El azote de la austeridad asola a Europa, condenando a la pobreza, el desempleo y la desesperación a millones de personas. Y Grecia, cuna de la sabiduría y la civilización, es el símbolo perfecto de todas las víctimas de los nuevos jinetes del apocalipsis en los que se representan la troika comunitaria y el poder financiero alemán. No bastaba con llevar al pueblo griego al ultraje de la intervención económica y política -equivalente a una ocupación militar por la limitación radical de su soberanía y la enajenación de sus recursos- sino que, además, había que apagar su televisión pública, la ERT. Así lo han hecho, por sorpresa y con cobarde sigilo, al modo en que los criminales cometen sus fechorías. ¿Para qué? Para despojarle, so pretexto de reducir la deuda nacional, del único medio honroso que le quedaba de recibir información y cohesionarse frente a la mayor agresión que han soportado los helenos desde la invasión otomana.
Gran parte de la sociedad no alcanza a entender la misión estratégica de la radiotelevisión pública. Los medios de comunicación institucionales son, primero, el contrapeso necesario de los poderes informativos privados, vinculados a intereses particulares y no siempre honestos. Y, segundo, son la plaza pública (el ágora) donde converge la diversidad social para dialogar en torno a valores compartidos y propósitos comunes. Por eso, por autoestima democrática, la radiotelevisión pública debe prevalecer. El cierre brutal de la ERT es un mal presagio para TVE y una amenaza contra EITB. Nos quitan la libertad, después nuestro patrimonio y finalmente la voz.
Cabría un poco de esperanza si al menos durante una hora todas las televisiones oficiales del viejo continente hubiesen parado a la vez para que en esa hora de ausencia y silencio los que gobiernan Europa percibieran la dura advertencia de los comunicadores públicos. Pero la respuesta, acomplejada y leve, ha sido algunas pancartas reivindicativas y un par de protocolarios comunicados de protesta. Lo peor no es la insolidaridad: es la soledad.
Totalmente de acuerdo, ha sido un autentico linchamiento al pueblo Griego. Y o peor que toda la comunidad europea no ha dicho nada. Un horror. Esto me parece un suceso muy grave y cuidado que se puede repetir en el reto de los pueblos europeos. Me ha parecido un articulo muy interesante. Muchas felicidades , por su valentía en sus manifestaciones de libertad.
Seguramente la televisión pública griega estaria gestionada, ejem, de aquella manera.
Pero viendo la deriva que lleva esta cadena interminable de cierres, adjudicaciones, ERES incomprensibles, intervenciones de facto en empresa públicas que pasan a ser gestionadas con total descaro por conocidos gurúas de lo privado…lo cierto es que da miedo.
Cada vez se parece mas a un golpe de estado plurinacional de baja frecuencia y desarrollos largos.
Tienes razón en lo último que dices; lo peor de todo no es el agravio en si, sino la soledad de los alrededores.