
Esta fue la gran pregunta que hizo en un memorable discurso Martin Luther King apenas unos meses antes de que lo asesinaran. ¿Dónde vamos ahora y hacia dónde? Se han hecho canciones y libros con esta misma cuestión, mucho más que un eslogan dramático y trascendental. Y es, creo yo, el interrogante que todo el planeta se hace. Podemos volver a un mundo igual que el que teníamos antes de la pandemia o podemos cambiar el rumbo.
Más de 50 años después, en el mismo escenario donde mataron al líder pacifista de los derechos civiles en Estados Unidos, los ciudadanos negros se han levantado contra un crimen más de un sistema racista. George Floyd murió asfi-xiado por un policía blanco que mantuvo su rodilla sobre el cuello del detenido. De Nueva York a Los Ángeles se ha levantado una ola de indignación a la que se pretende reprimir por la fuerza. No hemos avanzado nada. Nada.
¿Dónde vamos desde aquí? Los norteamericanos podrían responder en noviembre cuando vayan a votar en las elecciones presidenciales. ¿De verdad alguien espera que vayan a revocar a Trump, un loco estúpido que está poniendo al mundo en peligro? Entre que no hay una figura demócrata alternativa y el fervor de USA por los populistas frívolos, poco cambiará.
En el Estado español se va iniciar lo que parece una esperanza y una necesidad: el Ingreso Mínimo Vital, una tabla de salvación y dignidad para miles de familias a quienes, perdida toda posibilidad de empleo en uno o dos años, hay que socorrer. En Euskadi ya teníamos un instrumento parecido desde 1989, la RGI, Renta de Garantía de Ingresos como respuesta a los estragos de las salvajes reconversiones industriales de la época. Con esta experiencia de solidaridad, los gobiernos vasco y navarro se encargarán de su gestión. No, no fomentará la vagancia, como dicen los fascistas, sino que hará lo más justo que puede hacer un país.
¿Dónde vamos desde aquí? Hacia una sanidad pública más potente y reforzada. Nos habíamos creído que teníamos el mejor sistema sanitario del mundo, hasta que la pandemia nos ha mostrado nuestras debilidades y carencias. Si esa es la demanda social, vayamos hacia allí. Como a una mejora sustancial del sistema educativo, mejor en calidad y en cantidad, porque en enseñanza online estamos en pañales.
¿Dónde vamos desde aquí? A una reforma de la Administración que la haga más eficiente y más ágil. Hay que ahorrar costes superfluos. Menos burocracia y más investigación. Más economía digital y menos dinero negro. Nuevas políticas fiscales. Menos China y más Europa. Más local y menos global. Vuelta las raíces. Más cultura y menos estupidez. Menos militares y más civilizados. El Papa pidió ayer a los políticos desviar los fondos militares para destinarlos a prevenir otra pandemia. ¿Y la ultraderecha, tan beata, no va a acatar la or-den de su jefe? Más democracia y menos indecencia. Más Fernando Simón y menos Cayetana. Más tú y menos yo. Más nosotros. Más utopía y romanticismo.
