No veo motivo de escándalo que Lucía Etxebarria se haya apuntado a Campamento de verano, el último reality de Telecinco, donde se han reunido una docena de frikis -desde la masturbatoria Olvido Hormigos a Karmele Marchante, pasando por la madre de Jesulín- con el propósito de provocar en ese encierro pasiones y odios lo bastante explícitos como para captar el interés de la plebe sedienta de emociones. ¿Qué tienen hoy de mágico los escritores o cualquier artista que expone su obra u ofrece conciertos? Son igual de vulgares que un taxista o un cartero: orinan y defecan como todos y, por supuesto, se sientan cada día delante del televisor para ver las noticias, fútbol y programas basura. Conscientes de que han perdido su superioridad estética, ya no nos miran con la altivez de antaño; ahora se arrastran por los platós suplicando un mendrugo de notoriedad audiovisual.
La diferencia entre un friki y Etxebarria es el argumentario. Ambos acuden a la tele por dinero; pero la ganadora del Nadal y el Planeta es capaz de añadir cierta épica de disimulo. Lucía se ha agregado al reality porque tiene deudas fiscales. No es por la pasta, no se confundan: es contra la injusticia de Montoro, que quiere embargarle la casa. En esto la novelista recurre al pecado más literario, el cinismo, la incoherencia autojustificada. Y para acreditar su aventura cutre en la pantalla, emitió al mundo un mensaje atormentado: “Ha sido una de las decisiones más difíciles de mi vida. La tomé por mi hija”. Lo dicho, un poco de heroísmo de madre y una pose de damnificada del sistema dan para convencer de su hazaña en el estercolero.
En pleno paroxismo garbancero, Giménez-Arnau dictó sentencia: “Ofreces silla a los intelectuales en un reality y vienen todos”. Después de la pionera Lucía, ¿por qué no imaginar un Gran Hermano con escritores? Siempre hubo rivalidades: Lope odiaba a Cervantes, Quevedo a Góngora, Sartre a Camus, Hemingway a Faulkner… Se lanzaban sátiras y poemas burlescos y el pueblo se entretenía. Ni versos ni filípicas: hoy solo tendrían que enseñar el culo.
Totalmente de acuerdo. Es ridículo como una escritora de reconocido preestigio acceda a participar en un programa basura. Se descalifica ella sola. No merece la pena.
Me ha parecido muy interesante ete articulo. Muchas felicidades .