En su cuento futurista La última pregunta, Isaac Asimov presenta a dos borrachos interrogando a un superordenador sobre si “es posible revertir el inevitable final del universo o el mundo debe acabar de todas formas”. Iñaki Gabilondo, obstinado en hallar respuestas más actuales, también ha hecho la última pregunta al cumplir 80 años y sentir que ha llegado la hora de apagar cámara y micrófono. Su pregunta es tan retórica, como críptica: “¿Qué (diablos) es España?”. Se la lanza en Movistar+ a quince líderes del cine, las letras, la universidad, la televisión, la política y la sociedad, entre ellos el catedrático Juanjo Álvarez y el filósofo Daniel Innerarity. Por casualidad o por maldición el documental concluye de la peor manera, folklóricamente.
De las contestaciones se deduce que el catolicismo la ha encadenado y que todavía pesa sobre España la culpa de su crueldad histórica. Cura, cacique, corona y cuartel la han despojado de dignidad. ¿Quién se siente orgulloso de un país así? Es impresión general que padece un fuerte complejo de inferioridad y que es pesimista. Solo la aristócrata Cayetana Álvarez de Toledo expresa una euforia patriótica y sostiene el resentimiento como idea de la españolidad. Sin pretenderlo, la pregunta de Iñaki deja una huella de frustración. Ninguno de sus invitados señala el telecinquismo como otra de las causas de su baja autoestima, pues ese modelo de comunicación social ha pulverizado los valores de la gente para alentar sus viejas miserias. España chapotea con regocijo en el lodazal y niega su grandeza.
A modo de estrambote, Gabilondo se atreve a ponerle letra al himno español con nombres de platos de la gastronomía local, lo único que -irracionalmente- cohesiona a los ciudadanos del Estado, la gula compartida. A tu postrera pregunta, Iñaki, mi respuesta es: España es una patología.
JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ
La iglesia española solo ha servido para asociarse con los poderes del estado y ser sus cómplices…prueba de todo ello fue que sin ningún rubor aprobaron las separariones de los pueblos, apoyaron las cárceles, las torturas y los fusilamientos de quienes pensaban distinto.
En fin, a los españoles habría que recomendarles, ahora que se puso de moda lo importante que es reconocer a l@s «VIRUS…BACTERIAS…y PARÁSITOS» para «VACUNARSE contra las PLAGAS» que nos asolan y tanto abundan en los partidos políticos españoles…porque mientras no se les gane la batalla con un efectivo «ANTÍDOTO» como sería el negarles los votos…seguiremos en las mismas. Por suerte, en el «PAÍS VASCO», los brotes de esas enfermedades entre los «EUSKALDUNES» son mínimos…según señalan las elecciones…aunque todavía existe un remanente de la población oriunda de otros lares y sus descendientes a quienes queda por inmunizarles.
Un abrazo fraterno, humano,de descendientes,para que te calme.
Si Iñaki Gabilondo quisiera saber mi opinión, que no creo, yo le diría que España es una pérdida crónica y endémica de oportunidades.
El Reino de España, iniciado con un Reino de Castilla conquistador, perdió, con los Austrias primero, y con los Borbones más, la oportunidad de ser potencia económica, que es lo que se llevaba desde que el mercantilismo inundó Europa el XVI. Perdió también la Ilustración y con ella los beneficios de la revolución industrial y de la democracia y moderación del capitalismo devorador.
Pero también se perdió la formación de naciones surgida en el XIX con la Revolución Francesa, (cosa que sí supo hacer el Reino Unido, aún continuando como monarquía), y, a pesar de la ola republicana surgida en sus propios territorios de Ultramar, España se perdió su propia oportunidad de acabar con el absolutismo, permitiendo la vuelta y deslealtad a lo pactado de Fernando VII. Se acabó también con los flojos destellos de republicanismo con la Restauración y la vuelta a ese estado medieval disfrazado que fue el caciquismo.
Perdió igualmente la oportunidad del desarrollo cultural, técnico y económico con las canallas dictaduras del XX, y se ha perdido la oportunidad nuevamente de una verdadera nación democrática y de futuro con otra suerte de franquismo llamado transición, disfrazado con togas, falsos trajes de pana en las tribunas y máquinas de contar billetes no en la Casa de la Moneda, sino en la casa Real, en los despachos y en los salones de consejo. Las naciones emergentes, como Euskadi, Catalunya, aplastadas cultural y militarmente, antes de forma literal, ahora de forma simulada.
Y el pueblo español chapotea en un lodo que en numerosas ocasiones ha contribuido con entusiasmo a acumular. El «a por ellos» del 2017 sucedió al «que nos los llevan» del 1.808. El cainismo imperante siempre tuvo arraigo entre analfabetos. No en balde el águila real (principal especie de ave que practica el duelo mortal entre hermanos) figura en el escudo de España en distintas épocas. Las guerras civiles, desde los trastámara en el XIV hasta la de Franco en el XX, lo demuestran. No hay lemas más asumidos que el «Vivan las caenas» y el Viva la Muerte».
En la historia de España también ha habido pasos hacia delante, pero sin perder lo anterior, que era un campo abonado para los negocios, y así se ha avanzado: En falso.
Tenemos la conclusión: Una continua pérdida de oportunidades.
Gráficamente, trenes que se pierden, y barcos llenos de exiliados.
Excelente crónica histórica y política.
Totalmente de acuerdo con usted, señor Blázquez. En una sola frase ha resumido usted los últimos 500 años de la historia de España: «Cura, cacique, corona y cuartel la han despojado de dignidad. »
Yo añadiría que ahora a esos cuatro «gremios» se ha unido otro: los togados.
Muchas gracias, de corazón, y espero que mi solidaridad le consuele siquiera un poquito. Yo he sentido cierto consuelo al leer su artículo.
Gracias, Fernando. Un saludo.