en 1974, aunque sigue perteneciendo a la Commonwealth, pero para nosotros se hizo conocido en 1983, cuando fue invadida por las fuerzas militares de Estados Unidos y de otras seis naciones caribeñas. En septiembre de 2004 la isla sufrió el paso del huracán Iván, de categoría 5, que dañó o destruyó el 90 % de las viviendas. Tiene una extensión de 344 km² y una población de unos 110.000 habitantes. El idioma oficial es el  inglés y la moneda el Eastern Caribbean dollar.

Vemos amanecer desde el barco, con la luna todavía en el cielo, mientras navegamos desde Trinidad y Tobago. Pronto empezamos a ver al fondo nuestro destino, Saint George, la capital de Grenada. Acompañado por el práctico, El MSC Fantasía atraca poco antes de las 9 de la mañana en la Melville Street Cruise Terminal, un moderno complejo inaugurado en el año 2005, que cuenta con un solo muelle de amarre y está situada en pleno centro de la ciudad.

Como la terminal de cruceros está en el centro, junto a la principal calle de Saint George, podemos recorrer la ciudad a pie, contemplando las casas criollas del siglo XIX y la Catedral de la Inmaculada Concepción. Lo primero que hacemos es acercarnos a la zona de mercado ubicada en la misma calle, muy sencilla por cierto, pues se limita a unos puestos callejeros en los que se vende frutas y hortalizas. Por cierto, las vendedoras son reacias a las fotos.

Al final de la calle tenemos el puerto pesquero, con sus coloristas embarcaciones, en la que vemos la actividad de algunos pescadores. Los mercados y los puertos pesqueros son mi pasión, pues creo que es donde mejor se conservan las tradiciones de los pueblos, así que siempre que puedo me acerco a ellos. Al lado se encuentra el Fish Market, el mercado de pescado, en el que vendedoras y vendedores posan alegremente para las fotos.

Salvo por el puerto pesquero y el Fish Market, no nos ha dicho mucho el centro de Saint George, así que decidimos caminar 1,5 km hasta una zona que promete más, The Carenage, la hermosa bahía capitalina a la que accedemos por el famoso y estrecho Sendall Tunnel, de 105 metros de longitud, considerado histórico, pues fue una gran obra de ingeniería cuando se construyó a principios del siglo XVIII. Nos ha gustado The Carenage donde vimos pescadores, yates, barcos de excursiones, la escultura Christ of the Deep (Cristo de las Profundidades) y, curiosamente, el Viceconsulado Honorario de España. Tomamos un vino y regresamos al barco a comer, caminando ahora por empinadas calles.

Para después de comer nos hemos apuntado a una excursión del barco, en francés pues en el crucero no viajan españoles, de tres horas y media de duración. Una de las cosas que me atraía era viajar en un autobús criollo, originalmente británico, que fue el primer gran medio de transporte en la isla en los años cincuenta del siglo pasado. Destaca en él sus colores vivos y los bancos de madera acolchados. Una vez a bordo circulamos por un laberinto de empinadas calles que recuerdan un poco a San Francisco, pero al estilo criollo. Nuestro primer destino es el Fort George, construido en 1705, desde donde tenemos una hermosa vista de The Carenage y de la terminal de cruceros.

En el autobús criollo seguimos trepando por las colinas que rodean Saint George, pues nuestro siguiente destino se encuentra en lo alto de Richmond Hill. Se trata de Fort Frederick, el castillo mejor conservado, que se terminó de construir en 1791. Antes de acceder a él somos recibidos por un pequeño grupo musical que trata de ganar unas monedas. Desde lo alto tenemos unas impresionantes vistas de buena parte de la isla y del mar Caribe. El descenso lo efectuamos pasando por zonas ajardinadas, con árboles frutales y lujosas viviendas.

Al dejar atrás Fort Frederick nos dirigiremos al sur de la isla, subiendo y bajando colinas mientras el autobús criollo sigue la carretera tropical y baja hacia la campiña granadina. Pronto llegamos a una playa rodeada por árboles de uva de mar y cocoteros, donde somos obsequiados con un ponche de ron. Se trata de la playa de Grand Anse, la más famosa de la isla, situada a tan sólo 3 km de la capital. Dicen que está considerada como una de las 10 playas más bonitas del mundo. Pasamos una hora en ella y regresamos al barco. Tras estar más de 3 horas hablando en francés, al despedirnos, el guía nos dice en perfecto castellano: ¿Habláis español? Yo también. La influencia de la cercana Venezuela es grande en la isla.

Nos ha gustado Grenada. Puede ser un destino al que volvamos a pasar una semana, como ya hemos hecho en Guadalupe y Martinica. Nuestro barco zarpó a las 18:00 con destino a Basseterre (St Kitts & Nevis), población en la que ya estuvimos dos años antes. Desde el MSC Fantasía contemplamos por última vez una panorámica de las colinas de Grenada, que a los conquistadores españoles les recordaban las de la ciudad andaluza de Granada, motivo por el que eligieron su nombre. Enseguida asistimos al espectáculo de la puesta de sol en el Caribe, de las que hemos visto ya unas cuantas.

El viaje continúa, pero de nuestro siguiente destino hablaré en otra ocasión.

Municipios de Bizkaia (5)

Continúo el recorrido por otros diez municipios de Bizkaia, territorio del que no puedo salir. Son los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 24 de noviembre. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es más interesante en cada uno de ellos. Hoy me voy a centrar en zonas rurales, pues tan solo 8 de los 10 municipios superan los 2.000 habitantes.

Comienzo en Etxebarria, municipio cercano a Markina, con una extensión de 18,10 km² y 788 habitantes. En el casco urbano de Erbera se encuentra el principal edificio, la iglesia de San Andrés Apóstol, reedificada en 1570. Muy cerca se encuentra el moderno y coqueto Ayuntamiento. También nos acercamos a la ermita de Santa Engrazi, en el barrio Galartza, y contemplamos el Hórreo de Ibarguen, granero de mediados del siglo XVI, situado junto a la carretera que une Etxebarria con Barinaga.

