Ya lo sabe. Este próximo sábado vuelve a rodar el balón por los campos de fútbol, un deporte practicado por millonarios y costeado por un país empobrecido. Serán 380 partidos de liga que presenciarán in situ unos diez millones de personas, poca cosa si lo comparamos con los cientos de millones de espectadores que los verán en casa o en el bar. La tele, con diferencia, es el estadio más grande que existe. Todo es exagerado en este tinglado: el fanatismo, los contratos, la repercusión económica, el interés informativo, las polémicas que provoca… Si se desviara solo una parte de la pasión de este juego a lo que de verdad importa, ganarse la dignidad de vivir y la libertad, nuestra sociedad crecería en honra y autoestima; pero no voy a entrar en la función enajenadora del fútbol, algo tan obvio que nadie lo cree.
Lo relevante, por paradójico, es que la superliga española, seguramente la más potente y disparatada del mundo, esté sostenida por dos empresas ruinosas. Los derechos de retransmisión están en manos de dos entidades, Mediapro y Prisa, que tienen de todo menos dinero y que se deshacen de sus trabajadores y otros activos para pagar sus deudas. Ambas empresas tienen más cañones que Navarone y deben millones a los clubes. Y para disimular su mutua insolvencia se inventaron una contienda, la guerra del fútbol, que no es más que una riña de pillos para quedarse con todos los caramelos de la tienda y tener a quien echarle la culpa.
Pero hay una esperanza y viene de Qatar, donde sobra el dinero y los espejismos europeos. Al Jazeera tiene la intención de comprar los derechos a Roures e implantar un canal de noticias y deportes en España con el incontestable argumento de sus petrodólares. Aun así, el fútbol español experimentará el pinchazo de su burbuja. Será lento, porque un país que ha soportado la explosión de la burbuja inmobiliaria y financiera, no resistiría el dolor de perder lo más amado, el circo del balompié. Ya viene el dinero de los moros al rescate del fútbol y la tele, y en España empieza a amanecer
Muy interesante este artículo.