¡Qué dolor, Leonor!

Igual que la televisión franquista, aquella oprobiosa TVE que glorificaba al dictador en blanco y negro. Así se han revelado las cadenas españolas, de derecha a izquierda, públicas y privadas, con Leonor, la hija mayor del rey que, si la pura democracia no lo remedia, será la reina de un país que aceptó sumisamente la monarquía legada por el tirano. Hasta el ¡Hola! suele ser menos cursi con la aristocracia que estos días las televisiones con la heredera. Incluso LaSexta, tan republicana, ha aceptado esa chorrada melindrosa de la leonormanía, prefabricada por la Zarzuela para la alucinación popular y el servilismo mediático.

La operación empalago de Leonor ha tenido varias fases. Comenzó con su ingreso en la academia militar, donde la vistieron de coronel tapioca y distribuyeron imágenes de su formación como caricatura de la teniente O’neil. Una ridícula pantomima que culminó con la jura de bandera y su espectáculo de opereta. El chaquetero Savater se unía al éxtasis invocando “la imagen casi mítica de la joven princesa, hermosa y seria”. Después fue el desfile del 12 de octubre y la recepción oficial, lo más parecido a una rancia puesta de largo de señoritas de la alta burguesía. Cumpliendo su rol de lacayos, Sonsoles y Ana Rosa lanzaban flores a su paso.

La secuencia de la ñoñería nos condujo a los premios Princesa de Asturias, una excusa de celebridades para engalanar la caducidad de la corona. Y por fin, en vísperas de halloween y su carnaval, la jura de la Constitución. ¡Cómo no iba a firmar la niña la garantía de sus privilegios e impunidad! La ausencia -por vergüenza- del abuelo caco fue la afirmación pública de su podredumbre. La esencia de la propaganda es considerar imbécil al ciudadano y creer que la sensiblería es más poderosa que la razón.

JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ

6 comentarios en «¡Qué dolor, Leonor!»

  1. Totalmente espantoso y vergonzante el espectàculo de Leonor.
    Oyendo a los medios de comunicación se puede pensar que España es un país de papanatas y gente, no solo sumisa, sino sin ningún criterio ni conciencia del origen de dicha monarquia.
    Tener que soportarlo en los medios pùblicos es una tortura.
    De acuerdo en todo con el artículo.

  2. Como muy bien dijo J. Ingenieros: Seres desiguales no pueden pensar de igual manera…por lo que siempre habrá evidente contraste entre el servilismo y la dignidad de los aristócratas y los soberanos.
    La inmensa mediocridad de los pueblos hace que sean incapaces de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar. De ahí que se vuelvan sumisos a toda rutina, a los prejuicios, a las domesticidades…con lo cual alcanzan a formar parte de una manada social, cuyas acciones o motivos no cuestionan, sino que siguen ciegamente.
    El mediocre es dócil, maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente de personalidad, que lo hace borrego del rebaño social…de la colectividad…y en su vida acomodaticia se vuelve vil y escéptico…porque no acepta ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición.

    1. Ese es el drama humano y su dificultad para rebelarse. ¿Por qué? Porque desde niño le enseñan a creer (fe, dios, valores viejos, obediencia, clases…) y no a pensar libremente.
      Un abrazo.

  3. Gente sumisa que voto en el 77 a favor de la Monarquía parlamentaria, el estado de las autonomías, las diputaciones, ley d hont y otras 169 cosas al aprobar la constitución…

    Igual si 45 años después votaramos hoy en día a la carta y viendo la evolucion vivida, nos llevábamos muchas sorpresas…

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