La siguiente cita es en Forua, municipio situado cerca de Gernika, en la margen izquierda del río Oka, en el corazón de Urdaibai. Cuenta con una extensión de 9 km² y 920 habitantes. Nos acercamos en primer lugar al barrio Baldatika, donde contemplamos el mar de nubes, la colorista ermita San Bernardo y hermosos caseríos. En Urberuaga fotografiamos la Cantera Peña Forua, para dirigirnos al barrio Elixalde, donde visitamos la iglesia de San Martín de Tours al tener la suerte de encontrarla abierta. Contemplamos también las ruinas del poblado romano, que vivió su momento de esplendor durante el siglo II. Concluimos nuestro recorrido fotografiando un crucero y dos ermitas, la de la Santísima Trinidad o Triñe, en Gaitoka, y la de San Cristóbal, en Armotxerria.

Nos desplazamos ahora a la zona de Mungia para recorrer el municipio de Fruiz, que cuenta con una extensión de 5,73 km² y 536 habitantes, dispersos por varios barrios. Nos acercamos en primer lugar a la zona rural de Andeko, donde fotografiamos un grupo de ovejas y la sencilla ermita Sallebante. En Botiola auzoa disfrutamos contemplando hermosos caseríos y la pequeña ermita de San Miguel. Los dos principales edificios se encuentran en el centro urbano, destacando la iglesia de San Salvador, que conserva una bella portada románica de los siglos XII-XIII, de las más notables de Bizkaia pues posee algunos capiteles con relieves historiados. Frente a la iglesia tenemos la ermita de Jesús Crucificado o Capilla Humilladero, que data de 1560.

Nos desplazamos ahora a las proximidades de Bilbao para recorrer el municipio más poblado (29.326 habitantes) y el segundo más extenso (31,70 km²), de esta entrega, Galdakao, ubicado en el valle bajo del río Ibaizabal, a los pies del monte Ganguren. Nos desplazamos primero al barrio de Usánsolo para contemplar la Casa torre de Lekue, del siglo XVI, para luego dirigirnos al centro urbano, donde destacan dos templos, la iglesia de Andra Mari, del siglo XIII y la de Santa María, de finales del siglo XIX. Luego me dediqué a fotografiar diferentes esculturas urbanas que, de arriba abajo y de izquierda a derecha son las siguientes: Ballestero, Dantzaria, Galdakaoko bizkaiari, de Néstor Basterretxea, Irekidurak, de Jorge Oteiza, Cortezas, de José Ramón Anda, Lampera galdakanesa, Cantería, La Lechera, El Mozollo y El Montañero.

Nos desplazamos a las Encartaciones para recorrer el municipio más extenso de esta entrega (44,36 km²), pero uno de los menos poblados (831 habitantes), Galdames, acercándonos en primer lugar al barrio de Montellano, donde se encuentra la iglesia de Santa María. Fotografiamos las nieblas matinales y nos dirigimos a la Torre de Loizaga que acoge entre sus murallas la colección de Rolls Royce más completa del mundo. Nuestro recorrido continúa deteniéndonos ante la iglesia parroquial de San Esteban, reconstruida en 1886, la ermita de San Juan Bautista y la iglesia parroquial de San Pedro. En este importante barrio se encuentra también el Ayuntamiento, frente al que tenemos el elegante  monumento al naviero Martínez de las Rivas (1931), obra de Garcí González y Mariano Benlliure, considerado como uno de los monumentos honoríficos más sobresalientes de Bizkaia.

Regresamos a las proximidades de Mungia para recorrer otro municipio eminentemente rural, Gamiz-Fika, que cuenta con una extensión de 15,50 km² y 1.379 habitantes, que se agrupan en dos núcleos principales, Gamiz, que cuenta con la iglesia de San Andrés, rehecha en el siglo XVIII, y Fika, donde destacan dos edificios religiosos, la iglesia de San Martín y la ermita de Jesús Crucificado, uno de los humilladeros más atractivos de Bizkaia, construcción barroca de 1783. También llama nuestra atención el busto dedicado a José Bilbao.

Muy cerca de Durango tenemos uno de los pequeños pueblos más coquetos de Bizkaia, Garai, que cuenta con una extensión de 7,12 km² y tan solo 327 habitantes, que pueden disfrutar como nadie de unas magníficas vistas de las crestas del Duranguesado. Cuenta el municipio con notables caseríos y monumentales edificios de la talla del Ayuntamiento, el Palacio Garatikua (1574) y las iglesias de San Juan Evangelista (1550), aunque la torre neoclásica no se le añadió hasta 1850, y la de San Miguel Arcángel (1545), que cuenta también con una torre neoclásica. Completamos nuestro recorrido acercándonos a dos ermitas, la de Santa Catalina, reedificada en 1773, frente a la que hay un sarcófago de piedra y una gran cruz, y la de San Juan de Momoitio. que data del siglo XII, aunque fue remodelada en 1754 y 1981. En su entorno se halla una necrópolis medieval y unas mesas con bancos desde los que disfrutar de un hermoso paisaje

Regresamos al entorno de Mungia para recorrer el municipio de Gatika, que cuenta con una extensión de 17,42 km² y una población de 1.663 habitantes. La cabecera del municipio es el barrio de Garai-Sertutxa, donde se encuentra la iglesia de Santa María, construcción del siglo XVI. A continuación nos desplazamos al barrio de Butrón, por donde discurre el río del mismo nombre antes de convertirse en la ría de Plentzia. Allí encontramos la ermita de la Magdalena y el fotogénico castillo de Butrón, restaurado en 1789 en estilo neogótico. Su entonces propietario, el Marqués de Torrecilla, encargó la obra al arquitecto Marqués de Cubas.

Volvemos a la comarca de Busturialdea para recorrer el municipio de Gautegiz Arteaga, que tiene una extensión de 13,57 km² y una población de 836 habitantes. Este municipio se halla en un enclave privilegiado dentro de la Reserva de la Biósfera de Urdaibai, donde visitamos el Urdaibai Bird Center, que ocupa la sede de un antiguo pabellón industrial ubicado en las proximidades de las marismas. Fuera del centro se encuentran los observatorios de aves situados en los barrios Orueta y Ozollo. En el pueblo visitamos la iglesia parroquial de Santa María, del siglo XVI, el Ayuntamiento y la Aretxederreta Kultur Etxea, moderno edificio inaugurado en noviembre de 2008, frente al que se encuentra una curiosa escultura. No podemos concluir este recorrido sin visitar la Torre de Arteaga, cuya reconstrucción encargó la emperatriz Eugenia de Montijo en 1857, con mármol de diferentes colores extraído de las ricas canteras de Gautegiz y Ereño. En la actualidad es un hotel.

