Sábado 29 de septiembre de 2012
Este domingo celebramos la 35 edición del Alderdi Eguna. Pocas concentraciones político-familiares han durado tanto en el tiempo y se han consagrado como una fecha fija en la agenda anual como ésta. Ningún partido en Euzkadi hace nada como ésto.
Y es que la fórmula sigue siendo válida. Se trata de unir lo familiar, lo político, la gastronomía, la suma de edades, la cita para saludar a viejos amigos, y, quizás lo más intangible: sentirse dentro de una gran familia política con la que se sintoniza y uno se siente arropado.
Ese fue el espíritu que nos movió a organizarlo hace 35 años.
Yo había visto esta fiesta en Caracas. Allí Acción Democrática y Copei celebraban su fiesta anual en el Parque de los Caobos con estos mismos elementos. Y al día siguiente los comentaristas políticos ponían el termómetro en el partido que se había reunido la víspera a la vez que comentaban lo dicho por los líderes de estos dos partidos.
Esa idea la ví desarrollada posteriormente, más politizada, en el Partido Comunista italiano y en el Partido Comunista francés. Y me pregunté el por que no hacíamos nosotros algo parecido aquí. Y lo propuse en el BBB del que formaba parte. A Txomin Saratxaga, encargado de organización le gustó la idea y me dijo que era factible y que el mejor lugar, simbólicamente hablando, era San Miguel de Aralar, patrón del PNV.
Aprobado en el BBB la elevé al EBB presidido por Carlos Garaikoetxea que asumió la iniciativa. Pero la idea no le gustó a Juan de Ajuriaguerra. Me llamó a su despacho de la calle Dr. Areilza para hacérmelo saber. «Son momentos de unión de todas las fuerzas, partidos y sindicatos. No vamos a ir nosotros por nuestra cuenta» me dijo. Es feo y rompe la defensa colectiva de lo que estamos pidiendo ahora que es la amnistía y el estatuto». «D. Juan le dije, eso no es óbice para que celebremos nuestras propias concentraciones que no van contra nadie porque además en las otras ponemos nosotros la gente y ellos la pancarta». «Pues no estoy de acuerdo» me replicó.
Contradecirle a Ajuriaguerra en aquel momento no era fácil por lo que no se de donde me salió repetir algo que siempre él nos había dicho. «D. Juan, usted siempre nos dice que en el partido mandan los burukides y usted es diputado. Déjeme demostrarle que ésto irá bien». Me miró fijamente y contestó: «Haced lo que queráis». Salí de su pequeña oficina de ingeniería y venta de ventanas temblando.
Menos mal que al frente de la organización en Bizkaia estaba Txomin Saratxaga que movilizó Roma con Santiago y a mi me tocó desde el Euzkadi y la cartelería mover al personal. Y a esperar. La víspera dormí en Opakua.
Aquel domingo de setiembre en Aralar se marcó un hito. El lugar, se demostró con la experiencia, que no era el más adecuado ya que no tenía buenos accesos. Y es que a la tarde todavía seguían llegando jelkides como peregrinos a aquel lugar sagrado donde los viejos gudaris se reencontraban y veían con compañeros de fatigas, gentes que habían trabajado en la clandestinidad y habían estado en la cárcel se abrazaban en lugar público, abierto, sin miedo y en libertad. En la tarima, los invitados con Don Manuel de Irujo, el paseo de los Consejos Regionales, el EBB, las extraterritoriales, las organizaciones municipales y tanta gente que se veía y no creía que fulano de tal estaba también en esa misma sintonía de onda. Fue increíble. Un puntazo. Muchos decían que tras aquel Alderdi Eguna, podían morir tranquilos. Habían visto por fin la luz al final del negro túnel de la dictadura.
Al bajar, Ajuriaguerra tuvo el detalle de decirme escuetamente: «Tenías razón». En eso quedó todo.
El éxito de la concentración fue el motor para las siguientes grandes reuniones. Aixerrota, Olarizu, Itziar, Aiegi hasta encontrar la actual ubicación de Foronda cuyos terrenos se adquirieron para tener un lugar propio no expuesto a los cambios municipales en una Euzkadi con muy poco espacio plano.
Esa es la historia del Alderdi Eguna.
35 años después sigue como Johnny Walker, tan campante. Y hoy, como hace 35 años, será todo un éxito.