Una noche en Sevilla

Fue un pésimo partido, pero un gran espectáculo. Se empeñó de nuevo TVE en ocultar la realidad poniendo sordina al solapamiento del himno español por la afición rojiblanca, como si los decibelios fueran razones y no trincheras de cobardía. Tuvo ETB que mostrar la verdad de las cosas, una verdad incómoda para muchos. Si los cánticos sonaron más que los pitos fue porque el Athletic -y también el lehendakari Urkullu- habían pedido cortesía para el chundachunda. Exhibir rechazo hacia símbolos que se consideran desdeñables es un correcto ímpetu democrático y una jocosa ocasión para lo burlesco en medio de la bulla popular. Al menos esta vez no ha habido amenazas de suspender el partido y despejar manu militari las gradas rebeldes por el desdén antipatriótico.

El esfuerzo de la radiotelevisión vasca para contarnos el tormento y el éxtasis ha sido magnífico. Cuatro horas antes del partido ya estaba ETB2, con Patxi Alonso recuperado como cronista deportivo, transmitiendo los ánimos de una multitud orgullosa de su equipo. ETB1 le tomó el testigo con un programa intenso a pie de campo. Tras el choque, la celebración se prolongó hasta la madrugada con imágenes que quedarán para siempre en el corazón de la gente. Un país lo necesita para recargar su autoestima colectiva. Para la memoria, las lágrimas del Iribar, la icónica trompeta de Villalibre y la contención emocional de Ernesto Valverde en su triunfo.

La audiencia de casi 5 millones de telespectadores es el premio a un evento pleno de sufrimiento y alegría. Si Carlos Herrera, frívolo vocero de la radio episcopal, se pone al frente del fútbol, el Athletic y otros clubes serán ilegalizados. Hasta entonces, el 18 de mayo tenemos otra final de Copa, las chicas de la Real Sociedad contra el Barcelona. ¡A por ella!

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

El pucherazo que no cesa

Cualquiera que haya ejercido de vocal o interventor en una mesa electoral sabe lo difícil, por no decir imposible, que es hacer trampas en el recuento de votos. Evitar el pucherazo fue la primera victoria democrática de la gente en un país de tradición pícara y caciquil. Pero la saga de los trileros continúa en España desde lo más alto, en el Senado, que corrompe sus normas para un mezquino provecho, hasta la televisión, donde es corriente engañar a los espectadores con votaciones fakes y escrutinios opacos. En esta parodia son expertos los realitys de Telecinco que basan su popularidad y demagogia en los sufragios del público a través de redes y aplicaciones digitales. Hay que ser muy ingenuo para participar en estos concursos creyendo ser determinante en sus resultados.

Cuando escuchas al presentador/a proclamar con énfasis “la audiencia ha decidido…” te entra un ataque de risa o de rabia por quienes se tragan el fraude y por los timadores. El pucherazo lo administra el programa a lo Putin y a conveniencia de una mayor cuota de telespectadores. ¿Hay algún notario por ahí? Sí, pero para protocolizar las bases del formato y no para certificar el recuento. Solo TVE mostró ante las cámaras a su notario particular, de carne y hueso, que confirmó la cuenta de votos en El mejor de la Historia, espacio fallido presentado por Silvia Intxaurrondo. Los fedatarios, por cierto, también tienen su televisión en la red, Canal Notarial.

La Ley Audiovisual permite el tongo de las votaciones digitales sin que la inane Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia mueva un dedo. Hay una guerra de la opacidad contra la transparencia en la que, ahora mismo, Julian Assange es su martirizada víctima. En esta trinchera nuestra mejor defensa es un radical escepticismo.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Los que llegan tarde y mal

Ya es primavera en El Corte Inglés, tal como se anuncia en la tele, este año a los sones de la vieja canción Rumore, de Raffaella Carrá. Lo que ya es, y no son rumores, es la certeza de una primavera electoral con llamadas a las urnas para renovar, de abril a junio, los parlamentos vasco, catalán y europeo. El riesgo de contagio del cainismo español y su asfixiante polarización se cierne sobre nosotros con campañas saturadas de basura y barro. ¿Cómo neutralizarlas sin menoscabo de una ponderada rivalidad ideológica? Supongo que ejercitando nuestra autoestima y con madurez democrática.

