El sentimiento Athletic de la vida

ENTRE una final perdida y otra que vamos a ganar, hay que pararse un momento para analizar el último terremoto acaecido en Euskadi, seísmo más social que deportivo.

Para entender algunas cosas hay que recurrir a los sentimientos. La inteligencia emocional y antes, a su manera, la poesía han aumentado nuestra capacidad para comprender las realidades complejas y sutiles. ¿Un equipo de fútbol puede llegar a ser un sistema de vida? Sí, pero solo si ese club es el Athletic y nos situamos en Bilbao con toda una historia detrás, única y admirable. Fuera de este contexto, cualquier intento de explicar la insólita dimensión del caso no pasaría de ser una exageración emocional, parecida a las que experimentan en Barcelona, Manchester, Liverpool y en dos o tres ciudades de Argentina y Brasil respecto de sus marcas futbolísticas; pero no hablamos de quién se enardece más con sus colores, sino de la manera en que la realidad de un país se ve traspasada por un concepto deportivo excepcional.

Ningún club de fútbol es homologable al Athletic. Los hay superiores en campeonatos ganados. Existen equipos de mayor reputación internacional y que nos aventajan en presupuesto y dimensión de estadio. Se cuentan por docenas los clubes ilustres con tanta o más solera que el nuestro; pero no hay ninguno que le iguale en la grandeza de su proyecto, el de constituirse en exclusiva con jugadores de la tierra, hijos del país o formados en su seno, una distinción que se ha mantenido durante más de un siglo, superando la actual era de la superprofesionalización y la globalización. El planeta del fútbol tiene dos lados: el Athletic y todos los demás. Somos una lección viva de cultura social proyectada al mundo. ¿El factor diferencial del Athletic crea valores y sentimientos colectivos? ¿En qué medida se retroalimentan Athletic y Euskadi?

Autoestima, identidad

No hay duda de que hay un traspaso de valores y emociones que saltan de lo deportivo a lo social y viceversa. En primer lugar, está la autoestima, el soporte inicial de todo proyecto humano: sentirse único e irrepetible y poseedor de potencialidades con las que construir una vida fructífera y feliz. El Athletic y la sociedad vizcaina han intercambiado su autoestima y esto les ha permitido no solo prosperar, sino también afrontar los desafíos que han salido a su encuentro. ¿Tiene algo que ver la famosa y proverbial autoestima bilbaina, caricaturizada hasta el hartazgo, con el hecho de que el Athletic se nutra únicamente de jugadores vascos o producidos en Euskadi? Entiendo que sí, pero en su vertiente más noble y auténtica: la singularidad del club de San Mamés sobrevive a los vaivenes económicos y los intereses del espectáculo porque la respalda una comunidad profundamente hermanada con su equipo, al que concede una fuerte representatividad y es imagen de sí misma.

Como consecuencia del amor propio aparece el factor de identidad. El Athletic es una forma de ser, que deviene en símbolo de una forma de entender la vida: confianza en la propia gente, fortaleza como pueblo y visión competitiva frente a cualquier adversario, todo un catálogo de señas de identidad y un carácter único. Contra el valor comunitario de la identidad, algunos azuzan el fantasma de lo que denominan «lo identitario», concepto al que revisten connotaciones negativas. Sin embargo, los factores que determinan una identidad son tan necesarios para los pueblos como los rasgos personales para cualquier individuo. ¿A quién le hiere la diferencia del Athletic? Probablemente a los mismos que perciben a Euskal Herria como un problema y quisieran un mundo uniforme y plano; pero el Athletic tiene que defender su carácter a toda costa. Si en más de cien años ha logrado sobrevivir sin vender su alma, destacando entre los grandes y ocupando la élite europea, nada le impide continuar para siempre con su misma identidad vasca. Gane o pierda campeonatos. Es cuestión de vida o muerte.

