Día Mundial de la Lucha contra el SIDA

GeSIDA pronostica un retroceso en la lucha contra el VIH en el Estado a consecuencia de la pandemia de la COVID-19

La prevención es clave para evitar los contagios de VIH

MADRID, 30 de noviembre de 2020. La irrupción de la COVID-19 provocará un más que probable retroceso en la lucha contra el VIH, la gran pandemia que irrumpió en el mundo en las últimas décadas del siglo XX y cuyos avances de las últimas décadas pueden verse condicionados en los próximos años por el severo efecto que el SARS-CoV-2 están teniendo en los servicios sanitarios y de prevención del virus del SIDA, que afecta en España a más de 150.000 personas.

Aunque estos efectos no se conocerán de forma más concreta hasta 2021, un estudio realizado entre servicios sanitarios y de prevención de 34 países europeos -entre ellos, también españoles- entre marzo y agosto de este año ya apunta cuál puede ser la tendencia: el 95% de los encuestados informaron haber realizado pruebas a menos de la mitad del número esperado de personas durante los primeros meses de la pandemia de la COVID-19 entre marzo y mayo de 2020. Esto continuó, aunque en menor grado, entre junio y agosto de 2020, cuando las medidas fueron menos estrictas en la mayoría de los países.

Dado el repunte de los casos de COVID-19 en otoño y las nuevas restricciones de movilidad establecidas en esta semana, la tesitura puede ser similar a la vivida en la pasada primavera. La cuestión es que “en infecciones crónicas como el VIH, el diagnóstico y el tratamiento retrasados pueden tener consecuencias a largo plazo, tanto para los pacientes individuales como en los avances globales logrados en el control de esta pandemia”, recuerda el presidente de GeSIDA, el Dr. Esteban Martínez.

Con motivo del Día Mundial del SIDA, que tiene lugar cada primero de diciembre, desde GeSIDA (Grupo de Estudio del SIDA de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica) se insiste en no bajar la guardia frente al VIH, más si cabe en este año condicionado por la pandemia de la COVID-19. Si anualmente, de media, se producen en España 3.500 nuevos diagnósticos de casos del virus del SIDA, el efecto del SARS-CoV-2 puede propiciar que crezcan en los próximos meses.

Uno de los ámbitos de la lucha contra el VIH que más puede notar los efectos de la pandemia de la COVID-19 es la prevención. En el caso de España, la anhelada implantación de la PrEP –profilaxis pre-exposición, tratamiento preventivo frente al virus, una estrategia dirigida a colectivos de mayor riesgo de contagio– había comenzado a funcionar pero ha quedado como una cuestión secundaria o incluso paralizada a consecuencia de la pandemia del coronavirus.

Junto con la prevención, el diagnóstico de nuevos casos también se ha visto afectada por las restricciones dispuestas para contener la propagación del SARS-CoV-2. Es precisamente en este ámbito donde España más necesitaba mejorar para alcanzar los objetivos del reto 90-90-90 (90% de la población con infección por el VIH diagnosticada; de ellos, el 90% en tratamiento antirretroviral, y de estos últimos, el 90% con carga viral suprimida) dispuesto por las Naciones Unidas para hacer frente a la pandemia del VIH. Según el último informe elaborado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III para el Plan Nacional del Sida del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, casi un 87% de las personas el virus conocería su diagnóstico, lo que deja un 13% de personas que no saben que tienen la infección. De las personas que viven con VIH y conocen su diagnóstico, un 93% están en terapia antirretroviral y un 90% de estas tendrían carga viral suprimida, por lo que estos dos parámetros sí habrían alcanzado el objetivo dispuesto por ONUSIDA.

“Dado que la pandemia de COVID-19 probablemente seguirá siendo una prioridad para los servicios sanitarios en los próximos meses, es importante garantizar que la respuesta a otras enfermedades infecciosas no se vea comprometida. Invertir en respuestas integradas, particularmente en el caso de las poblaciones clave, que a menudo tienen un mayor riesgo de adquirir más de una enfermedad infecciosa”, señala el presidente de GeSIDA, grupo que aglutina a los expertos –infectólogos y microbiólogos, fundamentalmente– que en España trata el VIH.