Nos conviene huir del ruido y rebajar al mínimo el consumo de informativos tóxicos y sus tertulias de trinchera, dejando fuera de la zona de interés a gente sin escrúpulos como Miguel Ángel Rodríguez, ventrílocuo de su muñeco Ayuso. Debería saber MAR que la trumpista jefa de Madrid le destituirá porque su poder como mensajero ha ido demasiado lejos. Por esa razón le despidió Aznar hace muchos años y por lo mismo Pedro Sánchez cesó a Iván Redondo. Los gurús de comunicación son ladrones de personalidad. Llegará el esperpento de los debates televisados, parecidos a los exámenes finales de los malos estudiantes. En este espectáculo fluyen las angustias de última hora y de ahí sus excesos y teatralidades.

En Euskadi el riesgo está en la farsa de la izquierda abertzale, un proyecto de atrasados. Llegaron tarde a la democracia, a los derechos humanos, al respeto del pluralismo político, a la participación institucional, a los acuerdos transversales y llegan retrasados al futuro, sin la mínima compasión por el dolor causado y carentes de memoria del terror que sacudió y arruinó el país bajo su impulso totalitario. Hay que llenar las urnas por la dignidad y la libertad amenazadas.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

Una nación, una televisión (en huelga)

Los suizos han escrutado a fondo el corazón de la radiotelevisión vasca. La consultora South 180, radicada en Ginebra, es la autora del informe “El valor e impacto de EITB en 2023”, resumido en 84 páginas. Por su encuesta a 1600 personas y 50 empresas del sector audiovisual sabemos que la ciudadanía tiene una percepción positiva de sus medios y valora su vocación en la promoción del euskera, deporte, cultura, diversidad, cohesión territorial, igualdad e impulso del cine vasco, que en los últimos premios Goya sumó hasta 33 candidaturas. Y todo esto haciendo equilibrismos con nuestra dualidad lingüística, lo que solo es posible desde una visión/televisión pública.

Sin ánimo de enmendar a los competentes suizos, yo plantearía esta simple ucronía: ¿Cómo imagina hoy la situación del país de no haber existido ETB? Es seguro que informativamente estaríamos dominados por los medios que antes vitoreaban la dictadura de Franco y ahora nos españolizan, que el euskera sería marginal y nos habrían extraviado parte de nuestra autoestima colectiva. Necesitamos más innovación, creatividad e internacionalización. Y producimos poco con los 192 millones que aporta este año el Gobierno Vasco, porque hemos olvidado el humor que nos llevó al paroxismo con Vaya Semanita y perdido la audacia exhibida en Generación Porno y el espacio Necesito ayuda sobre salud mental.

Tenemos buenos diagnósticos, pero no nuevos resultados. Y en la tele son programas, mejores programas. Con una plantilla sobredimensionada, en medio de una brutal revolución tecnológica e insertada en una sociedad exigente, EITB no puede vivir de sus rentas estratégicas y su poderoso simbolismo. Menos huelgas políticas y de privilegio (tres en los últimos cinco meses) y más talento: esto no lo dicen los suizos. 

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

La verdad hiere, la mentira mata

Lo que hizo de Aznar un presidente abominable fue la mentira. Mintió al asegurar que Irak tenía armas de destrucción masiva y nos volvió a mentir el 11M sosteniendo la autoría de ETA porque le convenía en vísperas electorales. Stefan Zweig escribió de estas personas que “mienten de la manera más peligrosa: con absoluta sinceridad”. Veinte años después del mayor acto terrorista en Europa la televisión nos ha otorgado un tributo de dignidad con formatos de tardío consuelo. ¿Por qué sorprendernos de aquella manipulación político-mediática si teníamos antecedentes en el 23F y la corrupción de Juan Carlos I?

TVE refuerza su deber público con dos productos impecables. Destaca la entrevista que Bush y señora ofrecieron en exclusiva a Lorenzo Milá, corresponsal en Washington, y que Urdaci y el director general, José Antonio Sánchez, censuraron por orden de la Moncloa. El segundo es un reportaje de excelente hechura, 11M, 20 años, con el protagonismo de tres supervivientes (Dori, Ángel y Antonio), que lo llenan todo con sus testimonios apabullantes. ¿Y por qué no la inolvidable Pilar Manjón? El resto es la crónica de la desinformación y la infamia.

Jordi Évole, en la Sexta, ha optado por el relato de ocho periodistas de tres medios (ABC, Ser y TVE) con la memoria de los cuatro días de aquel monstruoso engaño que, según Gabilondo, fue el germen de la actual polarización sociopolítica. El sinuoso Zarzalejos afirma que ahí empezó el “no nos representan”. En otro sentido, la serie de Disney+ Nos vemos en otra vida, sobre el menor que colaboró en el traslado de los explosivos desde Asturias, es una narración fallida por vacuidad. La verdad ha envejecido a los 20 años y hoy la vemos soliviantada y sin compasión. La historia siempre llega, inevitablemente, tarde y mal.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