La ortiguera o mariposa de la ortiga (Aglais urticae). Foto. Asociación Zerynthia.
Las mariposas son la vanguardia
de la primavera y, dentro de unos días, en los últimos días de febrero emprenden
sus rutilantes y acelerados vuelos.
La primavera, como todo lo que
pretende alcanzar el esplendor, se comporta con precauciones, con sondeos. A
ráfagas, en suma… Lanza tentaciones de ella misma para indagar cómo de
receptivo se muestra el paisaje. También se repliega hasta casi desaparecer y
le deja la totalidad del derredor al frío, a esos blancos absolutos de la
nevada.
Las misivas, en realidad
anticipos o prólogos, resultan esencialmente cromáticas. Será el color, mucho
más que el olor o el calor, lo que abra rendijas para la novedad en las puertas
del calendario. Ya han amanecido tonos en unas pocas flores, comenzando con los
narcisos. A los que se suman suspiros, necesariamente aéreos, en los primeros
escalones del cielo. Ya estarán volando dentro de unos días unas pocas especies
de mariposas.
Pocas invenciones de la vida
alcanzan la compleja belleza de estos insectos. En ellos concurren una de las
manifestaciones más veces evocadas de la fragilidad, algo que en absoluto se
corresponde con la realidad. Porque las mariposas son tenaces, austeras, recias
y hasta poderosas. Baten sus alas varias veces por segundo, alcanzan los 35
kilómetros por hora, resisten heladas si consiguen esconderse, y desafían al
viento y a los pájaros que suelen perseguirlas.
Su suave cromatismo responde al
papel de ilusionados reclamos que interpretan, a esa coquetería que la vida
misma pone en marcha para lograr la atracción de los sexos. Una mariposa es un
deseo a punto de cumplirse.
La mariposa Colias croceus. Autor: Asociación Zerynthia.
Y si delicada nos parece su
locomoción zozobrante, todavía más suave resulta su alimentación básica. Porque
estos insectos, que durante su fase de orugas son capaces de devorar ingentes
cantidades de verde, cambian por completo al llegar a la madurez. Entonces
buscan, con la lengua en espiral, el néctar. Un nutriente altamente energético
destinado a permitir los tremendos esfuerzos que asegurar la descendencia
exige.
Los narcisos (Narcissus. Nartziso) se yerguen, desde la subterránea perennidad de un bulbo, con una delicadeza e intensidad cromática tal que pronto se inclinan. Por eso se llaman como se llaman.
Ya se han visto los primeros
narcisos (Narcissus. Nartziso) en el País Vasco. Esas flores blancas y
amarillas, con nombre de mito griego, de forma lenta, desde febrero hasta mayo,
aunque se suelen adelantar al mes de enero, las encontraremos en miles y miles
de puntos por cualquier paisaje. No en vano, se cuentan unas 50 especies de
narcisos en la península Ibérica, casi la mitad endémicas, adaptadas
prácticamente a todos los hábitats. Seis de las variedades peninsulares están
consideradas como escasas y en peligro.
El aliado de estas flores es más bien el mes de febrero, que con la humedad y el lento incremento de la duración del día y el leve calor les concede la oportunidad de que las podamos admirar. Y también nuestro olfato, porque a veces llenan el aire de uno de los mejores aromas conocidos.
Estas flores con forma de
trompeta resultan especialmente abundantes en las comarcas de media montaña de
toda la península Ibérica. La variedad de tonos blancos, por muchos llamados
junquillos, puede ser vista entre los matorrales de la mitad sur de la
Península. El narciso Trompeta de Medusa, grande y amarillo, prefiere los
prados de la mitad norte. Los hay también que nacen en las rocas, como el
narciso del Cantábrico.
Pero el narciso del Cantábrico no
tiene nada que ver con el mar Cantábrico. Su distribución está en el sur de la
Península Ibérica y noroeste de África (Marruecos y Argelia).
Parque natural de Aiako harria-Peñas de Aia (Gipuzkoa).
En el blog del biólogo y que
trabaja de guarda forestal, Jose Manuel Pérez de Ana, podemos ver las citas y
las características de diferentes narcisos. Así, por ejemplo, tenemos al “Narcissus pseudonarcissus”, “Narcissus mvarduliensis”, etcétera, en
diferentes lugares y unas preciosas fotografías. http://macizodelgorbea.blogspot.com/2011/03/narcissus-pseudonarcissus-subsp-nobilis.html
Los narcisos se yerguen, desde la
subterránea perennidad de un bulbo, con una delicadeza e intensidad cromática
tal que pronto se inclinan. Por eso se llaman como se llaman.
