De repente, el problema de la economía son los ricos. No es el creciente desempleo y el paro juvenil, ni el endeudamiento público y privado o el déficit de las administraciones, ni la levedad competitiva de nuestras empresas y el obsoleto modelo de gestión, ni siquiera las carencias formativas o la miopía estratégica y mucho menos la debacle democrática de los partidos políticos y centrales sindicales. No, la solución está en las grandes fortunas y en cargar sobre ellas un impuesto específico, más punitivo que recaudatorio. El debate sobre los ricos ha irrumpido en la sociedad para mostrar el desconcierto sobre el diagnóstico de la crisis y la dificultad para encontrar salidas a la actual situación, que parece haber degenerado en una búsqueda de culpables a la vieja usanza de las culturas tribales. Si la polémica nos llevara al debate intelectual sobre la riqueza y la pobreza, cómo se generan y de qué forma interactúan, tendría algún sentido y nos ayudaría a entender no sólo el dinamismo de la economía, sino también la compleja naturaleza humana; pero si se trata de una táctica de distracción para reducir la presión y la ira de la comunidad, conviene denunciar el engaño y su oportunismo.
No creo que el problema, en tiempo de crisis o en época de bonanza, sean los ricos, sino que tenemos muchos pobres. El error está en el falso mito de la desigualdad distributiva: si hay pobres es porque hay ricos, y al revés, como si el exceso de unos proviniera de la expoliación de otros y como si las diferencias humanas no tuvieran su origen en la propia naturaleza. Más allá de una común e inviolable dignidad, somos distintos y nacemos con muy dispares capacidades. Riqueza y pobreza no son, simplemente, magnitudes contables y aunque determinadas fortunas derivan de la explotación -como la usurpación de los recursos de los pueblos subdesarrollados por los países opulentos-, la generación de riqueza es un valor que merece el más elevado prestigio porque conlleva la mejora de las condiciones de vida en su entorno.
Más ricos, por favor
Si hay que ser políticamente incorrectos digo que ojalá existieran más personas ricas entre nosotros, mayor número de fortunas productivas y mucha más gente poseída de la facultad de emprender y ganar dinero en abundancia en un ámbito equilibrado y democrático. Cada vez que los seres humanos nos hemos lanzado, en nombre de la justicia, contra la acumulación de riqueza hemos provocado una tragedia y finalmente más miseria de la que existía. El comunismo y el socialismo son la historia de este fracaso, por mucho que estas ideologías totalitarias estuvieran inducidas por buenas intenciones y previamente justificadas por abusos inaceptables. Aún así parece que no hemos interiorizado que extender la riqueza no consiste en socializar la pobreza a base de desacreditar la acción empresarial y de una fiscalidad confiscatoria contra todo el que atesora un patrimonio. Bien entendida, la riqueza tiende a un sistema ponderado entre necesidades y ambiciones y a consolidar su garantía en normas libres y justas.
¿Hay un odio colectivo hacia los ricos? Creo que este sentimiento está alojado en el sustrato de nuestra cultura cristiana y en el discurso reiterado de los preceptos evangélicos que, desde niños, nos han martilleado contra las personas de fortuna; pero son textos históricos y en nada se parece nuestra sociedad a la que conoció Jesucristo, aunque persistan muchas situaciones de injusticia. La dialéctica riqueza-pobreza no tiene tanto sentido entre nosotros como la dialéctica poder-ciudadanía, en la que no está en juego la subsistencia física sino la dignidad y libertad real frente al control de la información y la concentración del poder en pocas manos. No deberían preocuparnos los hombres de fortuna, sino las fuerzas que nos dominan. Ahora a esos poderes se les llama mercados, toda una abstracción de la globalización financiera.
