Los eligieron cuidadosamente y los mataron como escarmiento

Martes 9 de octubre de 2012

El adelantamiento electoral ha impedido recordar un hecho de singular importancia acaecido hace 75 años y que debería ser un símbolo perenne de lo que fue aquella barbarie. De hecho, el gobierno vasco en el exilio, lo eligió como fecha especial para recordar con ella a todos los gudaris y milicianos muertos defendiendo Euzkadi. El día del Gudari es el del que hablo aquí y no el que organizala I.A. Losgudaris fueron los del 36 y no los miembros de ETA.

Aprovechando esta efemérides y como relaté en un artículo publicado en Deia este pasado mes de agosto, Txomin Saratxaga y los herederos de Ramón de Galarza «Ruidos» querían presentar la reedición del libro de aquel capitán del ejército vasco, «Diario de un Gudari condenado a Muerte». Tenían todo listo, pero la campaña ha pospuesto la iniciativa. Hacerlo hubiera parecido el vuelo de un mosquito en un concierto de violines, y sin embargo lo ocurrido hace 75 años va en el ADN de un partido humanista como el del PNV, que tiene sus referencias en gentes que murieron defendiendo Euzkadi, como fue lo ocurrido en aquella guerra desigual, criminal e injusta que destrozó no solo a un país, sino a dos generaciones a las que condenó al hambre, a la persecución, a la ruptura familiar, a la injusticia y al expolio. Y eso, aunque se quiera olvidar o tapar, ocurrió y sigue pesando en nuestro diario acontecer. Todo esto lo basaban en los valores que marcaron una generación de jóvenes jelkides: entrega política, moral cristiana, patriotismo respetuoso, disciplina y religiosidad.

Es el secreto del libro de Ramón de Galarza. Hechos, situaciones límite, heroísmo, ternura, odio, persecución, abyección, entrega, resignación, humor, nobleza, abertzalismo, religión, liderazgo, futuro. Todo esto y más lo hemos leído en esta publicación tan singular y tan importante como fotografía en sepia de una generación de la que él fue uno de sus paradigmas.

Ramón Galarza, salvó su vida de chiripa. No así Ramon Azkue, jefe de Euzko Gudarostea, que eran las milicias del PNV. Había nacido enLa Habana, y fue hermano de Dña Teresa Azkue presidenta de Emakume Abertzale Batza. Al proclamarsela Repúblicael 14 de abril de 1931 junto a Jesús de Solaun, colocó la ikurriña en el balcón del ayuntamiento de Arrankudiaga. Burukide del Bizkai Buru Batzar entre 1933 y 1935, era el enlace con la que entonces la llamaban Soli en temas agrícolas, sin dejar de ocuparse de asuntos internos como adaptar los estatutos del partido a la nueva realidad. Estallada la guerra y dada su capacidad de organización le encargaron formar las milicias del PNV que en agosto de 1936 y en Artxanda organizaron una demostración de fuerza ante el gobernador Echeverría Novoa. Diez mil jóvenes vestidos de mendigoizales con Azkue y Lauaxeta al frente dijeron con su gesto: “Aquí estamos para defender Euzkadi”.

Un compañero de Azkue me entregó en 1977 su semblanza. Aquella generación tenía dos certezas en su vida por las que vivir y luchar: Euzkadi y Jaungoikoa. Y estas dos certezas les daba sentido a su vida. Sus cartas de despedida, son impresionantes.

“Azkue era de un carácter sosegado y apacible –me contaba-. Todo en él irradiaba bondad y simpatía de arriba a abajo. Ramón era risueño y jovial, y en los momentos difíciles, que fueron muchos los que tuvimos que soportar, jamás parecía irritado y descompuesto. Era admirable, pues es muy difícil en algunos trances guardar la compostura. En una palabra, sus cualidades personales no parecían las más adecuadas para un cargo cuya misión era hacer la guerra. Por eso no era de extrañar que dentro de las filas de los batallones de Euzko Gudaroztea le quisieran todos: gudaris y oficiales. Pero lo más sorprendente era que al mismo tiempo se le respetase y obedeciese sin reservas.

“Caído Bilbao, estábamos ya cercados en Laredo y Santoña y nuestra situación militar era insostenible. El fin se preveía inminente y oneroso para nuestras fuerzas si no tenían éxitos nuestros intentos para salvar por mar nuestro ejército.

“Era el 15 de Agosto de 1937 festividad dela Virgende Begoña. Con este motivo se celebró una Misa en Gudaroztea en Laredo, oficiada por un capellán de nuestros batallones. A la salida y según íbamos a desayunar, charlando entre bromas y veras me pregunta: «¿Qué has pedido hoy enla Comunión»? Le miro sonriendo unos instantes y le devuelvo la pregunta. “¿Y tú?” Entonces él, poniéndose serio y perdiéndose su mirada en la lejanía, me responde: «Mira, hoy he pedido a Dios que cuando me vayan a fusilar no me tiemblen las piernas; que pueda gritar con voz vibrante ¡Gora Euzkadi Azkatuta!, y dar la voz de ¡Fuego!”.

