Más que triste, España se muestra airada con Cataluña por sus afanes de libertad y su ejercicio de autoestima. La ira es una emoción peligrosa, porque va armada, tal como la vemos y escuchamos en la tele desde el 11 de septiembre. Bien sabemos en Euskadi lo que es estar todos los días y durante años en el epicentro del rencor de las tertulias que atentan contra el respeto y el pluralismo. Ahora es Cataluña la obsesión española y contra ella invierten sus peores sentimientos y las palabras más hirientes los programas de debate. Hasta la campaña electoral vasca se ha visto intoxicada por esta marea de amenazas. En su fiesta nacional España ha exhibido -con la rancia pompa de los desfiles- su identidad dominante, la fuerza militar. ¿Lo más representativo de un país son sus soldados y cañones? En su campaña de marketing, difundida por todas las cadenas y en la que ha gastado 1,13 millones de euros, se homologa al Estado con el ejército, llevando al absurdo su atribución de la defensa de la “indisoluble unidad de la nación española”.
Indisoluble, esta es la estrella de moda, sobre todo en los dos canales de la ultraderecha, Intereconomía y 13TV, la emisora de los obispos, más compasivos con el dogma que con la verdad. Un millón de ciudadanos ven cada noche El gato al agua, el mayor lanzamisiles de odio de la vieja España, y otros programas carcas de estas dos cadenas. ¿Qué función cumplen las tertulias talibanes? Los psicólogos dirían que a unos les sirven para no sentirse solos en su ideario intransigente, mientras que a otros les son útiles para afirmar sus convicciones en el espectáculo de lo ideológicamente repulsivo. Hay mucho de patológico en ambos grupos. No es de extrañar que esta demencia haya alcanzado al ministro de Educación, Wert, para quien lo esencial no es formar en conocimientos y valores, sino “españolizar a los catalanes”, es decir, adoctrinar. Y todo por la indisoluble. España ha emprendido la campaña del miedo y la tele es su trinchera. Cuidado, la indisoluble ataca: utilice el mando a distancia.
El gobierno utiliza a los medios de comunicacion, tanto en los informmativos como en las diferentes series que emiten, con el fin de poder manipular a los ciudadanos. Tiene tanto miedo el gobierno español, con los diferentes movimientos nacionalistas, y ahora solo emiten temas relacionados con la andera de España. Por este constante , de ver la bandera , los movimientos soberanistas no van a cesar. Incluso aumentaran mas.
Interesante articulo. Felicidades a su autor.
Lo siento por todos los profesionales de «la cosa» como tu, que se ven en la obligación de tragarse los engendros que pare el P.F. aunque sea para poder criticarlos.
Conozco gente que lo ve para «echarse unas risas».
La verdad es que dar de comer a esta gente, aunque sea para burlarse de ellos me parece un ejercicio muy poco inteligente. La risa todavía es gratuita y, si lo que quieren es comprobar qué poco oxígeno ha entrado en la recia/rancia talibanada hispánica, prodrian volver a leerse El Florido Pensil, que parodiaba a placer una de las armas de adoctrinamiento escolar mas eficaces del régimen, mucho mejor que el palo y tente tieso que nos contaba mi aita.
¿Hacemos alguna apuesta a que después de la metedura de zancarrón del locuaz ministro viene el bálsamo exculpatorio y el halago torpe y pelota a «los diferentes pueblos de España, iguales en su singularidad», del tipo «los vascos son altos, fuertes, trabajadores, amantes de su tierra, ehhh, industriosos, con fuertes vínculos sociales y…
Lo dicho, vuelta al pasado casposo, violento, machista y cenutrio
del franquismo montaraz: diez millones de personas no pueden estar equivocadas
Lo que pasa es que, aunque no tengo los datos de audiencia, me atrevería a decir que seguramente El Intermedio o Salvados duplican o más en audiencia a cualquiera de esas tertulias de cabestros.
En El Intermedio directamente se descojonan de estas tertulias y Salvados creo que es un programa muy notable, de bastante profundidad y claridad de análisis, donde no creo que se maltrate a Catalunya o Euskadi.
Y son, repito, muchísimos más los españoles que siguen esos programas que los de que siguen a los gatos acuáticos (las cifras de audiencia en toda España de «Salvados» me parece una gran noticia).
Siendo así, habiendo muchos más españoles que pasan, desprecian o se descojonan de las tertulias casposas que los que las siguen ¿por qué hablas de España para referirte a los casposos?
¿Por qué España es el «Gato al Agua» y no «El Intermedio» si son muchos más los españoles más afines a este último?
Los vascos hemos sufrido durante años que nos identificaran con las barbaridades de eta y compinches, porque eran los que más ruido hacían (ruido y, por desgracia, daño) y los que más vascos se decían a sí mismos. Deberíamos saber lo injusto que es eso.
Pues parece que no; porque hacemos exactamente lo mismo.
Vamos con los datos, Larry: El Intermedio anda por el millón largo, alrededor de 1.300.000 espectadores. Y Salvados anda por los 2,5 millones. Ambos programas han incrementado notablemente su cuota de pantalla en los últimos meses, porque la izquierda se ha concentrado en ellos como los únicos que le dan un respiro entre tanto programa derechón. Programas proges siempre los hubo. También está el debate de La Sexta Al rojo vivo, que ha duplicado su audiencia de antes de Rajoy. Todo esto está muy bien. Pero no son programas «contrarios» o alternativos a las tertulias feroces de la ultraderecha. Lo normal, en la pluralidad democrática, es que haya programas progres y son un síntoma del pensamiento político de un país.
Lo anómalo, lo peligroso para un país son los espacios de ultraderecha. No son anecdóticos, este es el problema. Son muy potentes, porque son muy explícitos. El gato al Agua y las tertulias de 13TV son la expresión de que el franquismo es muy fuerte todavía y que no son espacios democráticos. Ahí está el problema español.
Lo curioso es que esas tertulias feroces los ven gente que es contraria: son los masocas o los que acuden a concer esa opinión para consolidar sus propias convicciones democráticas.
saludos,