Sin salir de la comarca de Busturialdea concluyo este apresurado recorrido en un municipio muy señorial, Gernika-Lumo, que cuenta con una extensión de 8,60 km² y 17.016 habitantes. Iniciamos la visita en la parte alta del municipio para ver la iglesia de San Pedro de Lumo, de donde nos desplazamos al centro urbano y más en concreto al Parque de los Pueblos de Europa, que alberga las esculturas de Eduardo Chillida (Gure Aitaren Etxea) y Henry Moore (Figure in a shelter). A un paso tenemos el Museo Euskal Herria, sito en el Palacio Alegría, de donde nos dirigimos a la iglesia de Santa María la Antigua, actual Salón de Plenos de las Juntas Generales de Bizkaia. Estamos en uno de los símbolos de Euskal Herria, la Casa de Juntas y el viejo roble del Árbol de Gernika. La siguiente cita es en la iglesia de Andra Mari, uno de los mejores ejemplos del gótico vasco. Fotografiamos también el mural “Guernica” Gernikara, que reproduce el famoso cuadro de Pablo Picasso. Todavía nos queda por ver el Mercado, la Foru plaza, a la que se asoman el Museo de la Paz y el Ayuntamiento. Y para concluir, dos esculturas dedicadas a Don Tello e Iparragirre. Gernika tiene tantas cosas de interés, que volveré más adelante para tratar esta población más ampliamente.

Las imágenes que ilustran este reportaje fueron tomadas entre el 8 de octubre de 2013 y el 7 de enero de 2014.

Con motivo de las recientes nevadas, el pasado día 23 regresé a Garai para obtener una nueva panorámica desde ese excelente mirador situado frente a la ermita de San Juan de Momoitio y mostraros las crestas del Duranguesado nevadas.

Previamente estuve en el puerto de Urkiola, dando un corto paseo por la nieve desde el puerto al Santuario y de allí hasta la ermita del Santo Cristo y el Mirador de las Tres Cruces, desde donde la vista es espectacular sobre los montes Mugarra, Untzillatx, Astxiki y Alluitz.

MUSCAT, la capital del Sultanato de Omán

En enero de 2015 realizamos un crucero de una semana de duración recorriendo los Emiratos Árabes Unidos (Abu Dhabi y Dubai) y el Sultanato de Omán, que es lo que más curiosidad me despertaba dado lo cerrado que había estado al mundo y por haber estado en dos ocasiones en el vecino Yemen. Ante mi sorpresa me encontré con un país moderno pues, con la ayuda del petróleo, el sultán Qaboos logró llevarlo al siglo XXI, hasta el punto de que, cuando lo visitamos, tres mujeres formaban parte del Gobierno, el 58% de los universitarios tiene sexo femenino, la red de carreteras es muy buena, hay 200 hospitales, la sanidad es gratuita, la electricidad llega hasta el pueblo más remoto y la educación es universal. Nos comentaron que los niños de aldeas remotas son trasladaos en helicóptero a la ciudad y al finalizar la semana devueltos a su aldea. Qabus ibn Sa’id Al Sa’id ostentó el título de sultán desde que derrocó a su padre en 1970, hasta ser sustituido por Haitham bin Tareq al Said, tras su fallecimiento en enero de 2020. El Islam es la religión del Estado y la de la mayoría de la población, aunque existe plena libertad religiosa pero está prohibido hacer proselitismo de cualquier religión. El árabe es la lengua oficial pero también se habla inglés y la moneda de curso legal es el rial omaní, aunque pagamos en dólares USA.

11 de enero de 2015. Sobre las 7 de la mañana las primes luces del sol iluminan la isla Al Fahal, que marca la proximidad de nuestro destino, Muscat, la capital del Sultanato de Omán. Mientras observamos el paisaje montañoso, un práctico nos acompaña al Port Sultan Qaboos, donde vemos amarrado otro crucero. Autobuses y todo-terrenos se agolpan al pie del Costa Serena, en espera de los clientes para las excursiones. Nosotros cogemos el autobús gratuito que nos lleva a la entrada del puerto. Aunque hace falta visado que se obtiene al llegar al país, la única documentación que tenemos que presentar es la tarjeta de identificación del crucero, pues ellos se encargan de las gestiones. Pasada la aduana vemos la parada de taxis. Hablamos con un taxista, le indicamos el plan, regateamos el precio y lo contratamos para 5 horas. Un matrimonio gallego que anda despistado, se une a nosotros. Todo nos salió fenomenal.

Nuestro primer destino es el lugar más impresionante de Muscat, la Gran Mezquita, situada en una amplia explanada en las afueras. En 1992 el Sultán Qaboos decidió que su país debía tener una Gran Mezquita, así que un año después tuvo lugar un concurso para su diseño. En 1995 comenzaron las obras que se prolongaron durante seis años y cuatro meses. Siendo inaugurada por el sultán el 4 de mayo de 2001. Cuenta con un minarete central, de 90 metros de altura y cuatro laterales, de 45,5. La musalla (sala de oración) principal puede alojar a más de 6.500 fieles, y la de mujeres 750. Con el pavimentado espacio exterior (40.000 m²), puede recibir a un total de 20.000 fieles. Un importante elemento del interior es la alfombra que cubre el suelo de la sala de oración (70 x 60 metros). Contiene 1.700.000.000 nudos, pesa 21 toneladas y se tardó cuatro años en fabricar, siendo la segunda alfombra de una pieza más grande del mundo. La lámpara de araña de encima de la sala de oración tiene 14 metros de altura. La verdad es que la mezquita nos gustó mucho.

