Es fácil decir que la de los Goya 2023 fue una noche bestial. Y lo fue con As bestas, ganadora de nueve premios, incluidos los principales, por un peliculón y su historia de contradicciones y miserias en un valle de la Galicia profunda al que los lugareños consideran un infierno y otros, llegados de lejos, el mismísimo paraíso. Pero más aún han sido los Goya de las mujeres, la más feminista de las 37 galas, por el reconocimiento de su trabajo en todas las áreas del séptimo arte. La fiesta empezó maravillosamente con la semblanza que el hijo mayor de Carlos Saura hizo del fallecido cineasta aragonés vinculándola a las cuatro mujeres de su vida. ¡Qué perfecta síntesis de una biografía de cine! No, en absoluto fue una ceremonia aburrida. Se escogió a los presentadores adecuados, sobrios y seguros, para que el protagonismo recayera en el alma de la cinematografía: la emoción.
Y hubo emociones a raudales. El Goya al actor revelación para Telmo Irureta deparó el mensaje vitalista de la noche, “los discapacitados también follan”. Los tres galardones para Cinco lobitos se quedaron cortos, pero ya tenemos a la vizcaina Alauda Ruiz de Azua en la carrera de las grandes directoras. El fracaso y la sorpresa atravesaron a la catalana Alcarràs. ¿Cómo puede ser que ganara el Oso de Oro en Berlín y de Sevilla se fuera de vacío? Es misterioso, tanto como que las películas (prohibido decir pelis, a petición del presidente de la Academia, Méndez-Leite) de Santiago Segura sean las más taquilleras frente al alto nivel del cine español.
Hubo 2,6 millones de espectadores (cuota del 23,4% en TVE), poca política, salvo alusiones a la sanidad pública y las mujeres iraníes, muchos políticos y casi ningún fallo. Y todo se resumió en las dulces palabras de uno de los laureados a su hija: “La mejor forma de quererte fue llevarte al cine”.
JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