Nido de cigüeña blanca (Ciconia ciconia. Amiamoko zuria) en el Humedal de Salburua (Vitoria-Gasteiz). 28.01.18.
El 3 de febrero se celebra la
festividad de San Blas, y con ella el refranero dice que “Por San Blas, la
cigüeña verás”. Pero eran otros tiempos.
Según datos de SEO/BirdLife cada vez son más las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia. Amiamoko zuria) que permanecen todo el año en la península Ibérica, sobre todo por el fácil acceso a comida en los vertederos. Este hecho, que ha permitido la recuperación de la especie, puede tener otra cara: los elementos tóxicos de la basura inciden en la salud de las aves.
Cigüeñas blancas en el vertedero de Gardelegi (Vitoria-Gasteiz). 18.02.18.
Antes de la concentración de
residuos humanos en los grandes vertederos urbanos, apenas el 2% de la dieta de
las cigüeñas provenía de basura. En la actualidad, supera el 75%.
Sin embargo, y tal y como se dice
en una publicación de SEO/BirdLife, no es la única intervención del ser humano
sobre la especie. “Antiguamente, se recibía a las cigüeñas como auténticas
deidades o símbolos de buenaventura, con capazo de bebé incluido. En la
actualidad, es cada vez más fácil ver todo tipo de sofisticados dispositivos
para evitar que aniden en los tejados de iglesias y edificios: empalizadas de
pinchos afilados, dispositivos antiposado o cables electrificados que, en
algunos casos, son de dudosa legalidad. A ello se unen las retiradas de nidos
dentro del periodo de cría”.
Este tipo de soluciones no
siempre se ajustan a Derecho. Las cigüeñas están protegidas por la legislación al
igual que sus nidos, pollos y huevos. Darles muerte, molestarlas o destruir sus
nidos puede llegar a ser delito. Está ocurriendo en no pocos sitios que, a
través de todo tipo de dispositivos, se trata de impedir la llegada y
nidificación de las aves en los tejados, un gesto que puede llegar a ser
delito. La cigüeña blanca, una especie protegida, forma parte de nuestro
patrimonio natural que debe y merece convivir con el patrimonio histórico.
Pero, también se puede producir un nuevo contexto, producido por el cumplimiento de la normativa europea, por la que los vertederos se van adaptando y sellando paulatinamente. La desaparición de basura al aire libre puede impactar, a corto plazo, en el número de ejemplares, pero, a la larga, puede ser su propio seguro de vida y devolver a la población de cigüeñas a estado más natural, esto es, a las migraciones que las hacen volver por San Blas, o unas semanas antes.
Cigüeñas blancas en el humedal de Salburua (Vitoria-Gasteiz). 25.03.17.
Concretamente,
el cambio climático y la facilidad para obtener comida en los vertederos como
se ha comentado anteriormente, han cambiado también su rutina, y en algunos
lugares, y, por ejemplo, en Euskadi, han llegado a venir a finales de noviembre
y primeros de diciembre. Es decir, con
un adelanto de unos dos meses, con respecto a la fecha de San Blas.
El vencejo común (Apus apus) ha
sido elegido por votación popular ‘ave del año’ del 2021, un título otorgado
por la organización conservacionista SEO/BirdLife para concienciar a la
población sobre la riqueza avícola de España y la importancia de la
preservación de la avifauna. Esta ave, habitual en entornos urbanos, ha
recibido casi la mitad de todas las votaciones (49,58%), siendo los otros dos
finalistas el alcaudón real (Lanius excubitor) que obtuvo el 27,15% de los votos
y el aguilucho cenizo (Circus pygargus) con el 23% de los votos. El certamen,
llevado a cabo cada año por la organización ecologista, tiene como objetivo
llamar la atención sobre la situación que atraviesan algunas de las especies de
aves más amenazadas del Estado español y el deterioro al que año tras año se
someten sus hábitats.
Esta ave, frecuente en entornos
urbanos, se encuentra en claro declive según los últimos datos, con un descenso
poblacional de cerca del 27% durante los últimos 22 años. La destrucción de los
lugares de cría y la pérdida de hábitat se cuentan entre sus principales
amenazas.
