EpC: ¡Volvamos al trueque!

En la escuela, con la escusa de enseñarnos Historia, nos meten en la cabeza infinidad de ideas nada inocentes que presentan nuestra época presente como la cúspide del desarrollo humano para que pensemos en el pasado, no sólo como atrás en el tiempo, que también atrasado en su capacidad para resolver los milenarios problemas de la humanidad, sin percatarse de que, de no haberlos solventado satisfactoriamente en su momento, no estaríamos aquí en complaciente jactancia, especie de Argumento Antrópico que tomo prestado de la Cosmología para entender la Historia como es debido y no como nos la cuentan.

En esta ascendente evolución, se nos dice que la economía de subsistencia es propia de sociedades primitivas donde el trueque era el único modo que tenían de intercambiar sus productos. Aparte de falso – hace tiempo que está demostrado el comercio a larga distancia como las rutas del ámbar por Centro-Europa desde el Báltico hasta Mesopotamia, del estaño por todo el mediterráneo, aún las islas Británicas y de la sal por Centro-África, además de utilizar toda suerte de chismes como moneda – es tendencioso, por transmitir la idea de que dependemos del dinero para adquirir bienes y servicios en nuestra sociedad Moderna Post-industrial, lo que nos obliga a trabajar mucho más de lo que lo hacían aquellos hombres primitivos que infantilmente asociamos con los Picapiedra de los que altaneramente nos enseñan a compadecernos porque no tenían televisión; Sin embargo, no dedicaban más de cinco o seis horas diarias a procurarse lo básico para su existencia, dato que por si sólo merece le dediquemos un instante de reflexión a la cuestión, de si no estaremos despreciando muy a la ligera alguna de aquellas primeras fórmulas que de niños se nos enseñó como propias de gentes subdesarrolladas que carecían de las matemáticas elementales para poder realizar transacciones basadas en la moneda, pues quien sabe si ni las necesitaban por no depender para su subsistencia de las elites de un Estado que primero la emitiera, para luego atesorarla y finalmente a todos tenernos a su merced, por contar todos por igual con el valor más preciado de la existencia, cuál es, el tiempo que cada amanecer Dios renueva por si se nos había agotado, sin que ello suponga un repunte de la inflación y el consiguiente recorte en nuestra riqueza natural.

Con todo, reconozco en lo que vale, el desarrollo de ciertas herramientas económicas que han surgido al paso de las dificultades propias de una sociedad compleja, como es la invención de la moneda por los lidios, del papel moneda por los chinos, de las letras de cambio por los templarios, el dinero de plástico, los patrones plata u oro, la moneda refugio y hasta la idea centroeuropea del banco. Negarle mérito a todos estos pasos de hominización sería tan injusto como despreciar cualquiera de los pasos anteriores por ser anteriores, sin atender qué potenciales virtudes todavía podrían ofrecernos para alguno de los problemas que ya entonces resolvieron y que todavía siguen afectándonos.

El trueque, apareció como solución espontánea en un momento en el que aún no existía el dinero o al menos con la abundancia suficiente como para basar en él las transacciones comerciales incipientes y hasta me atrevería a afirmar que apareció antes de que la agricultura y la ganadería permitiera el intercambio de excedentes. Tal y como van los acontecimientos, con tasas de paro en toda Europa que los expertos vaticinan afectarán directamente a un tercio de la población de manera perenne, otro tercio tendrá sueldos muy por debajo de los salarios que hoy conocemos y el tercio restante, o sea, los verdaderos ciudadanos libres, verán reducido el mercado en el que puedan interactuar precisamente al tercio de sus iguales, dado que, por un lado habrá personas sin dinero para comprar y otros que no podrán vender lo que tienen porque nadie se lo puede comprar…vuelve con fuerza en el horizonte inmediato la figura del trueque como modo de intercambiar bienes y servicios.

El concepto de trueque, supone que tienes algo que ofrecer a cambio de lo que pretendes. Como acabo de decir, cada vez hay más gente sin dinero y cada vez menos gente con más dinero. Sin embargo, todos ellos cuentan con el mismo tiempo que antes, sino más y con capacidad de ofrecer servicios a cambio de otros servicios o bienes. Es una buena forma de aprovechar la crisis para aprender a no depender tanto del dinero y en consecuencia ser un poco más libres de lo que lo hemos sido atrapados en el Matrix financiero cuyos valores heterónomos han regido nuestras vidas hasta convertirnos en esclavos libres de su obediencia sin aspiración alguna a la rebeldía.

