
La serie Patria, que emitirá HBO a partir del 27 de septiembre (en el aniversario de los últimos asesinatos de la dictadura franquista en las personas de Txiki y Otaegi, en 1975), promete más de lo que las páginas de la novela de Aramburu recogen en su superficial relato. Al menos, si esperamos que su simétrico cartel anunciador nos presente una narración equilibrada entre los crímenes terroristas y los perpetrados por el Estado. Hay poco de eso en el libro, que solo recoge un episodio de torturas policiales. Todo lo demás es un sesgo barato de lo que ocurrió en Euskadi durante décadas de violencia.

Hay dos perspectivas en el cartel. Y las dos me perturban. Una, es de marketing. Y otra, política. En efecto, el póster ha obtenido lo que deseaba: captar la atención de la opinión pública y, de rebote, multiplicar su impacto en la viralización de su contenido a través de las redes sociales y medios de comunicación, así como por las reacciones de los líderes políticos y grupos reaccionarios de la derecha y extrema derecha. De tontos útiles se aprovecha la comunicación para incentivarse gratuitamente. Es un éxito de marketing, no hay duda. ¿Pero le va a rentar? No olvidemos que la serie se emitirá por HBO, una plataforma de pago, y que podría verse perjudicada si las llamadas al boicot tuvieran efecto. Pienso que la consecuencia será positiva y la operación de publicidad será generosamente compensada con miles de suscripciones. “Patria” no tenía la menor sospecha de proetarra y era la voz editorial en la que se vieron reflejadas las víctimas del terrorismo con su desvío ideológico.

La perspectiva política del cartel es que sirve de banderín de enganche para atraer a quienes no comparten el sentido de la novela, por parcial e incompleto. La producción de la serie se ha esforzado mucho en que pareciera una película vasca y no españolista. Los guionistas, los actores y actrices son vascos, muchos de ellos habituales en ETB y de conocida fe abertzale. Así que, en ese punto, se ha buscado “no manchar” la serie de españolidad. ¿Para qué? Probablemente, para proyectar sobre la opinión pública vasca el diferencial ideológico del relato, el relato del Estado en la dirección de que la sociedad vasca fue moralmente culpable del terrorismo. Y que esta es una historia de buenos y malos, cuando en realidad la bondad y la maldad estuvieron muy repartidas. “Patria” es el intento de consolidar un relato torpe y falaz, el relato del irresponsable Estado español y sus dirigentes, de que Euskadi como país es culpable y España, inocente. Pues no.
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