A media mañana le pedimos al taxista que nos lleve a algún bar para tomar algo, café o zumo de naranja, a lo que nos iremos acostumbrando, pues de alcohol nada. Nos lleva a una terraza junto a la playa Al Qurum Beach, muy concurrida los viernes por niños que acuden a jugar al fútbol. La temperatura es muy agradable. Como telón de fondo tenemos la isla Al Fahal. Vemos que Muscat es una ciudad muy verde y con muchos jardines, que contrastan con la aridez del desierto. También nos comentan que el sultán prohibió los edificios muy altos. Tras el zumo, nos detenemos un momento a fotografiar la otra joya de la ciudad, la lujosa Royal Opera House, la primera ópera estable de la Península Arábiga y la segunda de Oriente Medio, tras la de El Cairo. La sala grande tiene capacidad para 1.100 espectadores. Como curiosidad, los días 17 y 19 de enero de 2018 se representó aquí “Madame Butterfly”, con la Sinfónica de Bilbao en el foso, que concluyó con siete minutos de aplausos.

Nos desplazamos ahora al otro extremo de la ciudad para ver los antiguos fuertes portugueses, aunque el primero de ellos, el de Mutrah, que ya lo vimos al lado del puerto. La entrada al viejo puerto de Mascat está rodeada por dos fuertes, el de Al-Jalali al este y el de Al-Mirani al oeste. El primero data de 1587 y el segundo de 1550. Fueron construidos por los portugueses para protegerse de los ataques otomanos y asegurar su ruta comercial. Cerca de Al-Mirani se encuentra el Al Alam Palace o Palacio del Sultán de Omán, moderno edificio que utiliza solo para las recepciones oficiales. Vemos también a los fieles que acuden a la mezquita Al Khor Mosque.

Cerca de los fuertes hay una zona residencial rodeada de parques y jardines, donde se encuentra nuestro siguiente objetivo, el Museo Bait al Zubair, antigua vivienda de lujo construida en 1941 y reconvertida en museo en 1998, con objeto de mostrar distintos aspectos del patrimonio omaní. Cuenta con una extensa colección de armas antiguas, mobiliario y disfraces. Fuera del museo hay un zoco y un pueblo omaní a gran escala, así como esculturas de oryx, el animal nacional de Omán, Qatar y Jordania. Son antílopes de gran tamaño y con largos cuernos rectos y anillados, de un metro o más de longitud. Por su colorido me recuerda a la exposición de vacas que hace unos años hubo en Bilbao y otras ciudades europeas.

Abandonamos la zona del museo y sus amplios jardines y pasamos bajo el Muscat Gate Museum, inaugurado en 2001 para albergar exhibiciones sobre la historia de Omán. Nuestra última cita es en el paseo de la Cornisa (La Corniche), a donde volveremos al día siguiente. Desde allí contemplamos el enorme y lujoso yate del sultán y nuestro crucero, el Costa Serena. Aunque es un poco tarde, decidimos regresar al barco a comer, cosa que podemos hacer con vino, y a descansar, pues hemos tenido muchas horas de viaje hasta llegar aquí, donde anochece pronto, a las 17:38 h. Desde nuestro barco contemplamos la puesta de sol y el vecino crucero Aida Diva.

12 de enero de 2015. Hasta las 14 h no zarpa nuestro crucero, así que aprovechamos la mañana con más tranquilidad que el día anterior. Hoy no cogemos taxi, pues hemos dejado todo lo que queda cerca del puerto y podemos recorrer a pie, comenzando con un lugar fascinante, el mercado del pescado de Mutrah, situado nada más salir del Port Sultan Qaboos. Aquí podemos ver un centenar de vendedores y cortadores de pescado, que posan amablemente para la cámara. Eso sí, no hay ni una sola mujer. Vemos muchos atunes, pequeños tiburones, sardinas y otros pescados. Recientemente el mercado ha sido renovado, contando con una elegante cobertura.

Todos los días, a partir de las 6 de la mañana, comienza la incesante actividad de los pescadores, descargando su preciada mercancía en los aledaños del mercado de pescado. Nosotros nos acercamos bastante más tarde y tan solo pudimos presenciar la llegada de dos pequeñas embarcaciones y el traslado del pescado en una carretilla. Eso si, contemplamos un buen grupo de aves esperando una captura fácil y a un pescador lanzando la red en las proximidades de La Corniche.

Tras tomar un café en el centro histórico de la ciudad, accedidos al Zoco de Mutrah, que teníamos al lado. A media mañana en su interior había muy poca gente y, a diferencia de lo que vimos en el mercado del pescado, aquí era mayoritaria la presencia femenina. Accedimos por la puerta que da al paseo marítimo, La Corniche, deteniéndonos en los puestos de especias, frutos secos, perfumes, telas, de vestidos tradicionales y gorros, en el que compré uno.

Como todavía nos quedan más de dos horas hasta la salida del barco, el día está fantástico y no hace calor, dedicamos el último tiempo en Muscat a recorrer todo el agradable paseo de la Cornisa (La Corniche), por donde también circula el autobús turístico, descubriendo un par de grupos escultóricos dedicados a los delfines que pueblan estas aguas, varios kioskos para descansar a la sombra, embarcaciones tradicionales y un punto de alquiler de bicicletas, que son gratuitas en cuanto anochece, para fomentar su uso cuando menos calor hace. Al fondo se encuentra el Costa Serena, desde le que más tarde contemplamos la puesta de sol.

El viaje continúa. Nuestro próximo destino es Khasab, situado en la península de Musandam. Se trata de un enclave omaní ubicado en los Emiratos Árabes Unidos, en pleno estrecho de Ormuz, del que os hablaré en otra ocasión.

TENERIFE, mucho más que playas (y 3): La Laguna, el barranco de Masca y el Carnaval

Concluyo el relato de los viajes por Tenerife que dejé la pasada semana en Candelario. Comienzo hoy en la ciudad más monumental de la isla, San Cristóbal de La Laguna, población de más de 150.000 habitantes, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, por ser ejemplo único de ciudad colonial no amurallada.

Nos desplazamos en autobús hasta el aeropuerto de Los Rodeos y en sus proximidades tomamos el tranvía (Metropolitano de Tenerife), que cuenta con dos líneas. Una vez en el centro comenzamos a contemplar notables edificios como la Casa Peraza de Ayala, la capilla de la Santísima Trinidad, las Casas Alvarado-Bracamonte, de la Alhóndiga y del Corregidor, el colegio de las Dominicas, el convento de Santa Catalina de Siena, fundado en 1605, la ermita de San Miguel, la iglesia de Ntra Sra de la Concepción que, fundada en 1511, es la parroquia matriz de la isla de Tenerife. Su elemento más representativo es la torre, de 28 metros de altura. Finalmente, el Ayuntamiento.

