Desde arriba…

Almas que se cruzan sin mirarse día tras día y noche tras noche. Seres que repiten sus rutinas entre las rutinas de otros sin descanso y sin cansancio. Rostros tan inertes y tan vivos que en la inmensidad de la ciudad se distinguen y confunden como únicos e iguales. Y de todos, uno a uno, se revela diferente y se siente el más dichoso o el más triste. El más grande o más menudo. El más sabio o ignorante. El más. El menos. Se sienten tan diferentes y se ven tan iguales…

Texto: Irune Benedicto.