¿A qué género televisivo pertenece la retransmisión de los encierros de San Fermín? Podría entrar en deportes, porque de una competición de velocidad se trata, con la diferencia de que son personas y toros -juntos y revueltos- los que corren: unos, asustados, para alcanzar sin daño la meta de la plaza; otros, por igual despavoridos, para llegar rápido al chiquero. Se aproxima mucho al reality, al mostrar la diversidad de conductas humanas en situación límite. También es espectáculo de acción, documental de cultura tribal y espacio de sucesos; pero me inclino por catalogarlo como programa de animales, que vuelven a estar de moda en nuestras pantallas. Tanto «Vaya fauna», en Telecinco, como los encierros de Pamplona, en TVE, cargan sobre sí la indecencia de la explotación animal al servicio del caprichoso recreo de la plebe. Costumbres y tradiciones: esas invisibles tiranías del pasado sobre el futuro.
Los dos o tres minutos que transcurren entre el lanzamiento del cohete, a las ocho en punto, y la entrada del último astado en los corrales constituyen el potente desayuno de unos 800.000 seguidores, más o menos la mitad de la gente que a tan temprana hora tienen puestos sus ojos en la tele, sin contar con los millones de curiosos que en todo el planeta se atiborran de estas imágenes en los informativos. ¿Y qué busca el espectador? Los de buena conciencia, dicen, vibrar de admiración por los valientes corredores que se juegan el pellejo en el tumulto. Y los de mala conciencia, si son capaces de reconocerlo, apuntan a la irresistible emoción de las cogidas, el peligro, los actos temerarios y el rigor de una violencia primaria, la misma que amaba Hemingway. Las cámaras no se asomarían a los sanfermines sin la excitación morbosa por la sangre de los corneados y la noticia, alguna vez, de la muerte sobre la calle adoquinada.
Es un espectáculo único, sin duda, pero despiadado. Si malo es que te agrade tanta crueldad comprimida en dos o tres minutos, peor es que te deje impasible. La reina del mundo infeliz es la indiferencia.

Muy interesante reflexión abordando losfamosos encierros de San Fermin. Totalmente de acuerdo. Si son famosos pero no por ello dejan de ser patéticos. Parece que cada encierro recrean los escenarios de los romanos con los gladiadores. Horrible. no entiendo que tipo de morbo necesita algunos seres humanos que se satisfacen con a sangrede otros humanos . Alboslutamente patético. Y lo peor que lo retransmitan por lastelevisiones, y que este tipo de hechos haga subir la audiencia. ¿Qué tipo de sociedad tenemos?
Las televisiones, son el reflejo de la vida del pueblo.
Muchas felicidades, por su buen árticulo-