Continuamos nuestro paseo monumental por San Cristóbal de La Laguna pasando por la plaza del Adelantado, el Teatro Leal, la Casa Bigot, la plaza de la Concepción, la iglesia y ex-convento de San Agustín, la iglesia y hospital de Ntra Sra de los Dolores, y la Casa Salazar, edificio barroco sede del Palacio Episcopal, de donde nos dirigimos al palacio Lercaro y al convento de San Juan Bautista o de las Clarisas, fundado en 1547.

Hemos dejado para el final uno de los edificios más interesantes de San Cristóbal de La Laguna, el Real Santuario del Santísimo Cristo de La Laguna, que forma parte del convento franciscano de San Miguel de las Victorias y tiene la categoría de Bien de Interés Cultural. En su interior destaca el retablo barroco de plata repujada, que data del siglo XVIII. Vemos pasar una carrera popular y nos ponemos a buscar restaurante, pues se ha echado la hora de comer.

Al día siguiente cambiamos de escenario y nos dirigimos al extremo norte de la isla en compañía de una pareja de amigos canarios que nos hacen de guías. De crío estuve con mis padres en la ermita de la Virgen de Begoña, que creo que se encuentra en Almáciga, pero mis amigos no tenían ni idea de su existencia, así que seguimos con su plan por el Parque Rural de Anaga y la zona del Pico del Inglés, donde contemplamos diferentes formaciones rocosas. Circulamos por la TF-134 hasta el Mirador Risco Amogoje, para luego ir a comer el tradicional gofio en un popular bar de la zona. El gofio es un alimento preparado con harina no cernida de cereales tostados, generalmente de trigo o millo, usada con diferentes alimentos, que realmente no me agradó en demasía. Como el día está amenazante, concluimos la jornada en la Casa del Vino La Baranda, una antigua hacienda canaria del siglo XVII cuyo propietario, el Cabildo de Tenerife, ha convertido en el Museo Insular de la Vid y el Vino de Tenerife, en el que también se visita la antigua capilla de la casa, dedicada a San Simón, acondicionada como biblioteca.

Los acantilados de los Gigantes son un accidente geológico volcánico de tipo basáltico, situados en la costa oeste de la isla. Nos acercamos a Playa de San Juan y Puerto Santiago y luego fuimos a hacer una excursión marítima que no olvidaré fácilmente, pues desde el barco contemplamos muy cerca un grupo de delfines mulares, que pueden llegar a medir 3 metros. Los delfines se acercan muchísimo y parece jugar con el catamarán. También observamos otro buen grupo de calderón tropical, también conocido como ballena piloto, que pueden superar los 5 metros de largo y pesan entre una y dos toneladas. ¡Una gozada de día!

Desde el barco en el que fuimos a observar delfines y calderones, contemplamos el final del Barranco de Masca, así que en el último viaje a Tenerife nos lo pusimos como principal objetivo, aunque no fue fácil, ya que llovió casi todos los días y con mal tiempo no se puede realizar. De hecho, desde el 26 de febrero de 2018 permanece cerrado, ya que ha habido bastantes accidentes, incluso mortales. Aunque su apertura estaba prevista para fin de 2020, supongo que se retrasará, dado que pretenden mejorar su seguridad con barandillas y escaleras, además de arreglar el embarcadero que se llevó el temporal. Conviene contratar una excursión que te lleve al punto de partida en el caserío de Masca y que te trasladen en barco desde el punto final, ya que hay que descender 580 metros de desnivel en unos 4 km de recorrido, en lo que se tarda más de 3 horas. Al principio se camina por un angosto y empinado sendero, con algunos destrepes, para luego seguir el curso de una especie de wadi que te conduce a la playa. El recorrido resulta espectacular, Lo peor, las agujetas de los días siguientes.

No podía terminar este relato sin citar al Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, considerado el segundo más popular y conocido del mundo tras el de Río de Janeiro (Brasil). El 18 de enero de 1980 fue declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional. Nunca me he planteado ir a esta fiesta, pues no me gustan las multitudes, pero la casualidad hizo que en uno de mis viajes a la isla, al ir a visitar su capital, me encontrara con un preludio del carnaval, de esos que se realizan desde muchos días antes, así que sigo sin conocer Santa Cruz de Tenerife, pues pasé toda la mañana en este acto en el que se presentó a las candidatas a reina del carnaval, fotografiando también a los ganadores de disfraces de la categoría infantil: femenina, masculina, parejas y grupos de más de 12.

El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife se celebra desde los primeros asentamientos europeos, siendo  las primeras referencias escritas de finales del siglo XVIII. Como los reporteros gráficos que cubrían el evento llevaban buenos teleobjetivos y yo no, conseguí que me dejaran estar en el escenario, en un lugar en el que no estorbaba, para poder tomar las fotografías que os presento, en las que aparecen los ganadores de las categorías femenina, masculina, parejas, grupos de 6 a 12 y de más de 12 personas. Fue una suerte coincidir con este evento.

El último viaje a Tenerife lo realizamos con la compañía Vueling y, aunque siempre pedimos pasillos, como con esta compañía tengo “enchufe”, pude disponer de los tres asientos y así poder fotografiar desde el aire la punta del Teide, casi oculto por las nubes, la salida de la isla y algo que tenía muchas ganas, el paso del estrecho de Gibraltar, pudiendo ver a la vez el norte de África y el sur de Europa, pues tuvimos la suerte de coincidir con un día fantástico. Fue un buen remate del viaje.

TENERIFE, mucho más que playas (2): El Sur y Las Cañadas del Teide

Continúo el relato de mis viajes a Tenerife, accediendo en esta ocasión a la isla por el Sur, alojándome las primeras noches en la población turística de Los Cristianos, que cuenta con muchos hoteles y afamadas playas que, como comenté, no pisé, dedicándome a caminar por el paseo marítimo. De allí nos desplazamos a Los Abrigos, perteneciente al municipio de Granadilla de Abona, donde se encuentra la playa de La Tejita, con la Montaña Roja al fondo. La siguiente cita la tenemos en Guía de Isora, deteniéndonos en la iglesia de la Virgen de la Luz.

