Que sigan insultando a los Catalanes

Domingo 21 de julio de 2013

870.13Le ocurrió a Carod Rovira a cuenta de su entrevista en Perpiñán con Josu Ternera. La campaña de Aznar fue tan brutal que de un diputado, Esquerra pasó a ocho en el Congreso. Y ahora este Gafo puede darle vitaminas a una realidad.

Y es que el mundo oficial español no traga la personalidad catalana. Nada menos que un diplomático transversal (estuvo con Zapatero en La Moncloa) y está ahora con Espinosa de los Monteros en la Marca España reacciona ante una rechifla escribiendo aquello en twitter: «catalanes de mierda, no se merecen nada». Ese fue el primer instinto del jefe de Protocolo de apellido tan expresivo como Gafo ante la silbada. El tercero fue anunciar su dimisión.

Ya le pasó al director de la Vanguardia Española en el año sesenta. Tras asistir a una misa con homilía en catalán también dijo aquello de: «Todos los catalanes son una mierda». Fue destituido por Franco el 5 de febrero de 1960.

¿Qué hay de común entre Gafo y Galinsoga? Que los dos expresan lo que muchos españoles sienten. Y eso es lo grave de la cuestión. Y lo que lleva a la ruptura total.

5 comentarios en «Que sigan insultando a los Catalanes»

  1. ¡Que no, Senador, que no!

    El impresentable de Caro Rovira debió ser encausado por delito de traición tras su repugnante acuerdo con ETA para que la banda terrorista dejara de atentar en Cataluña a cambio de…lo que nunca ha explicado claramente. No es admisible que el Presidente en funciones de mi comunidad autónoma se reuniera en Perpiñán con un cabeciilla etarra para tamaña indignidad.
    Ello no es sorprendente viniendo de una formación política golpista, como lo fue la ERC de 1934 contra la legalidad republicana.

  2. ¡Que no, Senador, que no!

    Lo qjue usted llama con desdén «el mundo oficial» español valora positivsmente, aprecia, acoge y fomenta los mejores rasgos de nuestro modo de ser, como ha puesto de manifiesto tantas y tantas veces. Le pongo un ejemplo. El anciano y lúcido Josep Tarradellas, escarmentado de algunas de sus beleidades de los años 30 tras pasar por el purgatorio del exilio, fue acogido con respeto y tratado con dignidad, por su clara visión de lo que convenía a nuestra convivencia. Recuerde sus primeras y realistas frases desde el balcón de la plaza de San Jaime a su regreso: «¿Ciutadanss de Catalunya, ja soc aquí!» Tarradellas invocó, sabia y prudentemente a las personas por su condición de ciudadanos, no por su adscripción territorial, no por ningún rasgo sectario.
    Pujol, con otro proyecto político diferente y peor que el del viejo Tarradellas, arruinó aquel buen comienzo como arruinó muchas otras cosas, salvo el patrimonio de su clan familiar que se ha multiplicado escandalosamente en sus largas décadas de control del poder autonómico por vía clientelar.

  3. ¡Que no, Senador, que no!

    El crecimiento de ERC tiene otras claves de explicación que pasan por el adoctrinamiento escolar a través de la enseñanza pública, algo indecente en una sociedad democrática, y las técnicas goebbelinanas de iteración de las mentiras y y falsedades sobre el pasado histórico, vertidas machaconamente a todas horas por los medios públicos, controlados por el nacionalismo cuatribarrado cuasi completamente. Esa política sectaria desarrollada por CiU ha resultado, al fin, más provechosa para ERC que para la propia CiU, en términos de captación de voto.
    La ciudadanía de Cataluña está asqueada de la mayoría de sus políticos como evidenció en el referendo del Estatuto de la Discordia, que no logró acercar a las urnas NI AL 50 % DEL CUERPO ELECTORAL.
    Un insulto a la ciudadanía – y no sólo a la de Cataluña- es tratar de hacer pasar por un éxito democrático, aquel bochornoso espectáculo de la elaboración de un nuevo
    Estatuto que casi nadie pedía y el rotundo fracaso del refereondo con que la ciudadanía de Cataluña dió la espalda a las ambiciones de la clase política que nos mal gobierna.

  4. ¡Que no, Senador, que no!

    Que somos muchos los ciudadanos de Cataluña que estamos hasta más arriba de la coronilla de que el nacionalismo cuatribarrado usurpe la representación política de toda la ciudadanía. y pretenda imponernos lo que no queremos.
    Fue el zorro de Pujol el que pervirtió el lenguaje con su «Nosaltres el catalans…» Y pocos le plantaron cara a ese abussivo uso del lenguaje recordándole lo que es una obviedad, que los catalanes somos de muchos y muy variados pelajes políticos, y que los no nacionalistas no tragamos con sus pretensiones, ni con que arropándose en la bandera, haya metido a sus zorritos a hacer estragos en ell gallinero. No es la «patria», es la caja, lo que les mueve. No es el bienestar de la colectividad, es el volumen de sus indecentes negocios lo que vienen persiguiendo.

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