Los vencejos, aseguran desde la
ONG, se suman a la larga lista de aves comunes, como gorriones o golondrinas,
en declive poblacional, una clara señal de que nos enfrentamos a una crisis
ecológica sin precedentes agravada por el cambio climático.
“Que veamos menos gorriones,
menos golondrinas o menos vencejos no es anecdótico sino una poderosa señal de
alarma clara de que afrontamos una crisis ecológica sin precedentes que nos
debe obligar a repensar nuestra relación con la naturaleza» explica
Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, en un comunicado de la
entidad, quien alega el declive de estas aves al actual modelo de desarrollo
urbanístico,
Según los datos del programa de
seguimiento de aves comunes en primavera realizado por la organización, estas
aves han experimentado en España un declive del 27,2% en los últimos 22 años
(1998-2020), a pesar de ser una especie protegida, incluida en el Listado de
Especies en Régimen de Protección Especial. También está protegida a escala
internacional, por la Directiva de Aves y el convenio de Berna.
Mapa migratorio del vencejo común entre África y Europa. Mapa: SEO-BirdLife
Una de las principales amenazas
de estas aves es la destrucción de sus lugares de cría. Tanto los vencejos comunes
como los pálidos vuelven año tras año a criar en los mismos edificios. En
ocasiones, al llegar desde África, estas aves se encuentran con sus zonas de
cría destruidas por obras de rehabilitación, o incluso sucede que las obras
comienzan con los vencejos en el interior de sus nidos. En estas situaciones se
observa la desesperación de los vencejos adultos por encontrar la desaparecida
entrada a sus nidos.
Los vencejos, su
vuelo y ese poder sanador de la naturaleza
Los vencejos junto a golondrinas
y aviones, ejemplifican como pocos ese poder sanador de la naturaleza que
muchas veces lo olvidamos. En este sentido, es necesario insistir en la
importancia de los pájaros insectívoros a la hora de regular las poblaciones de
insectos voladores, en este caso mosquitos, y de evitar la formación de plagas.
Los vencejos figuran entre los más importantes consumidores de pequeños
dípteros, y se desplazan en altura siguiendo la localización de sus bandadas a
lo largo del día.
Tanto su silueta en uve como los
chillidos que conforman su canto son muy familiares durante los meses del
verano. Los vencejos comunes, Apus apus, representan la más perfecta adaptación
al vuelo que pueda imaginarse en el mundo de las aves. En pueblos y ciudades de
la península Ibérica, y en nuestra Euskadi, estos portentosos viajeros, que de
Siberia a África pueden recorrer 30.000 kilómetros al año, ceban a sus crías a
base de insectos capturados en su planeo.
Fáciles de reconocer, no sólo por
sus gritos, sino también por la silueta con alas muy largas y curvadas hacia
atrás, como guadañas. Su envergadura, unos 40 centímetros, y su tamaño corporal
de casi 20 centímetros, llenan los ojos de cualquiera que desee levantar la
cabeza. La población peninsular de vencejos supera los cuatro millones de individuos,
que se concentran especialmente sobre los cascos antiguos, grandes monumentos y
edificios históricos, dado que precisan agujeros inaccesibles para instalar su
nido. Su chillido hiere al tímpano por lo agudo, pero esas aves nos están
haciendo un favor al segar miles de millones de insectos. Baste recordar que
resulta normal que cada ceba entregada a un pollo llegue a estar formada por
varios centenares de pequeños insectos.
Los vencejos son portentosos
viajeros que pueden recorrer varios millones de kilómetros a lo largo de su
vida. Las poblaciones del este de Siberia pasan los meses fríos en el corazón
de África, lo que supone un viaje de, como mínimo, 30.000 kilómetros anuales.
No resulta nada excepcional para un vencejo recorrer entre 1.000 y 1.500 kilómetros
diarios en pos de su alimento. Y quizá lo más llamativo sea que no se posan
para descansar, ni siquiera de noche, cuando dormitan en el aire tras elevarse
a miles de metros de altura. Es más, a excepción de las temporadas en que
cuidan de su nido en época de cría, comen, beben y copulan sin dejar de volar.
Sus patas semiatrofiadas les impiden despegar si caen a una superficie llana, y
por eso sus nidos se encuentran en lugares que les posibilitan el dejarse caer.
