Días de parodias. La ministra Chacón, la serie Alakrana y el anuncio militar

La parodia es un género burlesco que tiene dos versiones: la auténtica, de intención satírica más o menos cruel, como la imitación de personajes públicos o las películas de Leslie Nielsen; y la fallida, que resulta de la burda emulación de obras o hitos trascendentes. Las dos causan hilaridad, pero la segunda, además, produce consternación. Ver en la tele a la ministra Chacón escenificando con afectación histórica y rimbombancia verbal y gestual su renuncia al liderazgo socialista es la muestra de una parodia política por sobrevaloración de la autora y exageración dramática. Cuando se pretende representar con petulancia una realidad simple se acaba por hacer el ridículo. Es la trampa del falso esplendor en la que han caído la miniserie Alakrana y el anuncio del Día de las Fuerzas Armadas.

El secuestro del pesquero bermeano merecía un relato más digno que el emitido por Telecinco, un subproducto patrocinado por el Ministerio de Defensa para insertar dos mensajes embusteros: que el Gobierno no pagó el rescate y que los navíos militares hicieron lo posible para evitar el asalto y que éste no se prolongara durante cuarenta y siete eternos días. La parodia está en la falsa épica negociadora de las autoridades españolas y en aspectos tan zafios como el espía del CNI, vestido de Coronel Tapioca, y los líderes somalíes, que más parecían de esos negros que hacen de Baltasar en las cabalgatas de Reyes que temibles piratas.

Del spot castrense, generosamente difundido por ETB1 (en castellano), lo menos que se puede decir es que incurre en publicidad engañosa al prometer lo irreal: que los soldados protegen a “nuestros pesqueros en las aguas más peligrosas del mundo” y que para ellos “la mejor recompensa es regresar a casa y poder decir buenas noches”. Que se lo cuenten a las decenas chicos que han vuelto de Afganistán en una caja. Lo paródico del anuncio es la imagen mítica de un oficio inhumano y la falsa belleza de la violencia, a lo que solo se alistan, por desesperación, los emigrantes y los que tienen poco que perder.

Desmarcados. Declaración de principios

Todos somos seres humanos únicos e irrepetibles.

Valora tu propia maravilla: no ha habido ni hay y no habrá nunca alguien igual que tú.

Las personas nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. A partir de ahí todo es diferente.

Eres prodigiosamente distinto, luego eres humano.

Es una paradoja: somos humanamente iguales porque cada uno somos personalmente distintos.

Secuencia de la conquista humana: conciencia de dignidad, conciencia de libertad, conciencia de individualidad.

La igualación es una idea aterradora e inhumana.

¿Cómo amar el mundo sin conciencia de individualidad?

Para continuar libres e iguales debemos superar todo gregarismo.

El gregarismo -social, cultural, político, económico o religioso- busca anular nuestra personalidad individual.

La protección de la identidad personal es la primera de las necesidades humanas, pues sin ella no es posible vivir libre y dignamente.

La intimidad es la primera de las libertades y el primer derecho de las personas.

El bien común es la suma del bien de las personas individuales.

No puede haber comunidad si no prevalecen las identidades de sus integrantes.

Antes que el tú y el nosotros está el yo. La exclusión del yo provoca la enajenación social.

La abstracción de lo individual en lo colectivo conduce al totalitarismo.

No confundir identidad personal con individualismo, una corrupción de la conciencia individual.

El egoísmo es la máxma corrupción de la identidad personal.

La ideología individualista no cree en la naturaleza humana y por tanto no cree en la identidad personal.

Uno es la unidad básica de la sociedad verdaderamente humana.

La identidad y libertad individual pertenecen a una categoría superior, pues nacen de la dignidad humana.

Cualquier proyecto social debe basarse en el respeto a la libertad personal, evitando nuestra asimilación al rebaño.

Todas las ideologías tienden a constreñir nuestra individualidad y por eso han fracasado.

Los principales enemigos de nuestra individualidad son, por este orden: la falta de autoestima, el miedo a la libertad y la falsa seguridad que proporciona la tutela del rebaño.

En la modernidad los enemigos más sutiles son el mercado y el consumo.

Actualmente no hay mayor y más peligroso tirano que las marcas comerciales.

Las marcas comerciales invaden nuestro cuerpo y nuestra voluntad. No las compramos: nos compran.

Las marcas no buscan compradores, sino gregarios.

Ninguna marca, distintivo o definición puede esclavizarnos o convertirnos en meros soportes de su significado o intereses.

Si exhibes una marca comercial (en el coche, la ropa, el calzado, el ordenador, el móvil o cualquier objeto) ya eres un gregario. Te has vendido. Te han comprado.

Analiza tus sentimientos. ¿Te seduce tal o cual marca y te gusta exhibirla? Si es así, eres un ser humano etiquetado.

Libérate de tu propio gregarismo y recupera tu libertad individual. Las marcas y los símbolos de todo tipo te anulan como persona y te convierten en mero soporte.

Reconocerás una marca o símbolo tiránico cuando no te da opción a utilizar una prenda u objeto sin su divisa.

Las leyes de consumo de todo el mundo deben evitar esa tiranía dando opción a las personas a no convertirse en hombres-anuncio.

Cada persona determina su definición según su proyecto vital cambiante e ilimitado.

El derecho a no ser etiquetado proviene del derecho individual a evolucionar o cambiar en todo momento.

Todo lo que no afirma tu propia personalidad e identidad inabarcables, te las niega.

No busques personas iguales. Encuentra seres humanos distintos y complementarios a ti. En eso consiste vivir con los demás.