Tengo debilidad por los antihéroes: los que luchan y pierden, persiguen metas descabelladas o intentan doblegar a poderes superiores; los utópicos, los soñadores, los románticos perpetuos. Admirables, pero terribles. Una característica del antihéroe es su destino trágico, unido a su obstinación, que mueve a la lástima tanto como a la risa. Y su soledad. Desde El Quijote hasta hoy las andanzas del antihéroe no han cambiado. Ahora pululan por la tele y enseguida desaparecen reemplazados por otros. El más reciente antihéroe es el juez Elpidio Silva, a quien sus compañeros preparan su inhabilitación porque un día se atrevió a enchironar a Miguel Blesa, presunto saqueador de una gran entidad financiera y con muchos amigos en las altas esferas. A nuestro ídolo le viene mal hasta el nombre: Elpidio, que en griego significa “el que tiene esperanzas”. ¿Esperanzas ante el fatalismo de la justicia española? La ingenuidad, otro rasgo del antihéroe.
Elpidio comenzó bien su periplo heroico. Publicó un libro de denuncia, La justicia desahuciada, y se fue a la tele a explicar su alternativa al disparatado poder judicial; pero cometió el error de crear un partido político para las elecciones europeas. ¡La pifiaste, Elpidio! Tenías a tu favor el reproche social a la justicia, que distingue a los ricos de los pobres y prima al poderoso sobre el ciudadano. Y en vez de perseverar en la renovación de este carcomido tinglado, te transformas en político, un oficio aún más repudiado que el de la toga. Así que ahora, los grupos mediáticos a sueldo del gobierno van a por ti. Y lo están haciendo despiadadamente, como se destruye a los que estorban, presentándote como un loco.
Elpidio ya es el enajenado mental, el grotesco, el hombre de quien se mofan el duque y sus siervos, el nuevo Caballero de la Triste Figura. Ya no le llaman a los platós, pero es carnaza en las tertulias y deshonrado hasta el escarnio en el circo de la ignorancia. Era un peligro para el sistema y, antes que el tribunal, la tele cumple la sentencia de aniquilación. Vale.
Muy intereante el árticulo. Lo cierto que es bastante patético , todo lo qu le etan haciendo este juez. Le etan tratando de loco. Quieren acabar con su propia dignidad personal y profesional. El gobierno del etado, se parece al Tribunal de la Santa Inquisición, lo etan tirando a la hoguera, pero de unba forma mas refinada, pero el resultado es el mismo. Hay que saber manejar muy bien el poder y la honestidad, que debe ir vinculada con estas esferas. Muchas felicidades por su valentía en las manifetaciones del articulo.
Sobra lo de presunto, referido a Blesa. ¿Por qué este paño caliente?. ¿Porque todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario?. Esto es en sí mismo una falacia, porque más allá del planteamiento binario que nos hacemos de todo hay vida, y en la vida real no hay culpables ni inocentes, hay responsables. Cada uno de sus actos, y Blesa -y compañía- lo son de la ruina económica de muchos españoles. No me gustaría estar en la piel de su conciencia, francamente.
Tampoco entiendo donde está el error que ha cometido Silva entrando en política. ¿Es que debemos darla por muerta?. La solución a la enfermedad no son las aspirinas ni la eutanasia, es la regeneración desde el interior. Silva está bastante más preparado y es más honesto que la mayoría de los políticos españoles. necesitamos mucha gente como él.
Además, si esta profesión está plagada de ratas, que lo está, el deseo de dedicarse a ella desde la preocupación por la corrupción puede muy bien constituir la mejor motivación para limpiarla de advenedizos y servir de verdad a los ciudadanos. El sistema se cambia desde dentro.
No creo que haya que compadecer a este hombre. Merece comprensión, solidaridad y respeto, pero no compasión. Porque son los bandidos, las arpías y los débiles de espíritu los que le han inventado el personaje, no él quien se lo creado. De hecho, cada día le inventan uno diferente.
No importa lo que opinen los ignorantes, él es él y ellos son ellos. Cada uno debe seguir su camino y hacer lo que crea que tiene que hacer, y se valore o no, eso es lo que importa. ¿Qué esto significa ser un antihéroe?. Pues que se le va a hacer.