Ilusión, épica

La ilusión es una fuerza indefinible y arrolladora que mueve al ser humano hacia grandes metas; pero para construir ilusiones necesitamos creer en la grandeza de las cosas. Las hay, de mayor o menor entidad, y el Athletic es una de ellas, porque retrata el amor propio de una sociedad. Por eso entre nosotros la ilusión se transfiere del club hacia la gente y de esta hacia el equipo. La ilusión es una de las virtudes que nunca faltan en nuestros jugadores, un plus que les mueve a entregarse mucho más de lo que puede hacerlo cualquier otro jugador del mundo. La ilusión nos hace ganadores. Los triunfos y las derrotas dependen de diversas causas, incluso de la suerte; pero es la ilusión lo único que puede compensar la superioridad de los rivales con la sublimación de nuestra diferencia.

Como la identidad radicalmente vasca del Athletic es, al mismo tiempo que su mayor fortaleza, una desventaja competitiva al limitar su disponibilidad de jugadores frente a todos los demás equipos (Euskadi con el resto del mundo), cada partido y cada temporada son una épica, una lucha heroica contra la adversidad. Sin épica no somos nada. El sobresfuerzo es una condición que asumimos como tributo de nuestra singularidad y en él depositamos una gran parte de la competitividad, lo que nos permite, siendo más pequeños, alcanzar metas que por dimensión nos estarían negadas.

Las lágrimas de Muniain y los demás jugadores tras la derrota de Bucarest muestran el dolor añadido de quienes, sintiendo en el alma su compromiso con la épica, han perdido la batalla. Es una imagen conmovedora. Desde la responsabilidad de la derrota es posible añadir mayor motivación para la épica de la final de Copa contra el poderoso Barça. ¿Qué motiva a hombres, mujeres y niños, a comercios, empresas, instituciones y medios de comunicación a exhibir con incontenible orgullo el amor por el Athletic? Es la épica de todo un país por la conquista de una gran meta, sabedora de que se enfrenta a adversarios más fuertes, pero fortalecida por una identidad única.

Y sentimiento Euskadi

No hay duda de que el Athletic reúne a la sociedad vizcaina, con su diversidad de concepciones políticas y visiones del mundo. El Athletic es un gran cohesionador de ideas y clases. Sin embargo, por su propia naturaleza identitaria, es lógico que exista un predominio de la visión vasquista o nacionalista del Athletic. Quiero decir que el proyecto del Athletic se comprende mejor desde una perspectiva abertzale que desde otra de carácter estatal o internacionalista. Para un ciudadano vasco, identificado con el proyecto nacional de Euskadi, es relativamente sencillo compatibilizar los enfoques local y global, pero ¿cómo gestiona un seguidor españolista del Athletic la contradicción que marca la identidad del club y sus líneas fronterizas? De hecho, junto a la admiración que el Athletic despierta en España (ahí están sus numerosas peñas), existe la repulsión que produce entre quienes lo perciben como una proyección excluyente de los vascos. Otra demostración: es natural ver juntas la ikurriña y la bandera rojiblanca; pero resulta provocativo que a las enseñas de otros equipos se les acompañe de la rojigualda, salvo que se haga como respuesta ideológica al simbolismo vasco del Athletic. La exhibición del estandarte franquista en las gradas de la final europea no es casual. La gente suele ser más sincera con sus emociones que la actitud políticamente correcta de las instituciones y poderes mediáticos, que ocultan este debate simbólico tras el cual hay una confrontación entre proyectos nacionales.

Frente a quienes creen que el Athletic asume un exceso de simbolismo de lo vasco (porque hay realidades más importantes y también otros equipos muy arraigados en Euskadi), cabe argumentar que si este club posee tanta carga de representatividad es porque no tenemos otras entidades capaces de aglutinar mejor a la sociedad, lo que implica un fracaso de las organizaciones políticas. Tenemos al Athletic: no somos perfectos, pero somos más grandes.

7 comentarios en «El sentimiento Athletic de la vida»

  1. Es cierto, los sentimientos que son muy dificile de explicar lo que se siente y como sesiente. El resultado son lasemciones .
    Con el Athletic pasa lo mismo, se siente algo especial, simboliza todo el pueblo de Bilbao, y por extension de Bizkaia. Transmite fuerza. Me ha parecido un articulo excelente, co lo arduo que es plasmarlo.