Así, os animo a todos, tengáis o no necesidad, a recuperar el trueque como forma de intercambiar vuestro tiempo personal, auténtica fuente de la verdadera economía humana, con familiares, amigos, vecinos o ciudadanos anónimos, a quienes os podéis ofrecer gratis para cortar el pelo, cuidar a los niños, dar clases particulares, hacer las tareas del hogar…a cambio de que os dejen el coche los fines de semana, que os pinten la casa, comer de menú del día en su restaurante, etc. Puede sorprender un poco al principio, pero este mercado de servicios ya está funcionando a nivel inmobiliario internacional para el intercambio temporal de casas entre personas que desean viajar sin tener que dejarse un duro en hotel ni camping y me consta que hay una red de restaurantes que dan un plato de comida a cambio de, por ejemplo, repartir su publicidad a quienes todavía se pueden permitir pagar por comer.

Tu banco. Y cada vez el de más gente

Mira que los muy canallas lo llevaban anunciando con todo descaro y nosotros sin hacerles el menor caso. Porque, al ritmo que vamos de embargos, desahucios y sumarísimos desalojos, dentro de poco, las familias españolas se pelearán por hacerse un huequecito en aquel famoso banco, en el que Carpanta los veranos se alegraba de sólo pasar hambre.

Ahora que los ejecutables miembros del TC merecedores de pdm a domicilio, han declarado “no fundamental” el derecho a una vivienda digna en España, cosa más acorde con el “ser” permitido, consentido y favorecido por los famosos tecnócratas que no paran de ir y venir de las empresas privadas a los cargos públicos y del cargo público a los puestos de confianza en las juntas de administración de las corporaciones a las que han favorecido a través de la puerta giratoria en que se han convertido los distintos gobiernos democráticos, que con el “deber ser” que establece la Constitución, los bancos empiezan a cotizar al alza entre la población como último reducto de lo que nuestro bien amado Rouco Varela denominaría humilde hogar de la familia Tradicional.

Pero los expertos en diseño de mobiliario urbano, auténticos vanguardistas de la hipócrita moralidad reinante, hace tiempo que tomaron medidas disuasorias para evitar que el fenómeno bancario se extendiese por el centro de nuestras ciudades, haciendo de los asientos públicos todo un arte de tortura para evitar en lo `posible la postura horizontal tan grata a los antiguos vagos y maleantes y los nuevos pobres, a quienes se les ha arrimado el flaco en la denominada lotería social del capitalismo que tiene la gracia de tocar siempre a los mismos, aun cuando no jueguen, ni tengan participación alguna en la rueda del infortunio que les ha de pasar por encima para hundirlos aún más en el fango. Con la escusa de la innovación estética, nuevos modelos ondulantes con hendiduras e inclinaciones que posibilitan cierto descanso sentados – tampoco demasiado – pero no un sueñecillo, han ido sustituyendo casi sin darnos cuenta, a aquellos magníficos ejemplares confeccionados a base de listones de madera con amplios respaldos y largo recorrido que permitían echar la siesta a la sombra de los plátanos en cualquier parque o plaza por deporte nacional o dormir al raso la borrachera las noches de romería si fuera necesario, confiriéndole una odiosa utilidad oculta a aquella apuesta de la Bauhaus por dotar de imaginación a lo que hasta entonces parecían sólo muebles destinados a su primordial función utilitaria, cuál es: la de ahuyentar a los indigentes y mendigos de sus inmediaciones, característica que desde siempre había ayudado a diferenciar por el contexto la posible confusión a la que da pie la polisemia y que sin embargo, ahora, tanto el Banco donde se secuestra nuestra riqueza como el banco donde podrían aparcarse nuestras vidas, se verán libres de esos indeseables fracasados que tan mala imagen dan a las entidades financieras y a la propia ciudad respectivamente, pues igual de feo es ver a pordioseros pidiendo a las afueras de un Banco como verles tumbados con sus andrajos en los bancos de las aceras.

