Sin que todavía haya expirado el período de carencia que se le concede a todo gobierno entrante, unos cien días a prueba, ya sabemos cuáles son las apuestas de la televisión ante la nueva administración del Estado. La tele es la entidad más voluble del mundo, capaz de emigrar en horas veinticuatro del fervor al odio y chaquetear de la izquierda a la derecha en un abrir y cerrar de urnas, no por convicción, sino por conveniencia. Y así se perciben cuatro posicionamientos editoriales: los hooligans, los progubernamentales, los opositores y los aún no adscritos, pero con desigual distribución entre el aplauso y la crítica al poder.
El equipo de Rajoy tiene dos hooligans, Intereconomía y la emisora episcopal, 13TV, que para compensar su cántico entusiasta a don Mariano tildan de blando y dubitativo al presidente en asuntos vascos, matrimonio gay y aborto. Ambas cadenas se han constituido en los centinelas de la derecha ultra. A corta distancia están los canales progubernamentales, Antena 3, Telecinco, Cuatro y casi todas las autonómicas, incluida nuestra ETB que acostumbrada durante tres años al servilismo no tiene dificultad en extender sus loas a Madrid. Hasta La Noria y El Gran Debate de Jordi González han virado rumbo a la Moncloa. De manera que no queda más oposición, y muy sesgada, que la que ejerce La Sexta y así será hasta que las largas manos de su nuevo dueño aprieten la garganta de Wyoming y su Intermedio, último mohicano del sarcasmo y la mofa contra el PP.
Y queda TVE, libre de momento en la toma de partido, quizás porque con los recortes de sus gastos la prioridad no es cambiar los telediarios y darle el finiquito a la díscola Ana Pastor, sino sobrevivir a la crisis y que su liderazgo no sea devorado en pocos meses por las privadas. Tan indeseables son las mayorías absolutas como el control político de las noticias y la opinión. ¿Y a quién le importa ahora, piensa esta misma mayoría, la dictadura informativa cuando estamos al borde de la quiebra? En medio de la pobreza la libertad es un lujo, afirman.
Estoy totalmente de acuerdo con ete articulo. Cuando hay cambio de ejecutivo, la television, cambia de chaqueta,. Es una autentica verguenza , que pocos principios tienen. No conocen el valor de la imparcialidad., conjuntamente con otrosvalores que carecen de ellos. Felicidades por el articulo.
Con el artículo estoy de acuerdo. Con el comentario…Los principios hoy en día como no concuerden con el poder…se cambian. Los de las televisiones, las radios, quizá los principios de los banqueros permanecen inmutables,con respecto a la de los políticos. El que manda manda. Y sino a la calle. Que además también los despidos están de rebajas.
Eskerrik asko, Jose. El problema de la democracia actual es comprender la complejidad de la sociedad y los poderes. Pero sigue siendo el mismo de siempre: el poder está en pocas manos y los siervos cooperan en el sostenimiento de este modelo. Los siervos están en los medios de comunicación. Quizás internet es la alternativa. Saludos.