¿Y cómo se manifiesta hoy el odio hacia los ricos? Es un sentimiento difuso, a medio recorrido entre la admiración y el rechazo: el pobre culpa de sus penurias al rico, al mismo tiempo que quisiera ser uno de ellos. Valdrían hoy las certeras palabras de Spinoza en su Ética: “Son quienes más desean la gloria los que más claman acerca del mal uso de ella y la vanidad del mundo. Y esto no es privativo de los ambiciosos, sino común a todos aquellos a quienes la fortuna es adversa y son de ánimo impotente. Pues el avaro, cuando además es pobre, no para de hablar del mal uso de la riqueza y de los vicios de los ricos, no consiguiendo con ello nada más que afligirse y dar pública muestra de su falta de ecuanimidad, no sólo para sobrellevar su propia pobreza sino para soportar la riqueza ajena”. Algo de esta mala emoción corroe a los dirigentes socialistas españoles y vascos, que tratan de redimir sus culpas de pésimos administradores de la crisis con el castigo fiscal a los millonarios. La demagogia vigente es odiar a los ricos, pero envidiarlos: casi todos los que juegan a las loterías tienen voluntad de ser ricos; eso sí, ricos sin esfuerzo ni riesgos, por el dudoso mérito del azar.
El impuesto de los pobres
Me cuesta identificar la categoría de ricos. ¿Qué es una persona rica? ¿Dónde está la frontera cuantitativa? Para mí, ni potentado ni indigente, rico sería todo aquel que compra sin mirar la etiqueta del precio; pero existen muchos millonarios tacaños, como el Scrooge de Dickens. ¿Hablamos de personas físicas o corporativas? Importa más el Banco Santander que la duquesa de Alba: el primero obtuvo el pasado ejercicio unos beneficios de 8.943 millones de euros y la segunda es una anciana propietaria -por herencia- de casonas, palacios y fincas. Sin embargo, Emilio Botín es un rico odiado que da trabajo a miles de personas y la aristócrata es una admirada cigarra improductiva, una diferencia en sentimiento y fortuna que explica hasta qué punto nuestra sociedad no tiene claro cómo entender y juzgar a sus millonarios. Ahora, el pueblo clama por exigirles una limosna, el impuesto de los pobres.
Los franceses, cuyo sentido de la estética roza lo divino, tienen unos millonarios tan singulares que dieciséis de ellos han solicitado al gobierno de Sarkozy “la instauración de una contribución especial” sobre sus dineros. También Warren Buffet, la tercera fortuna del mundo, ha pedido pagar más impuestos, una acción simbólica que enlaza con la tradición filantrópica norteamericana. Pero con estos gestos de apariencia solidaria la economía no va a salir de su profunda depresión. ¿De qué vale incrementar la fiscalidad a los ricos si acto seguido estos ordenan a sus brokers que lancen ataques especulativos sobre los países más frágiles? Tiene el mismo valor hipócrita que la limosna del magnate explotador en la misa de los domingos.
Si yo fuera rico asumiría un sistema tributario progresivo y evitaría el fraude y la evasión fiscal. Pondría mi fortuna al servicio de la economía productiva y donaría una parte de los beneficios a actividades en favor de la sociedad. Querría ganar un poco menos para reinvertir y obtener más reputación y sosiego. No haría ostentación y jamás tendría complejo de mi suerte. Trataría de que el dinero no me cambiara el espíritu y transmitiría a mis hijos la grandeza de la humildad y el trabajo. Aprovecharía al límite todas las ventajas y exenciones que me ofrecieran para fomentar la inversión de mi dinero. No especularía, respetaría las reglas éticas y jamás participaría en hostilidades contra la soberanía financiera de ningún país. Y cumpliendo todo esto, sin carga de culpabilidad alguna, no se me ocurriría la idiotez de pedir un impuesto adicional.
JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ
Consultor de comunicación
http://www.deia.com/2011/09/16/opinion/tribuna-abierta/si-yo-fuera-rico
Muy buen articulo, sobre ete tema tan polemico, que hoy el Consejo de Ministros , ha decido imputar un nuevo tributo sobre el patrimonio,. La reflexion que realiza el autor, explicando lo que haria él, si fuera rico, me ha parecido una gran demostracion de dignidad y cateoria humana.
Rxcelente articulo. Que pena , que no haya mas personas que pienses como usted, en cuanto a como abordar su fortuna.
El lamentable impuesto, que ha decretado hoy el gobierno, es un autentico engaño, solo una maniobra electoral. Creen que engañan a la gente y no.
Con ete tributo, van a conseguir que la clase media desaparezca y solo haya dos clases sociales, la clase alta , que sera muy alta, y la clase baja, que sera baja de solemnidad.
