El miércoles pasado El Correo Español aseguró en una información -diminuta en tamaño, pero gigante en mala intención- que ETB había registrado en septiembre un descenso histórico en sus audiencias. ¿Histórico? Los canales de la televisión vasca experimentaron, es cierto, una bajada en seguimiento popular; pero calificarla tan enfáticamente es una manipulación absoluta. De hecho, ETB2 ha regresado a los índices de julio y la magnitud de su pérdida es la misma que la ganancia obtenida hace solo cuatro meses. Nada indica que se esté produciendo un desplome de las audiencias como en la etapa anterior, cuyos datos tocaron fondo con un 7,7% en el segundo canal y 1,7% en la cadena en euskera. Aún es pronto para juzgar los resultados del cambio estratégico de ETB1, y con ETB3 al alza. Pero no hay duda de que el actual equipo directivo está errando en su objetivo situar al grupo público en niveles óptimos de aceptación y que el precio de la crisis es mayor para ETB que para las grandes televisiones estatales.
¿A qué viene esa obsesión de Vocento por ETB? Es una vieja fijación del pensamiento español, en la que centran todos los males políticos y hasta morales que, a su juicio, padece Euskadi por su desafección al proyecto constitucional. Vocento tiene dos problemas con la televisión vasca: el liderazgo informativo de ETB desbarata su cuenta de resultados en influencia ideológica y, además, es su principal competidor en la captación de publicidad local. ETB democratizó la información que hasta su creación estuvo colonizada por quienes negaron y cantaron los crímenes de la dictadura. Con semejante dolor político y económico la mirada de ese grupo periodístico a nuestra radiotelevisión pública nunca será objetiva y respetuosa.
El barullo artificial montado por Vocento por la no inclusión de una referencia a ETA en el Plan Estratégico de EITB es otra muestra de sus inclinaciones obsesivas. ¿Hay que recordar que la sede de ETB fue destruida 2009 por una bomba terrorista? ¡Ah, la memoria!, dulce arma de protección masiva.
Muy bueno este comentario sobre la obsesión cruel contra EITB, Sr.Blazquez. Totalmente de acuerdo. Entiendo que el afán de etos medios por desmerecer la actividad y profionalidad del ente publico vasco, es por una inseguridad extrema,. Miedo al altavoz del pueblo vasco, que es luchador y que consigue lo que se propone, LA INDEPENDENCIA. Quieren callar, pero sin éxito, este gran altavoz . No lo van a conseguir. Y lo que pretenden es quitar importancia y decir que lo hace mal EITB, con el animo asi de subir ellos, que se creen, un pequeli escalon. Lo que hacen en realidad es bajarse . Muchas felicidades por la valentía en sus manifetaciones, en su articulo..Asi conseguiremos nuestro objetivo. LA INDEPENDENCIA DEL PUEBLO VASCO.
Pueder ser interés político, revanchismo, competencia poco deportiva…mil cosas.
Pero, José Ramón, no puedo resistirme a preguntarlo.
En la etapa anterior ¿cual era la razón de la obsesión del Grupo Noticias por el Grupo EITB?
Si obsesión suena muy fuerte, pongamos fijación; lo que sea.
Pero creo que el marcaje, la tremeda magnificación de cualquier noticia negativa (a veces ni eso; simples txaskarillos o anécditas daban para varias columnas, artículos de opinión, etc) sobre el ente, que puso en marcha el Grupo Noticias, singularmente Deia y Onda Vasca hacen de este breve de El Correo, casi un Christma navideño de felicitación.
Cuando no era el supuesto despilfarro de la cobertura del aniversario del 11S, era que en la grabación de la campanadas de nochevieja en Baracaldo había habido fallos que tuvieron a la gente más de la cuenta en el lugar (mera anécdota, bastante habitual, que dio como ir a toda plana), pasando por cualquier reportaje, documental, incluso película, cuya programación, horario y demás se fiscalizaba con rigor cuasi inquitorial, y por supuesto, cualquier noticia sobre la audiencia que era convenientemente amplificada a todo tren.
No creo que me esté invetando nada. Y hoy lamento decir que Vizcaino, Lapitz o tú mismo fuistes, si mal no recuerdo, especialmente activos (sobre todo al principio; a cuchillo).
Digo que lo lamento porque no tengo nada contra ninguno y porque os sigo fielmente y bien a gusto, la verdad, unas veces más de acuerdo y otras menos o nada, pero eso es hasta bueno.
Pues verás, Larry. La obsesión de Vocento en la etapa anterior se concretaba en dos tareas: meter a su gente (Surio, Villoria, etc.) en los órganos de dirección y defender la gestión españolizante de los informativos y debates (a los ue me negué a ir, por concepto). No defendian a ETB, defendían la gestión de los suyos. De hecho, lograron que empequeñecieran las audiencias a límites (esta vez, sí) históricos.
Particularmente fuí de los más duros con los directivos de ETB de entonces, muy duro, no sé si el que más, tanto con Surio como con Idígoras. Les dí hasta en el carnet, por cosas concretas. Fui, efectivamente, de los que censuraron los excesos en la cobertura del aniversario del 11-S, lo que me costó una bronca mediática de tres pares. Lo doy por amortizado.
En mi programa de radio del otro día dije algo que no está en esta columna: que hay dos clases de obsesionados con ETB: los que creen que es un ángel salvador, símbolo de todo un país, llamado a hacer país y diferenciarnos del resto del mundo mundial, como un profeta; y los que creen que es un instrumento adoctrinador de Euskadi para llevar a todos a la verdad abertzale. O sea, están los que creen que ETB es un ángel salvador y los que creen que es un demonio. Lo dije y lo reitero; pero ETB no es más que una televisión pública al servicio de toda la sociedad y su pluralismo.
Saludos.
Mientras te paguen, sigue defendiendo el «ente».