Salven lo que haya que salvar

Con el lío de estos últimos días a cuenta de la «ley del sí es sí«, el tal Ene Punto Feijóo se ha quedado un tanto desplazado al hacerle el trabajo sucio sus socios abascálidos. Por consiguiente, que decía «El señor X«, lo que ha dicho es de gran interés para toda su corrupta clientela en busca de bolsas de voto entre la otra parte de la fascistada. El que compartía yate con un narco gallego, que venía empaquetado en un papel de señor serio y responsable, dice que hay que echar a las tinieblas de la Oposición a Pedro Sánchez porque «quiere vender España a los separatistas”.

Y claro, los separatistas confesos nos sentimos desorientados porque hasta hace unos días nos decían que lo que queríamos era romper España y ahora, al parecer, en un alarde de un ruinoso negocio, queremos comprarla (como si fuera Twitter). Y como somos muy pocos, a ver de dónde sacamos las criptomonedas suficientes y, después, qué hacemos con toda España, que es Una, Grande y Libre… pero sobre todo Grande. El primer problema sería llegar a un acuerdo entre los malos malotes vascos y catalanes para el reparto de territorios y el segundo (y más fundamental), el reparto de la pasta gansa que nos caería encima. Del todo imposible. Una cosa sería pasarles el 0,7% para «Ayuda al Desarrollo», pero eso de «adopte un Estado-fiasco y le regalamos sus reyes«, ya rozaría lo inconsciente ya que, nadie en su sano juicio, estaría interesado por un negocio ruinoso que, además, navega hacia el pasado (hacia 1939) a pasos agigantados y, todo ello, sin necesidad de meterse en el habitáculo de un DeLoran.

Por centrarnos un poco, y como es bien sabido por La Caverna y sus Medios cavernícolas, Euzkadi (por ejemplo y sin ir más lejos) vive gracias al dinero que le da «Marca España» para pagar las pensiones. Según los que viven permanentemente en el túnel del tiempo (como Toni Cantó o Ximo Puig), España nos da tanto dinero que lo que nos sobra se lo devolvemos vía «cuponazo«. Entonces, si perdemos esa fuente inagotable de sopa boba y encima tenemos que pagar a los milicos, a la casa real y a los funcionarios de los chiringuitos de IDA, pues como que no sería rentable. Vamos, que digo yo.

Así que el señor Alberto Ene Punto Feijóo puede estar «tranquilo desde ese punto de vista» (que diría el «intelectual» Sergio Ramos). Y más teniendo en cuenta que, según una pedazo encuesta que han hecho por ahí, la mayoría de los españoles creen que la salud financiera del país es mala pero que la suya va de puta madre. Por tanto, jodidos… lo que se dice jodidos, sólo están el 32% que, más o menos, es el porcentaje de votos que sacan rojos y separatistas y, quizá ello, da lugar a una incongruencia más sobre una presunta venta de España a los que quedaron mal fusilados por el genocida Franco en el 36 y siguientes años.

Pero problemas hay en todas partes, incluso allende las fronteras del Imperio. Así que no es de extrañar que algunos decidan divertirse para olvidarse de todo. Es lo que pasó en los USA (en Luisiana, para más concreción geográfica) donde un transeúnte que paseaba vio que la iglesia de San Pedro y San Pablo (dos en uno para ahorrar) estaba encendida. Como era un cotilla de mucho cuidado, además de devoto, se asomó a la ventana y vio que, junto al altar, el párroco de nombre Travis Clark (más apropiado para un cantante de Blues que para un sumo sacerdote) estaba practicando sexo sadomasoquista con dos mujeres que vestían corsés de cuero con pinchos metálicos y botas de tacón.

Así que el beato cotilla, llamó a la policía, que apareció inmediatamente (como en Bilbao-Ciudad Segura) y detuvo al pastor (más salido que el pico de una plancha) y a las dos dominatrix, que se identificaron con nombres exóticos tales como Mindy Dino y Melissa Cheng. Y por si, además, fuera poco, demostraron tener menos luces que «el del culo pelao» (hijo de Iturgaiz) y estaban retransmitiendo el asunto en directo… vía streaming.

Nada más ser arrestado, Clark fue expulsado del sacerdocio a pesar de que declararon en sede policial que el sexo había sido consensuado. Incluso una de las prostitutas ya había declarado en sus redes sociales que iban a «profanar la casa de Dios«. Pero eso no les eximió de culpa porque fueron acusados de obscenidad por realizar actos sexuales en un lugar público y de vandalismo. El obispo de la diócesis, horrorizado como sólo puede estarlo un obispo yanqui, ordenó quemar el altar para purificar el templo con lo que la orgía le salió cara a los no participantes.

Y entramos ahora en la eterna discusión de si los curas pueden folgar en alegre coyunda con mujeres pecadoras. Yo no sería muy partidario porque el sexo libera del estrés a los currelas de la oración, todo el día encerrados, pasando el cepillo y escuchando confesiones truculentas y/o sexys que pueden excitar su fértil imaginación tensa. Regocijarse en el pecado para autoconfesarse después, arrepentirse un poquito y penitenciarse otra vez con una o dos dominatrix evita, por ejemplo, que los curas se metan en política, aunque sea un círculo vicioso (lo digo con doble sentido y lo explico por si me lee el citado Iturgaiz, que suele leerme en un loable ejercicio de masoquismo).

Porque eso, meterse en política, es lo que ha hecho toda la vida el casto jinete de burros y melifluo obispo de Orihuela y ex de Donostia: El aclamado por la recua franquista y abascálido Munilla. Ese señor de negro (que transformó su papel de obispo de ovejas separatistas por el más rentable de agente inmobiliario de las propiedades católicas en La Bella Easo) está muy enfadadito porque se transfiera el tráfico navarrico a la policía autonómica-foral en detrimento de la santa guardiacivil, a la que tanto ama el prelado.

El sexo, solo o en compañía, entretiene un montón, bendito padre con maneras de capellán castrense de los tercios regulares. Y ocúpese de su fieles murcianos que tanto le necesitan como intermediario con Dios y no con la guardiacivil. Si se anima, no lo haga cerca de un altar porque siempre habrá una vieja beata o que le verá. Sin más…

¡Vaya cruz! Nos pasamos todo el días matando tontos y nos siguen saliendo los mismos.