Diario del covid-19 (23)

Acabaremos teniendo que pedir perdón por no dedicar el confinamiento a leer tochos de autores ignotos a 25 euros la pieza. O por no sacrificar nuestras retinas y nuestros cerebelos frente a las llamadas series de culto, denominación que suele querer decir que son tubos infumables producidos con el único fin de tirarse el moco. O, en fin, por no ser capaces de enriquecer nuestro encierro con todas las cosas elevadísimas para el espíritu a las que se entrega esa élite que muestra su desprecio por la zafiedad de las costumbres del populacho en estos días de clausura domiciliaria obligada.

Quizá hayan tenido la suerte de no cruzarse en las redes (que es donde ahora hacemos mayormente la vida dizque social) con estos individuos de mentón enhiesto y rictus, según los ratos, de asquete o de ironía ante lo que arrumban como costumbres bárbaras de la chusma. Yo, sin embargo, no paro de darme de morros con sus diatribas contra cualquiera de las iniciativas con las que los tipos corrientes y molientes tratamos de hacer más llevadero el chape. Enarcan la ceja ante los aplausos de las ocho, fingen erisipela cuando denuncian haber escuchado Resistiré o ¿Quién me ha robado el mes de abril?, se mofan de las pancartas caseras con mensajes de ánimo y, en definitiva, se retratan como los absolutos esnobs que son.

5 comentarios en «Diario del covid-19 (23)»

  1. Totalmente e acuerdo, Javier. Estos expertos que saben prácticamente todo sobre realmente casi nada, se empeñan en hacernos creer que estamos de vacaciones y tenemos que hacer los deberes para tal periodo.
    Falso. la realidad es que no estamos de vacaciones. Estamos sobreviviendo. Y a la hora de sobrevivir, cada uno lo hace como mejor puede, no como a ellos les parezca.
    Saludos.

  2. Bueno, pero no es nada distinto a lo que sucede habitualmente; no es cosa de la cuarentena.

    Es delgada la línea que separa la recomendación bienintencionada o la simple y no pretenciosa expresión de los gustos propios de la pedantería, snobismo y postureo intelectualoide.

    Yo, por ejemplo, confieso que peco de lo segundo en lo que a gustos musicales se refiere, mirando por encima del hombro a quienes escuchan «reggetones» (como se escriba), bisbales o incluso U2 y vulgaridades populistas y comerciales de ese tipo.

    Y sin embargo, afeo ese mismo postureo cuando llega el Zinemaldia y veo largas colas de gentes interesadísimas en tragarse un, para mí y sin haberlo visto, ladrillo d tres horas de neointimismo iraní en versión oríginal y subtítulos en inglés.

    En cuarentena y en lo que a lectura se refiere mi postureo se reduce a recuperar a Salgari (Corario Negro, Samdokan…) y las colecciones de Tintin y Astérix.

  3. Todo es postureo, tanto en la cultura como en lo político. Pues mira, no, hay auténticos truños que se han hecho a mayor gloria del autor elevado de turno y luego, hay obras «menores de pintamonas y rellena espacios» que han tenido un impacto cultural tremendo.

  4. Espero que me permitas otro comentario… no puedo evitar pensar que estamos constantemente al borde de que Vox se convierta en la primera fuerza. Y que lo único que aquí está evitando que ocurra justo ahora es… que no suspendieron su acto contraprogramado del 8 de marzo. Imaginaos por un momento que lo hubieran hecho. Por un solo segundo. Abascal estaría ahora mismo midiendo cortinas para ponerlas en la Moncloa porque habría actuado con más cabeza (y sería cierto).

    Estamos a un segundo de un pendulazo que nos mande por el camino de Hungría. ¿Sabéis como acaba el cuanto peor, mejor, verdad? Acaba con la derogación de avances y con el retroceso de derechos.

  5. Pues simplemete decir, como el año pasado y el otro.
    Que el objetivo es vivir sin trabajar.
    Que la caridad de los que se lo han llevado crudo es simplemente un acto farisiaco (de fariseo y que igual no se dice asi)
    Que los ejemplos de la clase politica no son mas que ejemplos para que no los tengamos en cuenta, salvo que seamos politicos y vivamos del tontovotante.
    Etabar etabar

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