“Quedé impresionado por la sencillez y naturalidad con que lo dijo. Caminamos en silencio… ¡Quién habría pensado en aquel momento que estaba descubriendo exactamente cómo iba a desarrollarse el dramático fin de su vida! ¿Era presentimiento intuitivo?”

Ramón de Galarza lo cuenta en su libro. Sucedió hace ahora setenta y cinco años.

“15, octubre 1937

“Han tocado diana media hora más tarde de lo corriente. Se olfatea algo anormal. Más seriedad en los guardianes, más disciplina. ¿Qué ocurre?

“¡Dios mío! Han fusilado 14 hombres. Se ve, además, que han sido bien buscados: ¡Qué selección han hecho! : Azkue, López Otamendi, Markiegi, Ibarbia, Markaida y Zabala

Dos miembros del Consejo del Partido Nacionalista Vasco

Dos miembros del Ejercito Vasco pertenecientes al P.N.V.

Dos miembros de Solidaridad de Trabajadores Vascos

Dos miembros del Partido Republicano

Dos miembros del Partido Socialista

Dos miembros del Partido Comunista

Dos miembros dela C.N.T.

“Un mazazo en pleno cuello no produce más efecto. Nos deja anonadados. Parecemos una banda de sonámbulos. Comentamos.

“Hay en esto, además, una sombra, una nube negra de tragedia. ¡Dos de cada grupo, de cada partido!. Es una forma de cebarse, de sadismo, de inquisición. Parece que nos dicen:

“¡Esto es una advertencia, podéis prepararos!

“Han muerto como héroes. Azkue, organizador jefe de Eusko Gudarostea (Ejército vasco) ha dicho en los últimos momentos:

“¡Ahora nos veremos ante el verdadero juez!

“Los catorce murieron con valentía. ¿Quién les condenó? Un juez cómodamente sentado en un sillón y probablemente haciendo una buena digestión, que ni siquiera se fijó en ellos a la hora de dictar la sentencia y que se quedó tan campante después de haber jugado con vidas humanas.

“Crisis de la caridad”, que diría nuestro gran Lehendakari, José Antonio de Aguirre. “La Religiónde Cristo es una Religión de Amor. Por lo mismo esos no son cristianos… los cristianos somos nosotros, nuestra postura es la postura cristiana”, que diría Ajuriaguerra acompañando en capilla al doctor Arenillas, autoridad de Sanidad en el Gobierno de Euzkadi.

“Como buen cristiano, aquella misma noche el juez no dejaría de hacer sus oraciones, de rezar una Salve ala Virgendel Pilar y entre los brazos de su esposa roncaría plácidamente.

“Al día siguiente, en Deba, recibiría Maritxu la esposa de Markiegi, el alcalde,  la carta y que comienza:

“Dentro de pocas horas voy al cielo con la absoluta seguridad de que Dios me recibirá”…

“Y mientras el juez dormía junto a su esposa, ella, Maritxu, para siempre quedaría sola.

“¡Que Dios les perdone!…” dijo Markiegi.

Como dice Galarza, mataron a Azkue, al alcalde de Deba, Markiegi y a una doble representación de cada sindicato y de cada partido. Con buen criterio el 15 de octubre de 1964 el PNV lo instituyó internamente como su “Gudari Eguna” para ser luego asumido por el Gobierno Vasco en el exilio presidido por el Lehendakari Leizaola. Este 15 de octubre, el lehendakari Patxi López, aunque no fuera más que por los dos milicianos socialistas que fusilaron junto a republicanos, nacionalistas y sindicalistas, debería guardar aunque sea un minuto de silencio o poner unas flores en el monumento al Gudari o recordar en un comunicado que hace 75 años, un ejército sublevado asesinó a un ramillete de jóvenes vascos elegidos cuidadosamente como escarmiento. Imagínense si un hecho así hubiera ocurrido con catorce ingleses. Sabríamos sus nombres, conoceríamos sus biografías, habríamos visto diez películas, se abrirían los informativos, los ayuntamientos donde nacieron inaugurarían una calle o una plaza, en las escuelas se explicaría lo que fue aquel asesinato colectivo y hastala Reina Isabelbajaría la cabeza en la ceremonia oficial y el obispo de Canterbury en Westminster pediría que una barbaridad de esa dimensión no volviera a ocurrir. Pero nada de esto se hará aquí. Siendo como es parte de la identidad de un pueblo.

Como cuenta Galarza en su diario, quisieron dar un escarmiento. No lo lograron, pero sus herederos no hemos estado a la altura de su recuerdo. ¡Qué pena!.

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