Algunos amantes de la ornitología
construyen nidos artificiales para estos pájaros maravillosos en sus terrazas o
en los tejados: una costumbre muy eficaz para la reproducción de la especie.
El popular jilguero (Carduelis carduelis. Kardantxiloa) tiene un canto muy especial y agradable. Cendea de Galar (Navarra). 22.11.18.
Los ornitólogos y amantes de la
naturaleza en general, saben que a veces es más fiable la cita de una especie
detectada por su canto que a través de la vista. Además, muchos animales son
más patentes por sus emisiones sonoras que por otras actividades. Todo lo cual
convierte a los sonidos animales y a los registros que se hacen de ellos en una
herramienta valiosísima para cualquier estudio sobre presencia y abundancia,
así como para detectar cambios de tendencia a lo largo del tiempo. En otras
palabras, para estudiar la biodiversidad.
Escuchar la naturaleza es un gran
placer estético. Las vibraciones de las moléculas de aire (o de agua) que
llamamos sonido encierran no sólo belleza, sino también mucha información. En
todo tipo de medios se escucha cómo los animales tratan de comunicarse a
distancia sobre el ruido de fondo, causado tanto por otros animales (incluso
los humanos y sus actividades) como por el medio físico (agua, viento). El
sonido es un sistema de comunicación valioso, pues evita los obstáculos y puede
alcanzar grandes distancias. Los grupos más puramente acústicos dentro de los
animales son los ortópteros, las cigarras, los anuros (anfibios sin cola) y las
aves. A ellos habría que añadir los murciélagos y los mamíferos marinos, que
también utilizan el medio acústico para orientarse a través de la
ecolocalización.
La mayoría de las señales
acústicas a larga distancia tienen un mensaje único: “soy un macho de la
especie X, si eres una hembra receptiva de mi especie acércate, si eres otro
macho de mi especie, aléjate”. Por consiguiente, la información sobre la
identidad de la especie es muy importante en estos mensajes. El canto es pues
algo así como la firma de identidad de las especies, la característica que
utilizan las hembras para decidir con quién aparearse.
El tamborileo del pico picapinos (Dendrocopos major. Okil handia).Parque Natural de Izki (Araba). 11.07.18.
Por otro lado, el sonido es
efímero y puede ser difícil de localizar, tanto por el receptor como por
potenciales depredadores, pero los sistemas de grabación de audio permiten
capturar y estudiar con detenimiento estos sonidos y los registros pueden ser
de gran utilidad para mejorar el conocimiento de la naturaleza. Hoy en día hay
importantes estudios científicos sobre los sonidos naturales, tanto en medios
terrestres como en el medio marino. Las colecciones científicas de sonidos son
los depósitos de estos materiales y permiten investigar diferentes aspectos de
la naturaleza.
El Petirrojo europeo (Erithacus rubecula. Txantxangorria) tiene un canto que es un gorjeo musical, parecido al del ruiseñor. Sobrón (Araba). 15.02.19.
Las colecciones de sonidos
emitidos por animales recopilan, clasifican y almacenan los registros de las
principales especies que usan señales acústicas, así como paisajes sonoros de
los medios naturales. Todo este material se reúne en las denominadas
“colecciones bioacústicas”, donde se conserva y actualiza la información
garantizando su acceso y ofreciendo una herramienta sumamente útil para el
estudio y la conservación de la biodiversidad. Además, por supuesto, tiene un
gran interés como recurso educativo.
Bando de estorninos pintos (Sturnus vulgaris. Arabazoko pikarta), en el Humedal de Salburua (Vitoria-Gasteiz), al atardecer. 22.12.18.
Son miles y miles, los estorninos
pintos que, llegados del norte, pueden verse volando en grupo, con una
sincronía enorme, desde mediados del otoño y durante todo el invierno, por
nuestras tierras.
Muy curiosas y vistosas son las grandes bandadas de estorninos pintos (Sturnus vulgaris. Arabazoko pikarta), que pueden ser de decenas y decenas de miles de ejemplares (entre 40.000 y 50.000, según algunas estimaciones) por el ruido que producen en sus desplazamientos, como un zumbido impresionante, de multitud de alas ejerciendo su fuerza contra el aire, que se forman como defensa de los ataques de rapaces.