El Dr. Martinez subraya que, a consecuencia del estado de alarma, la atención a las personas con VIH ha tenido que pasar, prácticamente en su totalidad, a formato telemático, circunstancia que ha impedido ejercer un mejor control sobre la continuidad de los tratamientos y la realización de análisis. “Es posible que haya una proporción de pacientes que hayan perdido la indetectabilidad o hayan cursado un peor pronóstico de sus comorbilidades asociadas al VIH. Es necesario hacer un análisis exhaustivo de la situación y establecer las medidas necesarias para subsanar las deficiencias que se encuentren”, destaca.

Como ha quedado patente con la COVID-19, los sistemas y equipos sanitarios han demostrado una gran capacidad para responder rápidamente a las amenazas a la salud, lo que se ha traducido en una expansión de las pruebas de detección del virus SARS-CoV-2 o un mejor sistema de rastreo de contactos, entre otros. A juicio del Dr. Esteban Martínez, “esto pone de manifiesto que es posible movilizar recursos y adaptar políticas en poco tiempo, un aprendizaje que puede transferirse a la respuesta al VIH y otras enfermedades infecciosas sobre las que existe una amplia evidencia y un profundo trabajo realizado”, sostiene el presidente de GeSIDA.

Aplicar la experiencia acumulada en la respuesta frente a la COVID-19 sería necesario para subsanar las posibles ‘lagunas’ producidas en la atención al VIH en estos meses y pasar así poder cumplir los objetivos de ONUSIDA para el año 2030, y que buscan que el 95% de las personas con VIH sepan que tienen la infección; el 95% de las personas diagnosticadas de VIH estén en tratamiento con antirretrovirales; y el 95% de las personas tratadas tengan suprimida la replicación viral.

Comunicado de GeSIDA

Mes de famosos obituarios

10-mano de Dios Diego Maradona

MES de poca luz y muchas sombras. Dicen de noviembre «dichoso mes que entra por todos los santos y sale por san Andrés», pero viendo los muchos obituarios de famosos que en él han sido, más parece que su día 2, de difuntos, sea el epítome de todos los días novembrinos. Con la muerte del 10-mano de Dios Diego Maradona el pasado 25N, casualmente el mismo día que muriera Sabino Arana, la lista se engruesa aún más si cabe. Aunque, al igual que hay vórtices terrestres de intensa atracción energética cósmica, parece que existieran días que coquetean más que otros con la parca, con galardón al 20N como día de némesis necrológica fatal por excelencia. Ya tuvimos suficiente matraca con el fundador de la falange, para continuar dándonosla con Franco y la duquesa de Alba, aunque en aquellos 20N se olvidaban de Buenaventura Durruti, León Tolstoi y sobre todo de Luis Cernuda, por citar. Y más cercanos, algunos nos querrían erradicar de la memoria también a Josu Muguruza y a Santi Brouard. O a Ernest Lluch, a quien asesinaron el 21N, quizá por calculado error numérico mensual. Y porque estuve en Orbaizeta en su caserío con su ama unos días después de su amañado ahogamiento, no puedo evitar ver en el día 26N la memoria de Mikel Zabalza.

Santi Brouard

La diferencia es que para unos hay gloria y recuerdo idolatrado, con un Maradona a quien quisieran subir a los altares y hasta participa en belenes napolitanos como figurita adoradora del Niño Jesús; quizás pateara muy bien el balón, pero no golpeaba con menos violencia a algunas mujeres y más fuerte aún a su propio cerebro embotado por drogas. A pesar de todo esto, ya proponen elevar su óbito novembrino a memoria colectiva como día mundial del fútbol. Me resulta difícil entender porqué a algunos se les castiga severamente por nimiedades y a otros se les perdona tanto por corretear en calzón corto.

Frente a esa gloria idolatrada, para otros queda a veces el melancólico olvido o incluso peor, un oprobioso silencio oficial, como en el caso de Mikel Zabalza, sobre quien treinta y cinco años más tarde ninguna voz oficial autorizada ha respondido aún de modo razonablemente creíble a cómo y por qué murió o, seguramente, lo mataron, dando qué pensar sobre las cloacas del Estado o si el propio Estado no es una cloaca.

