Todos los sobaos NO son iguales

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Llevo varios años comprando sobaos para el desayuno de mi padre que al estar bastante enfermo requiere de alimentos fáciles de ingerir y la verdad sea dicha son bastantes años ya comprando una marca de sobaos, Martínez para más señas, que tras su exito empresarial inicial en Cantabria fue engullida por la multinacional Bimbo.

No hace mucho, conocí a través de una amiga, Nere de Armintza, unos exquisitos sobaos que si bien tienen una marca, en mi opinión no muy comercial para los tiempos modernos que corren, Sobaos «El Macho», pero que compensan su peculiar nombre con un sabor a mantequilla que te hace relamerte los labios y de paso, te hace olvidar el insipido sobao industrial al que nos tenían acostumbrados.

Pues bien, volviendo al sobao industrial antes mencionado, acabó de ver una información sobre diferentes novedades que han introducido al adoptar una nueva imagen vintage, haciendo referencia a su imagen inicial por los años 60 y también, informan sobre una nueva receta al utilizar mantequilla «natural».

Y yo me pregunto, si la novedad es el uso de mantequilla natural, ¿qué demontres estaban utilizando hasta ahora? ¿era mantequilla o un sucedaneo maquillado con aromas de mantequilla?

Picado por la curiosidad compruebo en la página oficial del sobao industrial que entre sus ingredientes tiene únicamente un 5% de mantequilla pero eso sí, cuenta con aroma de mantequilla que, al parecer, lo camufla todo o casi todo.

Por la otra parte, indago en la web de Sobaos El Macho y observo que sus productos están amparados por la Indicación Geográfica Protegida «Sobao Pasiego» y comprobando su reglamento , el de la IGP en cuestión, caigo en la cuenta que para ser «sobao pasiego» entre sus ingredientes debe tener un 26% de mantequilla. ¡Casi ná!

Ahora caigo en la cuenta del porqué estos sobaos pasiegos saben a mantequilla, impregnan de su fuerza el café con leche y te traen a la memoria gustativa el sabor de los pastos de la comarca del Pas mientras que el sobao industrial no deja de ser una vulgar madalena de forma rectángular.

A lo dicho, la verdadera calidad se reconoce a la primera por mucho que alguno intente ma(nte)quillarla con aromas.