
Dice el refrán: “Año bisiesto, año siniestro”. No sé si antes de 2020 era solo un ripio rural y sin vigencia; pero lo que es en este caso el dicho no podía ser más descriptivo y real. Es el peor año desde la posguerra franquista y las guerras mundiales. Un desastre absoluto y una tragedia imparable.
Ya estamos en mayo y en el día del trabajo, que los franquistas y meapilas recalificaron como San José Obrero. No ha habido marchas reivindicativas, ni gritos contra el patrón, ni épica socialista. De repente, el explotador y el que amenaza el empleo y los salarios es un virus despiadado que no entiende de sindicatos.
Todo ha cambiado y es para mal en este bisiesto siniestro. Estamos confinados por orden del Gobierno, forzados a un arresto tan kafkiano como inútil. Y ahora, se permite la desfachatez de dejarnos vivir a turnos, vivir con permiso. Es el colmo de la tiranía bananera. Ha establecido a qué hora, a qué distancia y durante cuánto tiempo pueden salir los niños acompañados, los jóvenes, los adultos y los mayores. Y cuándo y cómo se puede salir a hacer deporte al aire libre. ¡Tócate las narices! ¿Es que no nos damos cuenta de que esto es una payasada y que nos toman por menores de edad a quienes hay que tutelar y dirigir, bajo la amenaza del palo y la multa?
Me rebelo contra este carnaval, al que llaman desescalada. Hay que ser idiotas. Ni siquiera tienen imaginación para poner nombres ocurrentes a las cosas: nueva normalidad, desescalada… Pero es un carnaval grotesco basado en la tutela y la infantilización de las normas democráticas. ¡Váyase a la porra, oiga! Si de lo que se trata es de dar marcha atrás a un encierro que ni en su origen tenía sentido ni razón de ser, permita usted que los ciudadanos y las empresas, así como cada ayuntamiento o comunidad autónoma organice el arreglo de la mascarada a que nos llevaron con el confinamiento y recuperemos la libertad de movimientos que nos han arrebatado. Usted, señor Gobierno, desconfía de las personas.
La gente, en su inmensa mayoría, es responsable y consciente de los riesgos y sabe cómo protegerse; y las empresas, la hostelería, la industria, el ocio y el comercio tienen sobrada capacidad para organizar su regreso a la actividad. ¿Qué es eso de limitar el aforo de bares, terrazas y restaurantes al 30%? Ese límite, arbitrario y absurdo, les condena a pérdidas por lo que no les vale la pena la reapertura.
Esta es una competición entre defectos y excesos. El Gobierno central cree que somos irresponsables y su defecto es que cree que debe pastorearnos. Y por eso hizo tanto hincapié en unos pocos incumplimientos el día de la salida de los niños.
Y mientras, al otro lado, el miedo impone sus excesos. ¡Todas las prevenciones son pocas! Y te encuentras con personas que en las colas no guardan dos metros de distancia… sino veinte o doscientos. De esta irracionalidad asimilada se nutren las autoridades para mantenernos quietos, privados de libertad y honor. Pero no pasarán.

Totalmente de acuerdo. Basta ya. La paciencia tiene un limite.
Si señor,estoy de acuerdo con usted y con Trump.
Yo estoy de acuerdo conmigo mismo pero no con Trump.
Ni pies ni cabeza todo lo que dices.
Si tú lo dices….
Gracias por decir algo y claro lo que muchos pensamos.
Eskerrik asko!
Totalmente de acuerdo contigo. Eres un valiente, por ir contracorriente. Poca gente se atreveria a escribir un articulo con opiniones como estas.
Muchas gracias.