Diario de cuarentena. Día 29. Aberri Eguna en casa.

Sí, hoy es el Aberri Eguna, Día de la Patria Vasca. En otras circunstancias este domingo de pascua hubie-ra acudido, como durante tantos años, a alguna de las concentraciones festivas organizadas para su celebración. Es una jornada reivindicativa, porque la nación vasca es un proyecto inacabado. Fijaos que tenemos un Estatuto de Autonomía, que data de 1979 y que, más de cuarenta años después, sigue sin completarse. España y su fallido diseño, resultado de una fraudulenta transición de la dictadura a la democracia, está detrás de esta frustración. 

Deberíamos estar en la calle recordando y reclamando nuestros derechos. Pero estamos encerrados en casa. En su lugar, las ikurriñas lucen en los balcones. Recuerdo la primera vez que acudí a un Aberri Eguna. Fue en 1977. Quedaban meses para las primeras elecciones y los partidos políticos emergían. En la víspera se había anunciado la legalización del Partido Comunista. Había mucho miedo a los militares. La concentración del Aberri Eguna no estaba autorizada, pero se pudo llevar a cabo, precariamente, en Loyola, en Azpeitia. Fue un cambio de última hora, porque no se permitió hacerla en Vitoria-Gasteiz. Llovía y los controles de la Guardia Civil a lo largo del camino hicieron la vista gorda para evitar males mayores. Y allí llegamos. Una gran muchedumbre llenaba la explanada de la basílica. Fue emocionante. El nacionalismo vasco mostraba su liderazgo.

¿Y qué ocurre hoy, 43 años después? Que el enemigo de Euskadi y del mundo es un nuevo e invisible imperio, un virus mortal originado en China y que se ha propagado y está asesinando a miles de personas, además de detener en seco la economía planetaria. ¿Estamos para causas ideológicas en medio de una situación de emergencia? No, el orden de las prioridades se ha alterado. Celebramos esta fiesta, sí; pero nuestras fuerzas están concentradas en lo primario, en salvar a la gente y al país de este desastre. Y dejamos las elecciones y la bulla de los votos para cuando sea posible.

Sí, la política ha quedado en segundo plano; pero no su esencia, el ejercicio de la libertad. Porque el riesgo de esta hecatombe es que los poderes nos lleven, bajo la excusa de la alarma sanitaria, hacia un estado autoritario, con la estatalización de la economía y el intervencionismo público, así como el control de las comunicaciones personales, la censura informativa y la restricción de movimientos. El Aberri Eguna tiende hoy, por necesidad vital, hacia el Askatasun Eguna, día de la libertad.

Junto al dolor y el miedo, repugna que la clase política se muestre tan mezquina. ¿Acaso no es hora de cooperar y aplazar diferencias? Me espanta ver a algunos partidos intentando sacar rédito de la situación y manipulando emocionalmente a los ciudadanos. Ojalá les salga el virus por la culata. ¡Euskadi: somos un país pequeño, seamos una sociedad grande!

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