Lo de Bosé

Da exactamente igual que uno se empeñe firmemente en no ver el programa televisivo del momento. Antes bastaba con no sintonizar el canal en el día y la hora de emisión. Ahora, sin embargo, prácticamente hay que sacarse los ojos y poner en suspenso todos los sentidos. Y ni así. Por más precauciones que se adopten, el artefacto en cuestión acaba impactando contigo a través de sus mil y una formas de repicarse. Me pasó con las muy bien pagadas y perfectamente racionadas confesiones de Rocío Carrasco, y he vuelto a caer con el show patético de Miguel Bosé en la cadena más progresí del espectro radioeléctrico.

No les vendré con la vaina censora sobre a quién no se debe entrevistar. Después de haber asistido a conversaciones con los peores delincuentes del país o del plantea, me escandaliza lo justo (es decir, absolutamente nada) que se ponga un micrófono a una antigua estrella convertida en grotesco negacionista de la pandemia y difusor de memeces en bucle con voz de farlopa. Por bajo que sea el nivel de la audiencia, no creo que las bravatas de un pobre diablo acabado vayan a provocar una revuelta de mascarillas quemadas. Me da más qué pensar el hecho de que haya quien se pase por el arco del triunfo los escrúpulos más básicos y saque tajada —además en dos entregas— de los desvaríos de un infeliz.

7 comentarios en «Lo de Bosé»

  1. Si sabemos que en Madrid muere más gente por el bicho de Bosé que en cualquier ciudad europea de similar población y a eso le sumamos la cifra de ancianos muertos por COVID en un año ante la negligencia tapada en las residencias de la CAM y la suma obtenida la dividimos por el número de ciudadanos muertos por actos terroristas en 60 años, entenderemos por qué el PP habla tanto de ETA y Evole le da carta blanca al engendro Bosé para sus delitos toxicómanos en lugar de entrevistar a un superviviente de cualquier UCI para que cuente cómo jode la vida la cosa del bicho, ése del que se ríe el drogata zumbado con las simpatías de la caverna hispanistani.

  2. Mal el entrevistado y mal el entrevistador.
    Dar tanta importancia a lo que diga un personaje acabado, que quiere vivir del cuento, y nunca mejor dicho, eso no es periodismo, no es televisión, ni es nada que merezca la pena.
    Es lamentable que uno de los mejores entrevistadores del momento y una cadena de televisión con buenos niveles de audiencia, se presten a este juego.
    Un auténtico esperpento.
    Pero seguro que también un buen negocio para el entrevistado y para la cadena, pues hay muchos, muchísimos telespectadores dispuestos a consumir estos productos , y eso, en publicidad, da mucho dinero.

  3. Unas entrevistas vistas por varios millones de personas, y todo por el morbo de oir burradas, o cuernos quemados pagados a precio de oro.
    Mal el periodista, mal «los estrellados», y peor quien se pone delante de la pantalla.
    Cada cual que haga lo que quiera ¡faltaría más!

  4. Hablando de “negacionistas” y “tragacionistas” ¡qué manía con no parar de hablar del “efecto Semana Santa” por la subida de la curva pandemia! Cualquiera que se moleste en mirar la famosa “curva” se dará cuenta que empezó a subir mucho antes del inicio de la Semana Santa, a mediados de marzo. Así que no le echen la culpa al presunto desmadre en el súper puente. No sé si recordamos unos ciertos eventos masivos celebrados antes de los idas de marzo, que fueron totalmente desaconsejados por las autoridades políticas y médicas pero que al final se celebraron porque sí. ¿O también nos vamos a olvidar del tema? ¿Dichas autoridades políticas y sanitarias han hecho un a valoración sobre el tema? Negacionismos hay de muchas clases.

  5. Pues qué queréis que os diga.
    Ni vi la entrevista, ni la he leído después en ninguna de las múltiples páginas que la reproducen. Tampoco el de Rocío C,, pero es que una tiene boicoteada Tele Circo por motivos estrictamente sanitarios…

    Évole tiene todo el derecho del mundo a darle voz un elemento que vivió sus mejores glorias mientras luchaba ( o así ) por ser tomado como un artista serio y que no debía nada a sus influyentes apellidos (ja).
    Pero si caemos en la trampa del autoengaño porque creemos que la función del periodista es analizar los temas que nos interesan a cada uno de nosotros desde la perspectiva que más nos convenga estamos siendo más ingenuos que Caperucita y eso siempre se paga en política y en todo.

    Para quitarle influencia y poder a quien creemos virginalmente que no se lo merece por lo que sea, lo único que tenemos que hacer es exactamente…nada.
    Nada, no ver ese canal, no pulsar enter en el portátil si nos lo meten por los ojos en La Red, no picar el anzuelo, no ser tán obedientes.
    Si una tiene morbo (algo también muy comprensible), sólo tiene que preguntar.
    Siempre habrá alguien dispuesto a contarte con pelos y señales la función.
    Con desigual fidelidad a los hechos, eso si.

  6. En el mundo hay todo tipo de personajes….este es tragicómico….que elemento¡¡…jajajajaja¡¡

  7. Nunca he comprado un disco de Miguel Bosé aunque tenía su público .
    Ahora le veo acabado con un aspecto enfermizo y delirante .
    En cuanto a la entrevista que no termine de ver porque era patético ver cómo se adora a sus mismo me pareció que solo aporto morbo después de sus declaraciones negacionistas

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