  2. Decía Sigmund Freud que sólo los poetas son capaces de percibir aquello que los científicos no pueden, y creo que es aún mas cierto cuando se intenta identificar y plasmar en papel cuál es la esencia del sentimiento Athletic, de la Pasión Athletic.
    Por cierto, Blazquez, que lo has hecho admirablemente, y eso que precisamente hoy casi me negaba a leer nada referente a la «felinidad» de Euskadi, o al menos, de BIzkaia porque me encuentro demasiado nerviosa para disfrutar con lo que gozo en otros momentos.
    Hoy es tal la locura que supera incluso a lo de Bucarest, que fue hermoso hasta con las lágrimas del «después de».
    Ciertamente, nadie que no siente el Athletic puede entender que casi nos mda igual lo que pase en el marcador, porque lo maravilloso de la identidad Athletic es sentirla.
    Siento ser mucho mas prosaica que tu en esto, pero yo lo compararia con el sexo: siendo mercenario, puedes tener muchas sensaciones, pero siendo por amor, las emociones que proporciona son únicas e irrepetibles: nadie las cambiaria por otras.

  3. Esto es fútbol, no una unidad de destino en lo universal. De eso ya tuvimos muchos años haciéndonos creer que el Madrid era el mejor equipo del mundo porque encarnaba los valores de la unidad patria. Entonces era el opio del pueblo. Así lo llamábamos porque nos distraía, o eso creían, de los verdaderos problemas…Y pensábamos, ingénuos, que era una herramienta inventada por la dictadura!!!
    Vincular el balompié con la identidad, lo identitario y decir que «el sentimiento del Athletic se entiende mejor desde una óptica abertzale», «el poyecto nacional», «el Athletic y todos los demás», «hijos del país o formados en su seno», «la fortaleza de la identidad única», «fortaleza como pueblo»… (?)
    Pobre Euskal Herria si necesita de un equipo de fútbol y de sus victorias para construirse como país.
    Los equipos de fútbol como sistemas de vida son propios de países tercermundistas. De aquellos donde se ha perdido todo y no les queda más que la ilusión de sentirse grandes ganando al fútbol a no sé quién no sé dónde.
    También en esto hay que ser responsables. Porque se empieza hablando de fútbol y se termina como en la Argentina de las dictaduras militares, donde se decían cosas parecidas de su querida albiceleste.
    Claro que solo ellos eran capaces de entender la pasión con que el país vivía cada partido.

    1. Creo, Julían María, que deberias leer el último párrafo del artículo, dedicado a las personas que, como tu, exageran el antifútboL. Digo al final: «Frente a quienes creen que el Athletic asume un exceso de simbolismo de lo vasco (porque hay realidades más importantes y también otros equipos muy arraigados en Euskadi), cabe argumentar que si este club posee tanta carga de representatividad es porque no tenemos otras entidades capaces de aglutinar mejor a la sociedad, lo que implica un fracaso de las organizaciones políticas.» Lo dicho. Saludos.

  4. ¿Me permitís un breve inciso?.
    Argentina es un estado. Euskadi, hoy por hoy, no.
    Y la dictadura española también era la propia de un estado…
    Las diferencias son tan evidentes que no creía necesario mencionarlas.

  5. Anlimber, indicas que España tiene muchas diferencias con un pais dictatorial, donde etan esas diferencias?
    Un gobierno que decide suprimir el sonido de lo que esta ocurriendo en el ampo y aumenta el volumen del himno nacional, con el fin que en las retansmisiones vender la idea , la apariencia que todo esta perfecto. Si esta medida no es propia de un gobierno dictador, dime entonces que te parece que esta decision?
    Es una solucion dictora transmitida con la pantalla de la democracia.

  6. Ruperto, las diferencias a las que hago alusión no son entre un estado dictatorial y otro que no lo sea, sino entre un pais que sea estado o que no lo sea, por lo que la capacidad de poder entre uno y otro es fundamental.
    Son conceptos radicalmente distintos.

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