La voluntad está sobrevalorada en igual medida que la inspiración -vulgarizada en el concepto de motivación- ha perdido reconocimiento. Hemos renunciado a la grandeza, es lo que acontece. No debería importar el para qué, sino el por quién de las cosas. Esto explica la relevancia verbal de la política, sus agotadores dimes y diretes, el espectáculo de estos días, vísperas de pactos que se resumen en el logro del más ventajoso acopio de poder bajo el disimulo estético del desinterés por cargos y poltronas. ¿Y cómo quedarán las televisiones autonómicas en el reparto?
Hay varios frentes abiertos. En Valencia, los partidos que negocian relevar al PP han prometido, a la griega, rescatar Canal 9, vilmente clausurada. En Castilla-La Mancha, tras el reinado de la Cospedal, se podrá salvar su canal CMT, el medio público más denunciado por falta de objetividad. Y, por supuesto, queda por liberar Telemadrid, moralmente destruida por el pillaje de la derecha. Hay mucha decencia en juego en estas alianzas.
Por aquí el gobierno del cambio propiciará la recepción, por fin, de la señal digital de ETB en Navarra, derribando una artificial frontera. ¿Dejará de acosar el PSE a la radiotelevisión vasca al compartir proyectos municipales y forales con el PNV? ¿Está ya satisfecha la vendetta socialista contra los jeltzales? La rocambolesca constitución de la comisión parlamentaria para la reforma de EITB no augura un mínimo sosiego, al situar al frente a Rodolfo Ares que, como todos sabemos, es un experto mundial en industria audiovisual. PSE y PP, presos de sus deudas tácticas con los grupos privados y su servil razón de Estado, no entienden el valor objetivo de nuestros medios públicos. Hay que hablar de los derechos de identidad de un país y del equilibrio democrático que ejerce ETB, sin menoscabo de lamentar su despiste actual.
La comunicación tiene vocación de libertad y compromiso social; pero hay un complot global y también local para arrebatarle este destino. ¿Y qué es finalmente el destino? Mitad de tu sueño, mitad de tu empeño.
