La política (entiéndase en el mal sentido, como se concibe el marketing, por ejemplo, en el mundo del arte, algo impuro que viene a menoscabarlo todo) es la acusación perfecta contra cualquier actividad pública o privada digna de ser denostada. Es como si se nos exigiera, para que un acto u opinión sea bien considerado, prescindir de todo pensamiento ideológico y las personas fuéramos radicalmente duales: no-políticos, es decir, en estado de racionalidad; y políticos, cuando somos irracionales y perdemos el alma por el pecado de nuestras ideas. Tengo para mí que el odio manifiesto a la política es, como el Valle de los Caídos, una de las muchas secuelas del franquismo.
“La oposición a que regrese la Vuelta a España a las calles de Euskadi es política y no obedece a consideraciones deportivas”, se ha dicho desde determinadas instituciones, políticas, naturalmente. Aquí es donde la actitud antipolítica llega al paroxismo: cuando una opinión de rechazo a una iniciativa deportiva se descalifica por política, aunque el hecho de su celebración sea igualmente política, pues tiene el apoyo activo de las instituciones. Quiere esto decir que, según los denostadores oficiales, las decisiones tomadas desde los gobiernos son políticas-buenas; pero las réplicas de la oposición son políticas-malas e intrínsecamente perversas. Con semejante pedagogía democrática es difícil que un país respire bien su libertad y no termine por ahogarse en su falta de oxígeno.
Repasemos la cuestión como si fuera una ronda por etapas.
Primera etapa: ¿La decisión de que la Vuelta a España 2011 pasara por Euskadi tuvo el impulso político del Gobierno de López? Claro que sí y se inscribía dentro de la estrategia simbólica (la llamada normalidad) del pacto PSE+PP y sus afanes antinacionalistas. Siendo esto así no sé a qué viene la escandalera por el hecho de que grupos y asociaciones abertzales, con sus argumentos políticos, tan legítimos como sus contrarios, se posicionen frente al paso de la Vuelta a España por Bilbao, Vitoria y otros municipios vascos. Si la iniciativa es política, ¿qué argumento superior deslegitima una respuesta política de signo opuesto? En la batalla de los símbolos (porque esta es la cuestión central) no hay más razón que el puro exhibicionismo y los riesgos son de quienes convocan la reyerta y las oportunidades pertenecen a los opositores. De modo que, ya les anticipo, las etapas vascas de la Vuelta van a dar mucho juego… político. Y de que tal cosa se anime se encargarán unos (El Correo Español, ETB y el Gobierno de López) y otros (las entidades abertzales). Qué gran oportunidad para los saboteadores de ambos bandos y los constructores de trincheras.
Segunda etapa: ¿Es bueno o malo para Euskadi que la Vuelta 2011 transcurra por nuestro suelo patrio? Para los impulsores del evento, seguro que la lista de beneficios (económicos y políticos, además de los deportivos) es larga y positiva, mientras que para los antagonistas en este sainete político-deportivo Euskadi pierde por todas las esquinas: las subvenciones dadas, la identificación de Euskalherria como parte del solar español, la presencia de la Guardia Civil en nuestras carreteras (como si no viéramos cada día a los verdes cada día por aquí) y las molestias en el tráfico normal. Supongo que las dos partes tienen razón, de manera que los beneficios y los maleficios se equilibran. Cada uno verá en la cuenta general lo que más le interese. Mi opinión es que el tándem López-Basagoiti se colgará la medalla por tan magno acontecimiento y los nacionalistas opositores intentarán, por medios civilizados y no tan civilizados, que el tiro de la Vuelta les salga por la culata a los constitucionalistas. Lo veré desde mi atalaya de indiferencia, cartografiando la guerra de símbolos y gestos políticos que acompañarán al pelotón de ciclistas. Espero, eso sí, que gane Euskaltel para compensar las cosas y consolidar el neto aspecto deportivo del asunto.
Tercera etapa: ¿Hay que apoyar la presencia de la Vuelta a España, una vez que ya la decisión está tomada? Es la opción pragmática. Siendo cierto que la ronda española vuelve a Euskadi por impulso político, vamos a hacer que los efectos sean los más positivos para el país y aprovechar la circunstancia para que Euskaltel se lleve el triunfo final de la prueba. Vamos, pues, a hacernos un poco de publicidad (por favor, no digáis propaganda) y hacernos notar como pueblo diferenciado en cada punto y municipio por donde transcurra la competición ciclista. Vamos a ser un poco inteligentes y convertir la amenaza de la asimilación simbólica en oportunidad para reivindicarnos civilizadamente como nación específica. Aprovechemos nuestras contradicciones para darnos un banquete de realismo. Opto por esta respuesta, “a la vasca”, en la que tenemos mucho más que ganar que perder.
Última etapa: ¿En qué nivel competitivo se sitúa hoy la Vuelta a España? En mi opinión, queda muy por debajo del Tour y el Giro, a la misma distancia que existe, comparativamente, entre la Champion y la Segunda B en fútbol. Es una prueba devaluada. En este contexto, el movimiento de gente en torno de las etapas vascas será mínimo y solo las maniobras de autobús y bocadillo de las autoridades de Lakua podrán activar un poco la participación popular. Creo que Ares teme que haya en las calles más presencia abertzale, a la contra, que aficionados al ciclismo. Tienen miedo López y Basagoiti que ocurra como con la pitada al rey Borbón en la final de baloncesto en el BEC o la rechifla contra el himno español en la final de Copa. Intentarán movilizar a sus bases. ¿Traerán gente de fuera para españolizar la afición?
Para mí, como observador y cuantos estamos de vuelta de estas peripecias, va a ser una gozada ver los afanes de unos y otros por ganar la revuelta, mientras los ciclistas, ajenos a esta historia, intentarán ganar la Vuelta.
Muy buen comentario sobre la vuelta ciclista por España, La exposicion que ha hecho usted, en las diferentes etapas me ha gustado mucho. Soy de la opinion de la tercera etapa, hay que darle la vuelta y aprovechar las circunstancias no queridas pot este pueblo, pero al mismo tiempo sacar un buen resultado del recorrido por las calles de Euskadi, para vender , publicitar, la imagen del pueblo , como nacion Vasca, Si , Ares tiene miedo, que no habra espectadores, es lo que ellos han buscado. Felicidades por el articulo.
Tienes razón. El Correo Español se encargará de que la gente acuda a seguir las etapas que pasan por aquí. Y a lo mejor regala banderitas rojigualdas.
Creó que reclutaran gente de los afiliados del PSE y del PP, de La Rioja, y de Cantabria, principalmente y los traeranen autobuses para animar a la vuelta cuando pase por Euskaid, y si les ofreceran en compensación la banderita rojigualda.
Creó que recultarán gente entre los afiliados del PSE y del PP, de lLa Rioja, Cantabria, y los traeran en autobuses , ofreciendoles en compensacion bocadillos u refrescos con la bandera rojigualda. Asi Ares esárá tranquilo. Que le durara poco esta falsa tranquilidad.
Bien mirado, técnicamente es ilógico que La Vuelta no pase por Euskadi. No creo que haya que darle más vueltas. Es ciclismo.
Sí hay que darle más vueltas si la cosa se hace por una cuestión política. Ahí radica el problema, Marta.
¿Marta? ¿Eres tú o me equivoco de Marta?
Me ha gustado lo de «Es una prueba devaluada». Pienso lo mismo y por eso hemos creado un blog: http://www.devueltaespana.blogspot.com