Como a la gente no le gusta oírme hablar de la necesidad de implantar la Pena de Muerte para delitos económicos que deberían ser denominados crímenes contra la sociedad, como una de las soluciones democráticas apara atajar este problema de que haya familias sin hogar que no disponga de dónde pasar la noche por culpa de las ejecuciones hipotecarias de su primera vivienda, estas sí aplaudidas por nuestros hijos de Buda togados a los que me gustaría Dios les acogiera pronto en su Gloria, permítanme entonces reírme desde el banquillo de los absueltos, de la ironía de que siendo el banco el que les deja sin hogar, sea precisamente un banco su futuro y cada vez el de más gente.

Publicidad telefónica

Dicen los periódicos que el beneficio de Telefónica durante el primer semestre del 2011 ha ascendido a 3.162 Millones de euros, matizando que es un 16,3% menos de lo obtenido por la compañía en el mismo periodo del año anterior ¡Qué pena! ¡Habrá que hacer una colecta!

A parte del lloriqueo apuntado, hoy no deseo ocuparme en especial de la simpática Timofónica, sino de esa práctica molesta que nos interrumpe la comida familiar, la siesta vespertina, la película al final, el paseo con los niños, esos momentos románticos con la pareja y que casi nunca coinciden cuando estamos en el retrete o trabajando que ya tienen órdenes bien tajantes de en qué horario han de efectuar tan odiosas llamadas las puñeteras operadoras de telefonía para con su voz melosa preguntarnos de buenas a primeras todos nuestros datos personales jugando con el factor sorpresa y la baza de una población muy sumisa que en lugar de mandarles a tomar por el recto correcto, les dan gratuitamente todo tipo de explicaciones como quién es el titular del aparato, cuánto consume de media al mes, con quien tiene el contrato, a qué personas realiza más llamadas y un largo etcétera que hace innecesaria entre nosotros la GESTAPO.

En “Marque el cero” ya describí como devolverles la descortesía de atender nuestras demandas clientelares por medio de máquinas y contestadores automáticos de los que se abstienen emplear a la hora de darnos la lata; Hoy toca exponer al público el derecho que nos asiste a ser nosotros quienes les llamemos a los teléfonos gratuitos de las compañías de telefonía para vender nuestros productos, o sea, quien tenga una zapatería, zapatos, quien sea frutero, fruta y quien por desgracia trabaje para otro puede probar a efectuar un rastrillo multimedia con todo lo que le sobre en el desván. El caso es que, si ellos nos molestan durante nuestra vida cotidiana para ofertarnos sus indeseables servicios y vendernos sus promociones de última hora, nosotros no tenemos por qué cortarnos un pelo en hacer lo propio con nuestros libros, clases particulares, menús del día…

Sólo la gente tonta o reprimida puede ver en esto una gamberrada. Nada más lejos de la realidad; se trataría de una acción sumamente pedagógica que daría una lección a los expertos en ventas y nos evitará en el futuro inmediato que los secuestradores de la Democracia – entiéndase Partidos con listas cerradas – para pedirnos el voto durante las elecciones imiten a los canallas que no contentos con cobrarnos las tarifas más caras de la UE pretenden robarnos por el oído el poco tiempo de ocio del que disponemos para los amigos, los hijos, pareja y el propio yo, que en mi caso como es múltiple ni les cuento lo que padece esta técnica de tortura programada para sonsacarte la preciada información que no consiguen en la protección de datos y el cubo de la basura que para algo se han colocado los contenedores de papel y cartón.

Por supuesto, las personas que equivocadamente crean no tener nada que ofrecer a las indeseables compañías de telefonía o que por su carácter no se les dé muy bien introducirse en el rol de comercial de su propia causa, pueden también trabajar a la inversa, es decir: pueden demandar servicios distintos a los que les ofrece el operador latoso cuando le llama. Así, si le pillan alguien aburrido de la vida en su casa, puede aprovechar la llamada del enemigo para hacer unas risas o si está deprimida y sola en el domicilio, para charlar por charlar como haría en un diván del psicólogo e incluso tener sexo telefónico sin necesidad de llamar a un número de esos que te llevan a la ruina por ponerte cachondo.