Fue una casualidad, pero al viajar en octubre coincidimos en Adeje con las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Encarnación, que concluye con su tradicional romería canaria, con un derroche de color, gastronomía y folclore. La romería de Adeje parte desde la Plaza del Cerco y recorre la calle Grande hasta llegar a la Iglesia de Santa Úrsula. Pudimos disfrutar de coloristas trajes, música tradicional y de los pintxos que nos daban desde las carretas. Me recordó un poco al Bando de la Huerta murciano. Eso sí, por la mañana nos llovió un poco, como me ha sucedido en todas las islas. Los romeros decían: “aquí llueve medio día al año y la Virgencita ha querido que sea hoy”.

Desde Los Cristianos nos desplazamos también a Las Águilas-Jungle Park, un parque zoológico y botánico ubicado en la cercana localidad de Arona, en el que se puede contemplar una gran variedad de especies, como águilas, halcones, marabús, grullas, ibis, flamencos, cigüeñas, loros, guacamayos, cotorras, orangutanes, gibones, lemures, leopardos, jaguar, suricatos, tortugas, cocodrilos y caimanes. También se puede asistir a una espectacular exhibición de vuelo libre de rapaces y un show de leones marinos.

Había estado en diferentes ocasiones en Las Cañadas del Teide pero nunca había pernoctado allí, así que en uno de los viajes nos alojamos en el Parador de Las Cañadas del Teide, una casona de montaña camuflada entre el paisaje, con impresionantes panorámicas sobre el cono del volcán. Tras instalarnos y comer allí, caminamos durante 3,6 km por el sendero de los Roques de García, entre los que se encuentra el Roque Cinchado, cuya imagen aparecía en los billetes de 1.000 pesetas. A media tarde, la gente que participa en las excursiones ya se ha marchado, quedando Las Cañadas para nosotros solos. Estamos a 2100 metros de altitud y hace frío al atardecer, pero es una gozada contemplar los tonos rojizos que toma el Teide.

El circo de Las Cañadas es una de las mayores calderas del mundo. Tiene forma elíptica, con 16 km de eje mayor, 10 km de eje menor y 45 km de perímetro. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 2007, el Parque Nacional del Teide cuenta con una amplia red de senderos, compuesta por 41 itinerarios diferentes, así que aprovechamos la tarde para seguir caminando a la vez que vemos la montaña española de mayor altitud. Para acceder hasta su cumbre (3715 m) desde la terminal superior del teleférico en La Rambleta (3550 m), hay que tramitar un permiso a través del Parque Nacional o en la web www.reservasparquesnacionales.es.

El segundo día de nuestra estancia en Las Cañadas lo dedicamos a efectuar un recorrido bastante llano, de 16,6 km, que se realiza en poco más de 4 horas. Se trata del Sendero de las Siete Cañadas, que comienza en el Centro de Visitantes del Portillo y concluye en el de Cañada Blanca, junto al Parador. Un vehículo del centro hotelero nos trasladó al punto de partida, caminando luego por el antiguo camino de Chasna, usado desde la época prehispánica para cruzar del norte al sur de la isla, que discurre bordeando la base de la pared de la caldera de Las Cañadas. En la ruta contemplamos continuamente el Teide y la montaña Guajara, además de la floración del tajinaste y restos de majadas pastoriles.

La siguiente cita la tenemos en el municipio más alto de España, La Orotava, pues su término municipal llega desde el nivel del mar, hasta los 3715 metros del pico Teide, bajo cuya atenta mirada nos disponemos a recorrer el casco histórico, que fue declarado Conjunto Histórico Artístico Nacional en 1976. El primer edificio que llama nuestra atención es la Casa de los Balcones, así llamada por sus balcones y patio interior de madera tallada, que se construyó entre los años 1632 y 1675. El edificio más notable es la parroquia de Ntra Sra de la Concepción (Monumento Nacional), construida en la segunda mitad del siglo XVIII y considerada la mejor muestra del barroco en Canarias. También merece la pena citar la iglesia San Agustín y el ex-convento de Ntra Sra de Gracia, actual Casa de la Cultura, varias casas señoriales, la artesanía local y las tiendas de recuerdos en las que venden trajes tradicionales.

La última visita de esta segunda entrega es al municipio de Candelaria, en el que tan solo nos detenemos para contemplar la Basílica de Ntra Sra de Candelaria, uno de los principales templos del archipiélago, ya que en él se encuentra la imagen de la patrona de Canarias. La basílica preside la plaza de la Patrona de Canarias, lugar de encuentro de peregrinos y de celebración de grandes eventos, en la que lo más relevante son las majestuosas figuras en bronce que representan a los nueve menceyes, reyes guanches que gobernaban en la isla en el momento de la conquista. Desde una tienda de recuerdos, a orilla de la costa este de la isla, concluyo esta segunda entrega.

La próxima semana concluiré estos viajes por la isla de Tenerife, recorriendo la parte norte, La Laguna, el barranco de Masca y, como no, el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, sin olvidar a los delfines y calderones.

FELIZ 2021

28 de diciembre: El espectáculo de las olas en Plentzia (Bizkaia)

Hoy no nos privábamos de nada en Euskal Herria, pues teníamos alarma roja para navegación costera, alerta naranja por impacto en costa y avisos amarillos por viento, lluvia y nieve. Aunque no ha dejado de llover, como me gusta ver la mar, después de comer nos hemos desplazado a una población cercana, Plentzia, para disfrutar del espectáculo de las olas desde un lugar completamente seguro, así que, como una imagen vale más que mil palabras, os dejo diez obtenidas sobre las 15:30 h coincidiendo con la pleamar.

La segunda parte sobre la isla de Tenerife la subiré el día de Nochevieja.

TENERIFE, mucho más que playas (1): Puerto de la Cruz, Icod de los Vinos y Garachico

Me encantan las islas Canarias, por su clima y variedad de paisajes. Además resulta muy cómodo llegar a cuatro de ellas, Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, por contar con vuelos directos de Bilbao. He estado en Canarias unas cuantas veces: cuatro en Tenerife y Lanzarote, dos en Fuerteventura, Gran Canaria y el islote de Lobos y una en La Graciosa, La Palma, La Gomera y El Hierro. Y todavía no he estado tomando el sol en ninguna de sus playas, pero he caminado por muchas de sus rutas. He recorrido bastantes kilómetros por ellas con un coche alquilado salvo en una ocasión, en Tenerife, que lo hice en transporte público siguiendo el ejemplo de algunos centroeuropeos. Es precisamente en esta isla en la que me voy a detener durante tres semanas, para mostraros que Tenerife tiene mucho más que playas. Habrá que ir pensando en hacer planes para cuando podamos volver a viajar.