Pero si en noviembre las esquelas de renombre son abundantes, y hasta haya quien crea que este mes solo murió su astro futbolero, el obituario por el covid-19 de ciudadanos/as de a pie sigue en cuarto creciente. En España el 20N sobremurieron por este virus 294 personas, que a final de mes sumarán cerca de 9.000 personas y desde marzo 45.000 muertes, 170 personas diarias, un avión estrellado cada día. Y no sé si aparte de para sus deudos, estas no sean más que meras cifras, sin caras y ojos, por la costumbre que vamos adquiriendo de escuchar a diario cuantos nos abandonan.

Noviembre con luz menguante y sombras crecientes produce lánguida tristeza como un teatral don Juan Tenorio mortecino en su cementerio crepuscular y más pasando las hojas del voluminoso dietario de quienes realmente se nos van. Quizá para superar la melancólica aflicción de esas pérdidas debamos «abrazar el dolor y quemarlo como gasolina para nuestro viaje» como aconseja el poeta japonés Kenji Miyazawa. Uno de los remedios para este dolor podría ser la vacuna eficaz, segura y esterilizante contra el covid-19. Confiemos que sea antes del próximo noviembre.

nlauzirika@deia.com@nekanelauzirika

Violencia que se conjuga en femenino

En los últimos 10 años son más las víctimas por violencia machista que las de ETA

EN Euskadi, casi 5.000 mujeres necesitan protección de la Ertzaintza. Que haya conflictos entre humanos no es el problema mayor; los conflictos entre pobres y ricos, poderosos-súbditos, norteños-sureños, entre mujeres y hombres€ Es algo tan normal como que salga y se ponga el sol cada día, porque lo de verdad trascendental es la forma de resolverlos. Es mejor camino el de los bonobos que resuelven sus conflictos territoriales haciendo el amor, que el de sus primos belicosos que dilucidan conflictos de amor haciendo la guerra. Porque llegar a la violencia como método es tocar fondo.

Como perfectamente desconoce la mayoría de ustedes, el pasado día 19 se recordaba el Día Internacional del Retrete. Entre nosotros donde prácticamente todos los menores de 65 años han nacido ya en una casa con retrete y lavabo, el día dedicado a este artilugio casero parece algo estrambótico por innecesario. Pero hace poco más de dos décadas, en un poblado del corazón de la selva camerunesa, comprobé que la perforación de dos pozos y la instalación de seis letrinas marcaban la frontera entre la salud y la enfermedad, entre la vida y la muerte: seis anodinas letrinas. Y hoy, aquel proyecto de El agua es vida aún no ha llegado para 1.000 millones de personas que no disponen de agua potable ni, por supuesto, de letrina. Para ellas el del día 19 es una reclamación todavía pendiente.

El próximo miércoles recordamos el día para la erradicación de la violencia contra las mujeres. Este año en el Estado han asesinado a ochenta mujeres por el único motivo de serlo; de ellos, 41 feminicidos provocados mayoritariamente por parejas, exparejas o por familiares. Podríamos decir que estos conflictos del amor casero se han resuelto por la guerra de aniquilación. No es cuestión de cifras, porque una víctima ya es demasiado, pero conviene recordar que en los últimos diez años son más las víctimas de esta violencia que las de ETA en toda su historia. Pero esta violencia solo es la punta del iceberg, porque bajo ella está la violencia que no mata, pero que deja huella indeleble: amenaza verbal, agresión física, acoso sexual puntual o reiterado, violencia psicológica emocional sostenida€

En el Estado, una de cada dos mujeres –11,7 millones mayores de 16 años– declara haber sufrido alguna vez algún tipo de violencia machista en su vida y un 20% –cuatro millones– este mismo año. Esto en un país teóricamente desarrollado y con medios policiales y judiciales para hacer frente a esta violencia dirigida específicamente contra las mujeres, porque en el mundo los datos indican que esta pandemia-lacra mundial sigue avanzando y se incrementa más entre los jóvenes, lo que alienta pocos visos de solución a corto plazo, constatándose que está creciendo durante esa otra pandemia de covid-19.