Sus espectaculares acrobacias
aéreas no pasan desapercibidas, y todo parece detenerse menos el único y
gigante organismo en el que se ha convertido el grupo que avanza dibujando
formas en el aire, elevándose, retorciéndose, curvándose y cayendo en picado, y
pintando el cielo de negro. Así funcionan los estorninos.
Miles de estorninos cerca de Haro (La Rioja), una de las danzas más espectaculares de la naturaleza. 12.01.19.
La definición de murmuración es: acción y efecto de murmurar o criticar a una persona ausente. pero hay otro tipo de murmuración, que es sinónimo de sincronía e interconexión. Se les llama “murmuraciones”, por
su vuelo sincronizado. Durante muchos años los expertos se han preguntado cómo
y por qué, y la primera cuestión no parece resuelta, aunque se sabe que
trabajan en pequeños equipos, pendientes de los movimientos de sus más
inmediatos vecinos y se intenta corroborar que siguen una especie de código.
Respecto a la segunda, hay
bastante consenso en que se trata de una estrategia de defensa contra posibles
depredadores. De hecho, observando un rato a los estorninos en sus zonas
habituales no es difícil hallar la ocasión de contemplar cómo estos grupos de
pájaros se libran, por su ventaja numérica, de algún halcón, algún águila
calzada o algún aguilucho lagunero.
Una cuestión que suele contrariar
a algunos sectores de la sociedad, es por los efectos negativos que causan,
tanto por su ruidoso comportamiento cuando se posan sobre el tendido eléctrico
y los árboles de los diferentes jardines, como por la gran cantidad de
excrementos que depositan sobre esos lugares. Pero también hay que recalcar que
esta especie ayuda a eliminar insectos, y por tanto es beneficiosa para los
agricultores, pudiendo acabar con muchas de las plagas de invertebrados que
amenazan a los agricultores.
Estornino pinto (Sturnus vulgaris. Arabazoko pikarta) en Gardelegi (Vitoria-Gasteiz). 12.03.19.
La población actual de estorninos pintos en el Estado Español podría estimarse en 400.000-1.200.000 pp., aunque se debe tener en cuenta que su expansión por la cordillera Cantábrica no conlleva necesariamente un aumento de efectivos, ya que el cercano Estornino Negro gana también terreno en dichas áreas. Y muchas veces se les confunde. Y es que pueden verse dos especies de estorninos, el pinto (Sturnus vulgaris) y el negro (Sturnus unicolor). En otoño, cuando el estornino pinto adquiere su moteado plumaje invernal, las dos especies se solapan, según se dice en publicaciones de SEO/Birdlife. Incluso se han detectado casos de hibridación entre ellos.
Cormorán grande (Phalacrocorax carbo. Ubarroi handia). Salburua (Vitoria-Gasteiz). 15.12.18.
Un otoño hermosísimo, bello y mágico, aunque condicionado por la Covid 19 se nos fue. El año que viene podremos disfrutar más de él, que el que finaliza estos días. Es la ley de la naturaleza. Pero el invierno en que entramos el lunes 21 de diciembre también presenta bonitas escenas y actividades en el mundo animal y vegetal, en la naturaleza.
En esta estación podremos
disfrutar de la auténtica fiesta de los patos. Miles de ánades pasan el
invierno en el País Vasco, en aguas interiores y costeras. Silbones, cucharas,
tarros, porrones, frisos, azulones, rabudos, cercetas, etcétera. Denominaciones
que con la palabra pato o ánade delante designan hasta 22 especies de este tipo
de aves, las que pueden llegar a verse por nuestros aguazales. A las que se
suman gansos, cisnes, distintas variedades de garzas, gaviotas, cigüeñas,
avefría común, somormujo lavanco, focha común, correlimos común, cormoranes…y
así podríamos seguir hasta completar las 72 especies invernantes. Bandadas de
miles, a veces decenas de miles, de estas aves, en efecto, se concentran en
algunos de nuestros enclaves de aguas costeras e interiores.
Nos visitarán los cormoranes
grandes, aunque no pocos permanecen aquí todo el año. Dos rasgos las harán
inconfundibles: por una parte, son de tamaño considerable y completamente
negras, al menos si están a cierta distancia. Pero todavía más conspicuas las
hace el hecho de que con frecuencia los bandos de cormoranes se desplazan
formando dos hileras de aves que dibujan una suerte de punta de flecha. Uves
negras y muy raudas, ya que estas aves baten enérgica y continuadamente sus
alas.