He volado a Tenerife con Iberia y Vueling, tanto al aeropuerto de Tenerife Norte (Los Rodeos) como al de Tenerife Sur (Reina Sofía). Me he alojado en el Sur en Los Cristianos, pero sobre todo en el Norte, siempre en Puerto de la Cruz, donde he repetido hotel, el Parque San Antonio cuando pertenecía a la cadena Meliá. Me gustaba por la baja altura de sus edificios y porque se encontraba en un jardín botánico. También he ido comprobando la paulatina decadencia de los servicios en la hostelería canaria, debido a la llegada del todo incluido y lo poco que pagan los touroperadores europeos, comparado con lo que nos cobran a nosotros.

Comenzamos nuestro recorrido bajo la atenta mirada del omnipresente monte Teide, como no, en Puerto de la Cruz, el municipio menos extenso (8,73 km²) pero más turístico de Canarias, que se sitúa en el norte de la isla de Tenerife, en el valle de La Orotava. Cuenta con un lugar emblemático, el Lago Martiánez, complejo de ocio diseñado por el artista lanzaroteño César Manrique que, con sus 100.000 metros cuadrados, cuenta con un lago central artificial, piscinas, jardines, terrazas y restaurantes. Al lado se encuentra la playa Martiánez.

Puerto de la Cruz cuenta con un interesante centro histórico, así que comenzamos a recorrerlo en el peatonal pase de San Telmo, donde nos detenemos en la coqueta ermita de la que toma el nombre, construida en 1870. Sucesivamente vamos acercándonos a otros notables edificios, como el Ayuntamiento, la Casa Miranda (de 1730) y la iglesia de Ntra Sra de la Peña de Francia, construida en 1697 y ampliada posteriormente, en la que destaca el barroco retablo mayor de 1710. También entramos en el mercado y contemplamos varias pinturas murales y a los mimos callejeros.

Continuamos el paseo monumental por Puerto de la Cruz acercándonos al Mirador Punta del Viento y de allí al antiguo puerto, donde contemplamos la Batería de Santa Bárbara y la Casa de la Real Aduana, fundada en 1620, que aloja el  Museo de Arte Contemporáneo. La siguiente cita la tenemos en la ermita de San Juan Bautista, del siglo XVI, que es una nave lateral de la iglesia de San Francisco desde el siglo XVIII. En su interior destacan los retablos renacentistas y barrocos. Concluimos nuestro recorrido disfrutando de la arquitectura tradicional canaria, con tres edificios del siglo XVIII, como las Casas Iriarte y Remierd y el Hotel Marquesa, para finalizar en el Hotel Monopol, regentado por la misma familia desde hace más de 75 años.

Sin salir de Puerto de la Cruz visitamos el Loro Parque, zoológico con una extensión de 135.000 m², especializado en la conservación de gran variedad de loros. Creado por el alemán Wolfgang Kiessling y su padre, fue inaugurado a finales de 1972 con más de 150 papagayos y el primer espectáculo de loros de Europa. En la actualidad cuenta con una gran variedad de animales, como tigres, oso hormiguero, gorilas, flamencos, loros, grullas, pingüinos, aligátores y tortugas, siendo la principal atracción los espectáculos de delfines y de orcas.

A 20 km tenemos un lugar que me atrae mucho, Icod de los Vinos, donde se encuentra el llamado Drago milenario, que realmente parece tener entre 500 y 600 años y cuenta alrededor con un hermoso parque. El casco antiguo ha sido declarado Bien de Interés Cultural debido a su importancia histórica, pues cuenta con notables edificios como la Casa de Andrés de Lorenzo Cáceres, de fachada neoclásica. Pasamos por la plaza de La Constitución, más conocida como plaza de la Pila, y nos acercamos a tres edificios religiosos, el convento de San Agustín, la capilla de los Dolores (siglo XVIII), que formaba parte del antiguo convento franciscano del Espíritu Santo, actual sede de la Biblioteca Municipal en cuyo patio vemos a Neptuno empuñando un tridente, y la iglesia matriz de San Marcos, de comienzos del siglo XVI y de estilo colonial canario.

8 km más y llegamos a otro de los lugares que me gustan de la isla, Garachico, cuyo nombre procede del roque o islote que se encuentra cercano a su costa, en la que encontramos el Caletón, una zona de baño formada por varias piscinas de origen natural, pues se formaron por la lava solidificada procedente de la erupción del volcán Trevejo en 1706. Al lado tenemos el grupo escultórico El Tensei Tenmoku o Puerta sin Puerta, creado por el artista Kan Yasuda. El casco histórico de Garachico posee un rico patrimonio arquitectónico de los siglos XVI y XVII, como el castillo de San Miguel y el ex-convento e iglesia de San Francisco, reconvertido en biblioteca municipal y museo. Mención especial merecen también el Ayuntamiento y la plaza de la Libertad.

Aunque la próxima semana hablaré más ampliamente de esta zona, no puedo concluir esta entrada sin citar el Teide y Las Cañadas, Parque Nacional que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007. Mi primer viaje a la isla tuvo precisamente como objetivo subir al techo español, de 3715 metros de altitud, cosa que hice en compañía de mi hermano desde Montaña Blanca, pernoctando en la parte abierta del refugio de Altavista y aprovechando el descenso para pasar por el Pico Viejo (3135 m).

La próxima semana seguiremos recorriendo Tenerife, isla que tiene tantas cosas que ver.

Aprovecho la ocasión para desearos felices fiestas y un próspero año 2021, en el que se acabe la pandemia y podamos viajar con total libertad.

Y para concluir, una buena noticia. La fiesta de los Caballos del Vino ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, así que desde aquí mi felicitación a los habitantes de Caravaca de la Cruz (Murcia), que tan bien nos acogieron cuando estuvimos en la citada fiesta el 2 de mayo de 2019, por cierto, la última que se ha celebrado, con mis deseos de que pronto vuelva a ser una realidad.