Es evidente que una mayor igualdad en la cooperación doméstica, en el cuidado de mayores y niños, y en el mundo laboral-profesional, ayudaría a reducir o eliminar la violencia; pero escucho a quienes directamente la niegan como específica y a quienes ríen las gracietas de la agresión en los chistes machistas, y no sé si sería suficiente. Porque son todavía muchos los que no ven esta violencia machista y muchos otros los que no asumen que es un problema de toda la sociedad, no solo de las mujeres, tal vez porque ellos tuvieron siempre retrete y no comprendan que algunos aún lo tienen que reclamar. Como nosotras el derecho a no ser agredidas, ni física, ni sexual ni psicológicamente por ser mujer.

nlauzirika@deia.com@nekanelauzirika

Cloacas patrimoniales

El ministro Beato

LA técnica de la PCR detecta Sars-CoV-2 en vía respiratorias altas los siete primeros días de la infección, en vías bajas del 7 al 14, y a partir de aquí hasta el vigésimo cuarto lo puede hacer, como perfectamente desconoce la mayoría de nosotros, en heces fecales y aguas negras.

Expurgando entre el aluvión hiper-informativo de datos y gráficos pandémicos covidianos al alza, aplanados o en pusilánime descenso, me topo con un interesante (muy preocupante, diría) dato en absoluto residual sobre nuestras cloacas.

El análisis de las aguas residuales en busca de covid-19 realizado por La Red Española de Análisis de Aguas Residuales, ha detectado colateralmente que la zona metropolitana de Bilbao es donde más alcohol se consume, al menos en los últimos 17 años. ¡Uff, qué alivio! menos mal que no miden lo de antes, porque en plan ochote «poteótico» ya cantábamos lo de «501 tabernas y ninguna librería», pero esta constatación de pódium alcohólico en nuestras alcantarillas es para hacérnoslo mirar. Tampoco es baladí la presencia de rastros del consumo de cocaína, marihuana y «éxtasis», pero ese es otro berenjenal añadido.

El señor X

Si les dijera Púnica, Gürtel, Palau, Rasputín, Palma Arena, Nóos, Campeón, Poniente, Guateque, Pokemon, Lezo, Pujol, ERE, De Miguel, Astapa, Auditorio, Taula, Brugal, Pretoria, Fabra, Bárcenas, Malaya €, rápidamente lo ligarían con dinero público sustraído, indignación pública, investigados político-administrativos de alto rango y sofisticadas tramas extractivas € En este siglo, en España pueden enumerarse más de 2.000 casos de corrupción con tramas intrincadas en las que participan altos cargos. Pero 9 de cada 10 casos de corrupción no se dan en la administración pública convencional, sino en la para-administración formada por centenares de entes, empresas semi-públicas, fundaciones eta abar, creados para funcionar teóricamente con mayor agilidad, y donde los funcionarios colocados ad hoc reciben otras compensaciones y sus controles son «algo» diferentes, saltimbanquis en la difusa frontera entre corrupto/corruptor.

El que unos pocos roben «algo» mientras la mayoría vive bien se sobrelleva como problema menor, pero, ahora, cuando el 80% de la ciudadanía ve que la situación económica es mala/muy mala y aún será peor, la percepción de la corrupción como problema público endémico empieza a reflorecer. También en las cloacas del Estado creadas exprofeso para blanquear estas corrupciones, corruptelas de tomaycalla. GAL, triple A, fondos reservados incontrolados, policía patriótica, cal viva, mister X et al, amoríos real-borbónicos, villarejos, mordidas en contrataciones públicas, financiación ilegal, fondos «campechanos» en paraísos fiscales, tarjetas «monarcoblack» opacas para el fisco, caza ¿legal? de cabras montesas, osos y elefantes como patrimonio real pagado a escote y ocultado por los muñidores de las cloacas€ nos hacen pensar que un tal FG-místerX sabía de qué hablaba cuando peroraba «el Estado también se defiende en las alcantarillas». Desconozco si lo decía por conocimiento directo de esas cloacas del Estado o porque considerara al propio Estado como una cloaca de la que él sería el charquero mayor. Porque viendo lo que rebosa por las alcantarillas sobre corrupción pública continuada y sobre la monarquía «campechana» como máxima autoridad, y ahora mismo la situación en el Sahara, me pregunto cuánto se arrojó por esos desagües a las arcas borbónicas para abandonar tan desvergonzadamente a los saharauies: mucho fosfato, regalías de pesca y mucho palacete del amigo marroquí.

