El mundo se juega la vida mañana. No es una exageración ni un simple derby americano. Estamos ante un instante oscuro y dramático para todos. Es el horror o la esperanza, la democracia o el infierno. Cuando el país más poderoso, que determina el devenir de los demás, se encuentra ante el abismo no podemos más que contener la respiración, situarnos ante el televisor y asistir al desenlace. Este martes seremos, como nunca, espectadores. ¿Es usted capaz de dormir toda la noche, indiferente al recuento de los votos? Yo no, salvo que medie una sobredosis de melatonina. Es madrugada de café.
La información puede variar mucho según sea su proveedor de cable o satélite y la pantalla que escoja, porque el escrutinio será incierto durante horas. No se fíe de las cadenas ultras, como la Fox, donde Trump y la xenofobia tienen su asiento; así que opte por los informativos liberales (en el sentido americano del término) de la NBC, ABC o CBS. O déjese llevar por la progresista CNN. Me inclino por la británica BBC. ¿Y la televisión pública vasca? Será una jornada completa para el lucimiento de sus corresponsales. En español lo mejor es TVE y su Canal 24 h, con más medios y criterio que el cloaquero Ferreras en La Sexta.
A los amigos de lo inédito les advierto que ahora la cuestión no es si Estados Unidos tendrá o no por primera vez a una mujer al mando, lo que ya pudo ser con la descalabrada señora Clinton, en 2016. Por la misma razón que nadie en sus cabales democráticos quería a Marine Le Pen -tan mujer como Kamala Harris- presidenta de Francia, lo esencial en esta hora crítica es anteponer el equilibrio mundial al género frente a los delirios de la América de Trump. Esta es la sesión de noche de mañana: historia con final feliz o pesadilla de terror. ¡Ay, qué miedo!
JOSÉ RAMÓN BLÁZQUEZ