También con la llegada del frío se
ha iniciado un espectáculo natural: la remonta de truchas y salmones. La trucha
común no teme al frío ni al ímpetu de la corriente. Lo demuestra porque aguarda
para reproducirse al incremento de los caudales que las lluvias de otoño
proporcionan a nuestros ríos de montaña. La temperatura de las aguas en enero,
que es cuando más puestas se realizan, raramente supera los 10 grados.
Por su parte, los salmones nadan desde el Atlántico y a contracorriente por unos 25 ríos del norte peninsular, que son lo que tienen salmones -desde el Miño hasta el Bidasoa-, aunque desgraciadamente están en declive.
Y es en pleno arranque del
invierno, cuando florecen varias decenas de plantas, cuando se aparean unos
pocos animales y sobre todo cuando allá, en el más frío de los paisajes, el
cielo, se encelan por lo menos tres de las más llamativas especies de aves, el
quebrantahuesos y los dos buitres, leonado y negro.
Narciso del Cantábrico (Narcissus cantabricus). Foto: Pixabay..
Ya en febrero, la temprana
eclosión de los narcisos sobre los primeros céspedes anuales recuerda en buena
medida esa lenta aparición de las constelaciones en los cielos del atardecer.
Porque de forma lenta, desde mediados de ese mes y hasta mayo, nos iremos
encontrando con miles de puntos de luz blanca y amarilla salpicados casi por
cualquier paisaje.
Salmón atlántico (Salmo salar) en el rio Bidasoa en Navarra
Se inició el pasado noviembre el
espectáculo natural que supone el remonte del salmón atlántico (Salmo salar).
Estos nadan desde el Atlántico y a contracorriente por unos 25 ríos del norte
peninsular, que son lo que tienen salmones -desde el Miño hasta el Bidasoa-,
éste último el río salmonero por excelencia en Navarra.
En esas cuencas fluviales todavía
se pueden observar a los salmones remontando, con sus potentes coletazos,
cascadas de considerable altura. Estos peces, que han pasado dos o tres años en
el mar, buscan los lugares donde nacieron, es decir, aquellos en los que las
aguas son frías, libres, raudas y transparentes.
Las poblaciones de salmón
atlántico (Salmo salar) han sufrido a lo largo de todo su rango de distribución
a nivel mundial una reducción del 50% en los stocks salvajes durante los
últimos veinte y cinco años. Según los datos de la Unión Internacional de
Conservación de la Naturaleza (UICN), de los más de 2.600 ríos con presencia
conocida de la especie, esta se ha extinguido como reproductora en más de la
mitad de los cauces. La situación en la
península Ibérica no es menos dramática, ya que de los 43 ríos salmoneros de
los que se tenía constancia a principios del siglo XX se ha extinguido en 24.
En el caso del País Vasco y de
Navarra, los ríos salmoneros históricos llegaron a ser cerca de una decena –
Nervión, Oka, Lea, Deba, Urola, Oiartzun, Oria, Urumea y Bidasoa-, y hoy en día
se han reducido a cuatro, de los cuales, sólo el río Bidasoa está considerado
en la actualidad como no vulnerable, y el único donde se puede pescar.
El llamado “Rey del Río” es un
termómetro de la calidad de los ríos. Su presencia, y una población estable,
indican que la zona “es de gran calidad, tanto la calidad del agua, como el
hábitat”. Por otra parte, la existencia de este salmónido también indica la
franqueabilidad del río, es decir, si existen obstáculos para su migración.
Después de recorrer miles de
kilómetros y pasar en el mar dos o tres años, al sur de Groenlandia, en las
Islas Feroes, en las inmediaciones de la Península del Labrador o frente a las
costas de Noruega, regresan a casa. El instinto reproductor del salmón, la
supervivencia de la especie, les impulsa a llevar a cabo grandes migraciones
hasta las desembocaduras de los ríos donde nacieron.
Como cada otoño y que se prolonga
con el frío de los primeros días de invierno, los salmones remontan el Bidasoa
en busca de aguas óptimas en la cabecera del río para poder desovar, haciéndolo
en algunos casos en el mismo lugar donde nacieron. Anualmente se producen dos
picos de entrada de salmones en el río Bidasoa, en primavera y en otoño y
primeros días del invierno, y si el verano es lluvioso también se registran
entradas, aunque de manera más discreta. El mayor número de ejemplares se
concentra en otoño, y el remonte está muy condicionado con los picos de riada
ya que después de una punta de caudal suelen producirse buenas entradas de
salmones.