Esto es lo que hace un gobiern socialista. Si gana las elecciones el 20-N el PP, todo el trabajo sucio, de basureros lo han hecho lossocialistas. Estaran como locos de contentos Rajoy y compañia,.
Reitero mis felicitacione por su articulo.
Buen articulo Jose Ramon , cuando no se comparte ,la riqueza se estanca y donde exista riqueza estancada pues la energia no fluye ni transita ,esto posee su explicacion y su impacto tanto espiritual ,como en la salud como en lo material o lo economico ,es posible que detras de la avaricia que coexiste detras de abarcar tanta riqueza ,dinero o poder monetario ignorando a los demas semejantes privandolos incluso del disfrute o de alcanzar la riqueza como forma de existencia ,disfrute o derecho pues logicamente trabaja la oscuridad desde las altas esferas .
Este país no ha entendido nunca a los que tienen más riqueza. Los odia o lo envidia. Es verdad que hay dos clases de ricos: los que la consiguen con esfuerzo y los que la heredan o roban. Vale; pero los ricos no deben ser envidiados. Debemos valorar a los que se esfuerzan por mejorar su vida. Y eso, merece la compensación de la riqueza. Gracias, Cantábrico.
Siempre he creido en el concepto de compartir ,no creo que los ricos deban de ser envidiados ni creo tampoco en esa teoria de quitarle al rico lo que gano honradamente a traves de su trabajo o esfuerzo personal ,o a traves de su negocio como esfuerzo personal ,es ilogico , la envidia y el odio son conceptos luciferinos que el hombre debe apartar , cuando se roba o se quita, esa accion posee su efecto producto de una causa negativa que concientemente se llevo a cabo ,posteriormente se refleja dentro del universo contra la persona que lo haya llevado a cabo en cualquier forma ,tiempo o espacio ,esta mas que comprobado y demostrado ,la ley del karma es inviolable ,un saludo desmarcados.
Cantabrico, estoy de acuerdo en que os conceptos de envidia y odio son nefastos, y posiblemente se vuelvan contra la persona que asi los tiene. No los conco.
Queria comentarte, que una persona no s hace rica, con su esfuerzo personal y profesional, pude vivir mejor, mas holgadamente pero rico, lo que entendemos por esas fortunas que disfrutan unos poco en el mundo, no se obtiene con el trabajo. Es imposible.
Creó que hay que saber ver las necesidades de los demas. Pero es cierto como dice el autor de ete blog en su articulo siempre que hay ricos, es porque hay pobres y al contrario.
Un mundo mas solidario, con ma justicia, seria dar de comer a la persona que lo necesita. Ayudarla. Pero eto cada dia en una sociedad tan competitiva y egoista parece imposible. en unos entornos pequeños es imposible, como para hacerlo donde habitan tantos seres humanos,
Tambien pienso que la culpa, y lo digo sin restricciones, es porque es la culpa de todo lo que esta sucediendo, la tiene el poder politico, que ha permitido todas eta situaciones de angustias para mchos seres humanos. Un saludo.
Ruperto ,la riqueza como la pobreza son escencias del vivir ,la riqueza logicamente que en este mundo esta mal equilibrada y mal compartida ,hay infinidad de pobres e inmumerables ricos , desde que el mundo es mundo hay ricos ,pobres y hasta desamparados ,logico que nadie trabajando se hace millonario o rico ,pero preferible es vivir decentemente y honradamente con la conciencia tranquila , si alguna nacion debiese ser extensamente rica ,es Espana de no haber sido por la guerra civil ,no hablemos del patrimonio y la riqueza de aquel imperio colonial ,de eso jamas se ha hablado , donde se fue aquel patrimonio tan grande ,quien se lo llevo ,no me creo del todo que la colonia espanola de aquella epoca lo haya gastado en recursos o conquistas , es imposible , solamente se calcula que la colonia dentro de Cuba gasto una suma que aun se desconoce ,? pero y a donde se esfumo la riqueza de aquel imperio colonial ? ,cuando precisamente los reyes catolicos poseian un poder tan extenso en tierras que el propio imperio romano en su epoca mas expansionista se quedaba corto .