Información sobre atracos a bancos

http://www.youtube.com/watch?v=d8UQfNrfiiU&feature=fvst

Las simpatías por los atracadores de bancos, parecen transmitirse socialmente durante la tierna infancia a través de juegos tan formativos como “polis y cacos” o “el escondite” donde todos bien sabemos que preferimos escondernos a buscar y escapar a ser capturados. Huelga explicar como la industria del cine en su función aleccionadora asignada por la consigna de combatir nuestro indómito espíritu de resistencia, se sirve de todo tipo de artimañas para minar subliminalmente el íntimo amor hacia la rebeldía que todo ser humano lleva dentro. Por poner un ejemplo de lo que hablo, ahí están esas películas cuyo tema central es la comisión de un atraco perfecto: Lo primero que se le presenta al público, es que atracar una entidad bancaria es sumamente difícil, costoso, requiere de gran destreza, habilidad técnica y mucha gente. Lo siguiente que se pone delante de las narices de los ingenuos espectadores, es que la planificación del atraco es perfecta e impecable, para acto seguido ¡chof! siempre cazan al ladrón con quien ¡No lo duden! van nuestras simpatías y tremendas ganas de resarcimiento. Cuando al Director le da algo de vergüenza someter a tan amargo trago a sus fieles seguidores de su arte, entonces, aparece un agridulce empate final emocional, es decir, el botín se pierde, pero los cacos salen bien parados.

Pues bien, así como el cine procura respetar al máximo el código de conducta moralizante gubernamental antes de rendir cuentas en taquilla, he detectado que también existe un oculto manual de instrucciones empleado por los medios de comunicación a la hora de informar sobre atracos a entidades bancarias: Los atracos de los que más informan prensa, radio y televisión, son precisamente aquellos que acaban con la detención del ladrón para desanimar a cuantos se lo estuvieran pensando; Los siguientes atracos de los que más noticias tenemos, son los que han supuesto delitos de sangre en su perpetración para con ello contrarrestar el conocido “Efecto Robin Hood” y las simpatías que estos sucesos despiertan en la ciudadanía; A consecuencia de lo anterior, sólo se habla de atracadores que, o bien son capturados para su descrédito personal o bien se les puede endosar delitos de sangre para espantar a seguidores potenciales. Por eso nunca oímos hablar de atracos que han salido bien, ni de atracadores que llevan lustros redistribuyendo los beneficios de forma inmaculada, auténticos Superhéroes de nuestro tiempo.

Tan menesteroso alarde manipulador de contingencia social, se vería mejor empleado en mitigar los motivos que lo hacen preciso. En principio, nuestras mentes abrazan como bueno el Mandamiento ¡No robarás! al que otorgamos valor absoluto sin cuestionarnos qué es robar y cuándo acontece un robo. Muy mal entonces se debe haber administrado esta ventaja axiológica por parte de la autoridad para que la población albergue sentimientos favorables tan extraños y antagónicos a su fundamental y más básica escala de valores grabada a fuego en la memoria desde la niñez como para que hayan cristalizado en el conocido refrán de “A quien robe a un ladrón, cien años de perdón”.

El problema de tan engañoso proceder radica en que, tarde o temprano, las cabezas despiertas empiezan a percatarse de lo que sucede y así como aprendieron a leer la Biblia en clave negativa traduciendo todas las llamadas a respetar la Ley, no como propias de un Israel piadoso, sino como síntoma de todo lo contrario, o sea de la continua traición y alejamiento de las mismas de su parte, ahora empiezan a cuestionarse hasta qué punto, atracar un banco, no sea un imperativo social para una vanguardia moral consciente del autoatraco perpetrado por la misma banca, que ha desactivado todas las alarmas gubernamentales sobornando a los garantes de la democracia, antes de hacer un butrón que da directamente a las arcas del Estado, saqueando todo el tesoro y escapar con nuestros muebles e inmuebles de rehenes, con los que a diario nos chantajea y para colmo pide colosal rescate…cuya secuencia se nos ofrece en el Tontodiario bajo el eufemismo de Economía.

El im-pacto del Euro

La imagen vale más que mil palabras, aunque sus palabras en este caso, ciertamente no lleguen a mil…Sobre el asunto, les contaré un chiste que se me ocurrió hace algunos años y que dice así:
Un niño extiende la mano para que su padre le de la paga y cuando recibe una monedita de un euro, va y le dice:
-Niño: ¡Papá! ¿Porqué cada vez trabajas más y ganas menos?
A lo que el padre le responde:
-Padrer: Por el mismo motivo que tú, cada vez gastas más y compras menos.