Guarda forestal con una hembra de salmón de 9 kg en la Nasa de Bera, el lugar donde se realizan los censos de los peces que remontan el río para desovar. Foto: Noticias de Navarra.
Es entonces cuando se llevan a
cabo los censos en la Nasa de Bera, situada junto a un salto de agua, un
enclave adecuado para poder realizar el conteo. Cada día, los guardas de Medio
Ambiente del Gobierno de Navarra izan la jaula y antes de soltarlos en la parte
alta de la presa, realizan un exhaustivo control de todos ellos. Tras
adormecerlos en unos tanques de agua, se pesan, se miden, se comprueba el sexo
y se anota si están marcados o son salvajes.
Los salmones se abren paso y
ganan terreno en Gipuzkoa y Navarra a través de los ríos Bidasoa y Leitzaran.
La eliminación de obstáculos para facilitar que remonten las corrientes y la
adecuación de los cauces promoviendo hábitats más naturales y diversos, han
permitido que algunos ejemplares, los más fuertes, hayan llegado a introducirse
hasta 64 kilómetros tierra adentro a través del Bidasoa, superando Elizondo, o
61 por el Leitzaran.
Salmón en un río asturiano. Foto: Eduardo García Carmona.
Buena parte de este éxito
ecológico es fruto de la labor desarrollada por el proyecto Life-Irekibai, que
desde 2016 ha ido corrigiendo la fragmentación de importantes tramos de los
ejes fluviales y tributarios principales y ha recuperado varios kilómetros de
tramos embalsados. Con un presupuesto de tres millones de euros, el programa se
ha desarrollado en espacios incluidos en la Red Natura 2000: ríos Bidasoa,
Leitzaran y Baztán, regata Artesiaga, Belate, Artikutza y Señorío de Bertiz.
El proyecto finalizó el miércoles
día 2 de diciembre su andadura con la celebración del seminario final que hizo
balance de las acciones realizadas. Life-Irekibai es una iniciativa promovida
por un consorcio liderado por la Diputación Foral de Gipuzkoa del que forman
parte también la Agencia Vasca del Agua (URA); la Fundación del Gobierno Vasco
para el Desarrollo del Medio Rural y Marino (HAZI); el Gobierno de Navarra y su
sociedad de gestión ambiental GAN-NIK. Organismos que en este tiempo han
trabajado en la mejora de la conectividad fluvial de las cuencas del Leitzaran
y del Bidasoa, impulsando labores de conservación y de supresión de obstáculos
para el desarrollo de la vida en estos entornos. Más allá de la iniciativa
Life-Irekibai, la colaboración entre las instituciones vascas y navarras en
este ámbito es constante desde 2009.
Entre otras actuaciones, se han
eliminado 11 presas que impedían el libre fluir de la fauna piscícola; se han
acondicionado dispositivos para el paso de peces que han permeabilizado hasta
hace poco muros infranqueables y han facilitado la recurrente visita de
especies migratorias; o se ha acondicionado madera muerta en el río para el
refugio del visón europeo, la mejora del hábitat del salmón atlántico o la reducción
de la erosión de las orillas.
Esperemos, por el bien de la
naturaleza y la biodiversidad, que podamos seguir viendo ese fenómeno natural
indescriptible que es el remonte de los salmones.
El «Nitrato de Chile» en el pueblo de Estépar, en Burgos.
Quién no recuerda, o al menos
algunas gentes que tenemos ya unos cuantos años, la imagen de los carteles de
Nitrato de Chile. Todavía se conservan en algunos lugares, en algunos de ellos se
han restaurado y en otros, desgraciadamente, han desaparecido. En estas dos
fotos aparece el `Nitrato de Chile´, el de la portada, existente todavía en el
pueblo de Estépar, en la provincia de Burgos.
Son carteles que muestran otra
época, una España que ya no existe. Estaban pegados en bares, casinos,
ayuntamientos, dispensarios médicos, en las carreteras y en las tiendas de
ultramarinos de los pueblos. En un mundo sin televisión -en muchos casos ni
siquiera luz eléctrica- eran la única forma de transmitir a una población, con
alto número de analfabetos, los grandes cambios que estaban modernizando un
mundo arcaico.
