Con el anuncio de la Lotería de Navidad la tele entra de lleno en las fiestas. Son tres historias de honradez, amistad y hospitalidad, con nuestros actores Kandido Uranga, como indomable pastor, y Josean Bengoetxea en el papel de honesto farero. Hay mucha publicidad en esta época, pero el tope legal es de 12 minutos por cada hora, el 20% de la emisión, que para las cadenas privadas lo es todo. “Los programas son cosas que ponemos entre los anuncios”, dijo el decapitado Vasile, relatos de 20 segundos.
El anuncio más moral es de Oral B, que comienza con el sugestivo mensaje de una señora joven: “Hay un hombre que me hace sonreír más que mi marido: mi dentista”. Tan en serio se toma el relato el dentífrico que hace salir a la mujer de la consulta del odontólogo del brazo de otro varón -pretendidamente, su marido- para aclarar malentendidos. Peores son los clubes Español, Girona, Almería, Mallorca, Getafe y Celta pregonando marcas comerciales en la trasera del pantalón de juego, ¡publicidad en el culo! ¿Y cómo es que Iker Casillas, con tan poco crédito, es imagen de un bróker on line? Rafa Nadal lo es de Kia desde hace años, pero ahora aparece al principio del spot y no al final. Su colega Carlos Alcaraz no quiere ser menos y ya es el icono de los BMW eléctricos. ¿Y qué me dice del sindicato USO anunciándose en la pantalla?
Si usted cree que la tele sube el volumen durante la publi, tiene razón: es para despertarle. También promociona los perfumes en octubre y noviembre y así descongestiona diciembre. Los anuncios más raros son el de la cerveza 1906, inspirado en la serie El juego del Calamar, y el ingenioso #Quiero Corredor, del movimiento empresarial que reivindica la culminación del tren del Mediterráneo. Deberíamos imitar la campaña para la inacabable Y Vasca. Pero nada como el anuncio del catálogo de juguetes de El Corte Inglés, bestseller del año. Ni Murakami y Kirmen Uribe juntos.
JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