En fin, no sé si es buena decisión seguir analizando aguas residuales, porque como sigan haciendo PCRs globales hacia atrás, en lugar de covid-19 puede que colateralmente encuentren la escopeta de «mataelefantes» Botswana o cabras kazajas en el Pazo de Meirás. Al tiempo.

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Acodada en la barra del bar

¿Quién piensa en la Ciencia en serio?

ACODADA en la barra del bar, las volutas de humo de su cigarrillo rubio «chester» sin filtro se entrelazaban con el vaho del café humeante cuyo aroma impregnaba la cafetería con aquel dulzor pegajoso que arrullaba a la clientela que intentaba despabilarse a primeras horas de la mañana. No sé si volverá a ser realidad dentro de algún tiempo, pero esta escena ahora solo puede recomponerse en el recuerdo o en la descripción ambientada de una película detectivesca de hace 30 o más años. Hoy, nuestra detective no podría fumar ni acodarse en la barra del bar porque en realidad ya no habría bar alguno abierto para tomar un café. Paradojas de la sociedad que somos y de la que quisiéramos ser; sin bar se desmadeja nuestra autoconstruida fisonomía social y ni el café ni el cigarro parecen ni saben igual si no es acodados en esa barra tabernaria.

Paseando el anochecer del viernes por los lugares de «bareteo» habituales, el buen tiempo en conjunción con el anuncio del inminente cerrojazo de bares y restaurantes parecía que hubieran concitado a toda la ciudadanía a celebrar el obituario de despedida hostelero por todo lo alto. Locales abarrotados, restaurantes y terrazas al completo y, lo más significativo, sus alrededores repletos en alegre comandita, comienzo de fin de semana. Jolgorio de fiesta veraniega, más aún en contraste con la visión desoladora del páramo callejero del sábado y domingo. No nos han confinado todavía en casa, comenta un conocido, pero solo nos han dejado el monte o el espigón marítimo como únicas opciones a donde ir. Todo un trauma social, sin bares no hay refocile ciudadano.

Los acuerdos empresariales, y casi todos los actos sociales, se cierran en un restaurante, quedamos en la taberna, tomamos algo con los amigos en la cafetería, la cofradía del «poteo» está bien asentada, el trago largo se hace en el bar, las despedidas del trabajo dónde si no en el bar€ Así que es lógico que haya protestas y manifestaciones del mundo de la hostelería, porque sin ser culpables se sienten señalados como «apestadores», sufriendo en sus negocios y puestos de trabajo el ser los «vehiculadores» del mal. Nuria y Andreas me muestran cómo trabajan en su bar y en su restaurante respectivamente, pulcritud y limpieza impecables; difícil que haya contagios en tan higienizados ambientes. Pero ese no es el problema, porque su local no es solo un lugar de consumo sino de convivencia social, y no solo su bar, sino el entorno entero a su alrededor es un reclamo de confraternización, de convivencia y modo de relacionarse.

Es evidente que la pandemia y sus restricciones no están afectando a todos por igual y a los hosteleros les está tocando ahora pagar en sus propias carnes económico-laborales el que hayamos definido y localizado la forma de relación ciudadana en torno a una barra de bar. En Euskadi no hay 51.000 trabajadores y 13.628 locales hosteleros productores de 5.000 millones de euros y un 4% del PIB por arte de birlibirloque, sino porque los ciudadanos habíamos generado la necesidad. Ahí tenemos el conflicto, como mi amiga la detective, que ahora sin barra de bar donde acodarse, ni café que pedir, ni chascarrillo que comentar ni nada sobre lo que zascandilear y, mucho peor, sin tabaco que poder fumar, está pensando en dejar de lado lo de ser detective privado.

Habrá que elegir si ayudar a que continúe el pleonasmo hostelero o aprovechar que el covid-19 pasaba por aquí para reconvertir nuestros hábitos sociales y de paso la hostelería. O tal vez no y queramos seguir igual.

nlauzirika@deia.com @nekanelauzirika