NUEVA ZELANDA: Milford Sound, la guinda del viaje

Continúo el relato del viaje por Australia y Nueva Zelanda, realizado del 23 de septiembre al 24 de octubre de 2018, que dejaba el pasado martes en Queenstown, en la isla Sur de Nueva Zelanda.

19 de octubre. Día 27 de viaje. Amanece lloviendo a mares y las previsiones no son nada halagüeñas, pero como tenemos por delante 285 km hasta nuestro destino, todo puede cambiar o al menos eso deseamos. Como no queríamos pegarnos una paliza de viaje, para hoy hemos cogido una excursión organizada que combina autobús y barco con comida a bordo (Milford Sound Full Day Tour) y una duración de 12 horas 30 minutos, prácticamente de sol a sol, así que toca madrugar. La primera parte del viaje la realizamos con lluvia, luego disfrutamos de unos hermosos reflejos mientras bordeamos el lago Wakatipu, más tarde las líneas de niebla y pronto sale el sol. Igual volvemos a tener suerte, pues nos dicen que en Milford Sound, nuestro destino, llueve 363 días al año.

Cuando llevamos recorridos 171 km (2 horas de viaje), nos detenemos en Te Anau, localidad que se asoma al lago del mismo nombre, el más grande de la isla Sur. Aprovechamos para ir al baño, tomar un café y todavía nos queda un poco de tiempo para acercarnos a la orilla del lago. Esto promete, pues el día está quedando espectacular. No nos lo podemos creer, pues la previsión no era muy buena. Todavía nos quedan más de 100 km, así que esperamos que se mantenga el buen tiempo.

Viajamos en un cómodo autobús con wifi gratuito y techo de cristal para contemplar mejor el espectacular paisaje, circulando por una buena carretera que recorre el Parque Nacional de la Tierra de los Fiordos (Fiordland). 53 km después nos detenemos en el pintoresco Eglinton Valley, un valle glaciar que ahora es una enorme planicie rodeada de montañas.

Seguimos en el Fiordland National Park, deteniéndonos 4 km después, teniendo que caminar tan sólo 5 minutos para acercarnos a los Mirror Lakes, donde en un día tranquilo las cadenas montañosas se reflejan perfectamente en las tranquilas aguas, en las que vemos algunas fochas. Las agrestes montañas comienzan a estar cubiertas de nieve. El día sigue precioso.

Seguimos recorriendo el Fiordland National Park y enseguida nos volvemos a detener para fotografiar las nevadas montañas. El paisaje es espectacular, por lo que me despisto y casi me roba el gorro un kea, ave de la familia de los loros Strigopidae, especie endémica de la zona alpina de la isla Sur de Nueva Zelanda. Es un loro de gran tamaño, que mide unos 46 cm y pesa 1 kg. Con tanta parada empezamos a ponernos nerviosos por si empeora el tiempo. Pasamos el estrecho túnel Homer, un pasadizo de 1,2 km por el que parece que el autobús no va a caber y nos detenemos en The Chasm, para caminar durante 20 minutos por un sendero y pequeños puentes sobre una serie de pequeñas cascadas y rápidos. Ya solo nos quedan unos 10 km para llegar a nuestro destino. ¡Vaya día más bueno que está quedando!

La Milford Road concluye en nuestro ansiado destino, Milford Sound, el fiordo más famoso de Nueva Zelanda. Para nosotros era la guinda del viaje y lo podemos contemplar con un tiempo espectacular, cosa nada fácil. Mientras embarcamos en un buen catamarán de tres niveles, disfrutamos contemplando el Mitre Peak (Rahotu en maorí), que se ha convertido en uno de los iconos del país. Como estamos en una zona que llueve mucho y el deshielo en primavera es elevado, desde el barco contemplamos varias cascadas.

Navegamos durante casi dos horas por el increíble fiordo Milford Sound, hasta su salida en el mar de Tasmania. Es como ver un documental en directo, contemplando las cascadas y las paredes de roca marcadas por el glaciar. También vemos un grupo de focas tomando el sol sobre una roca y al final del trayecto una espesa niebla que procede del mar, debido a la diferencia de temperatura del agua, que proporciona un encanto especial.

Aprovechamos el regreso del barco para comer un plato de pasta con carne, un yogur y una copa de vino tinto, pero lo hacemos con rapidez para no perdernos nada de este extraordinario paisaje del fiordo Milford Sound, tomando las últimas fotos de las montañas y de las cascadas y, al llegar al embarcadero, deleitarnos contemplando el icónico Mitre Peak. ¡Qué gozada de sitio! Aunque parezca increíble hemos pasado 6 días en la isla Sur con un tiempo extraordinario, algo que varios lugareños nos han dicho que no es nada habitual. Por detrás de las montañas empiezan a entrar nubes, pero ya nos da igual el tiempo que haga. ¡Prueba superada!

Algunos pudientes regresan en avioneta a Queenstown, aprovechando para contemplar desde el aire el fiordo y los lagos. Nosotros tenemos por delante casi 4 horas de autobús (285 km) para regresar al punto de partida, que aprovecho para tomar unas fotos de las cascadas que hay junto al túnel Homer. Entre las lluvias y el deshielo de primavera, las montañas chorrean agua. En el regreso hacemos una sola parada, que nos permite fotografiar de nuevo el lago Te Anau. De nuevo en el autobús, contemplamos verdes praderas en las que pastan rebaños de ciervos y de vacas. Como no anochece hasta las 20:14, llegamos de día a Queenstown. No olvidaremos fácilmente esta jornada.

20 de octubre. Día 28 de viaje. Con mucha pena ponemos fin a los once días pasados en Nueva Zelanda, en los que hemos tenido muchísima suerte con el tiempo. Teníamos que haber pasado al menos una semana más, sobre todo en la isla Sur, ya que difícilmente volveremos a este país que tan lejos está, pero qué se le va a hacer, todo nos es posible. Desde el aeropuerto de Queenstown vemos por última vez las nevadas montañas. Por delante tenemos 3 horas de vuelo en un Airbus A320 de la compañía Jetstar para regresar a Australia. Destino, Sydney, final del viaje.

En Sydney pasaremos los 5 últimos días del viaje, pero antes tenemos que adelantar dos horas el reloj. De ello os hablaré más a adelante. El viaje continúa.