El famoso Nitrato de Chile, cuyo
dibujo es un icono, fue el rey de los abonos, ese producto que se esparcía en
los campos para aumentar la producción. La silueta negra de un jinete sobre su
caballo se perfila sobre un fondo amarillo en un mosaico cerámico.
Como se describe en el blog “arte
torre” (http://artetorre.blogspot.com.es/2016/07/nitrato-de-chile-un-cartel-para-la.html),
el Nitrato de Chile era un fertilizante natural compuesto por nitrato de sodio
muy comercializado durante la primera mitad del siglo XX en España procedente
de Chile, lugar en el que existían importantes depósitos de este material.
La decadencia de la exportación
de nitrato de Chile a otros países comenzó cuando Noruega decidió fabricar
nitrato artificial, mucho más barato que el chileno dado que se empleaban
medios electroquímicos para su fabricación, lo cual redujo notablemente el
coste de la producción.
Sin lugar a duda, tal como se
afirma en el citado blog, estamos ante uno de esos carteles publicitarios que
han evolucionado hasta convertirse hoy en un auténtico símbolo de la sociedad del pasado y que conviene conservar
como testimonio antropológico y cultural.
El cartel de «Nitrato de Chile´» en Santa Cruz de La Palma, restaurado
Este artículo lo escribí el pasado 12 de junio de 2019, pero lo vuelvo a publicar. La razón en que he recibido unos ochenta comentarios de otras tantas personas que me han indicado lugares donde todavía está el cartel de `Nitrato de Chile´, en muchos lugares muy deteriorados, y en otros, donde se han restaurado -los menos-, como es el caso de Santa Cruz de La Palma, como se puede ver en esta foto. Muchas gracias a todas y a todos.
Cerceta común (Anas crecca. Koartzatxo txikia). Humedal de Salburua (Vitoria Gasteiz. 11.01.18.
Miles de ánades pasan el invierno
en Euskadi, en aguas interiores y costeras. El gran espectáculo de su presencia
se puede ver en los humedales costeros que se asocian a la presencia de
estuarios más o menos desarrollados, mientras que los interiores presentan
características variadas en función de su regionalización: turberas, sistemas
endorreicos con lagunas mineralizadas, sistemas fluviales, etc. Existe, además,
un buen número de zonas húmedas de origen artificial, entre las que sobresalen
embalses para el abastecimiento y producción de energía, balsas de utilidad
agrícola….
Entre los humedales costeros,
destacan los de Urdaibai y Txingudi, con diferentes características y
problemáticas. En el interior, las zonas más destacadas son el complejo lagunar
de Laguardia, constituida por tres sistemas naturales endorreicos y una balsa
artificial; el lago de Arreo-Caicedo Yuso y las Salinas de Añana, de
peculiaridad hidrogeológica y cultural; y Salburua, en Vitoria-Gasteiz, un
encharcamiento originado por el afloramiento de los niveles freáticos, que fue
desecado a lo largo del siglo XX, pero que ha sido exitosamente restaurado en
los últimos años. Aunque de origen artificial, el extenso embalse de
Ullibarri-Gamboa constituye también un referente importante, gracias al proceso
de naturalización que han experimentado sus colas meridionales. Todos estos
humedales forman parte de la lista de zonas de importancia internacional, de
acuerdo, con el convenio de Ramsar.
Pato rabudo. Macho y Hembra (Anas acuta. Buztandun ahatea). Humedal de Salburua (Vitoria-Gasteiz). 05.02.18.
Silbones, cucharas, tarros, porrones,
frisos, azulones, rabudos, cercetas, etcétera. Denominaciones que con la
palabra pato o ánade delante designan hasta 22 especies de este tipo de aves,
las que pueden llegar a verse por nuestros aguazales. A las que se suman gansos,
cisnes, distintas variedades de garzas, gaviotas, cigüeñas, avefría común, somormujo
lavanco, focha común, correlimos común, cormoranes…y así podríamos seguir hasta
completar las 72 especies invernantes.
Todas esas especies nos regalan su tendencia al
gregarismo en cuanto el otoño se despliega por completo. Un regalo para
nuestros sentidos. Bandadas de miles, a veces decenas de miles, de estas aves,
en efecto, se concentran en algunos de nuestros enclaves de aguas costeras e
interiores.
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